Loros, guacamayas y pericos son principales presas de tráfico ilegal en Venezuela
El tráfico ilegal de fauna silvestre en Venezuela, especialmente loros, pericos y guacamayas, deja ganancias por encima de los 300 millones de dólares anuales

Publicada originalmente en inglés para Mongabay en octubre de 2015 con una versión en español para Mongabay Latam.

De acuerdo al estudio del 2013, Tu Hogar No Es Su Hogarproducido por la organización de conservación Vitalis, el saqueo y robo de polluelos es el método principal por el que se capturan pájaros tropicales en Venezuela.

La bióloga Esmeralda Mujica, antigua directora de la Fundación de Zoológicos y Acuarios de Venezuela, miembro de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) y co-autora del estudio de Vitalis, dice que la familia Psittacidae — que incluye a 50 especies de loros del Nuevo Mundo, pericos y guacamayas que sólo se encuentran en Venezuela — es la familia de pájaros más amenazada por los traficantes. La primavera es la época del año cuando el mayor número de polluelos son atrapados.

“La Semana Santa coincide con la temporada de reproducción de los loros, lo que hace que la caza de polluelos sea una actividad muy fácil por la región de los Llanos y por el sur del país», dice Mujica. “La gente [local] vive en áreas rurales donde los hospitales ni siquiera tienen agujas, y donde es difícil conseguir trabajo», explica. De tal manera, la caza de pájaros se convierte en una forma de dar de comer a sus familias.Los pájaros jóvenes en cautiverio se adaptan rápidamente a ser manipulados y a ser alimentados por los humanos, y por ello resulta fácil transportarlos y traficarlos. Los Psittacidae venezolanos más comúnmente traficados son las guacamayas rojas y verdes (Ara chloroptera Ara militaris), los loros de hombros amarillos (Amazona barbedensis), los loros de corona amarilla (Amazona ochrocephala), los pericos de cuello marrón (Aratinda pertinax venezuelae) y los Caiques de cabeza negra (Pionites melanocephala).

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Loritos ofrecidos en la carretera Foto: Marianne Asmüssen

Flamencos de la costa

El refugio de Fauna Silvestre y Reserva de Pesca La Ciénaga de Los Olivitos, al noroeste de Venezuela, entre Colombia y la costa del Caribe, ha sido descrito como una «sala de partos» por ecologistas de la zona. Ahí es donde se alimentan y hacen nido una gran cantidad de especies de pájaros terrestres y acuáticos, tanto locales como migratorios. Uno de estos pájaros es el flamenco americano (Phoenicopterus ruber) — una especie que ha prosperado dentro del refugio y que es muy buscada por los traficantes.

Algunos de los pescadores trabajan transportando flamencos, atrapando los polluelos y transportándolos escondidos dentro de sus barcos hasta las Antillas Holandesas, desde donde son típicamente llevados hasta Florida, explica Elío Ríos, un médico de salud ambiental que trabaja en la Gobernación del Zulia y miembro activo de varias ONG incluyendo al Grupo Mangle, Amigos del Bosque y Ecosistema Revolucionario.

“Los ambientalistas y el Ministerio del Ambiente venezolano [el cual recientemente cambió su nombre a Ministerio de Ecosocialismo y Agua] han denunciado el tráfico de especies a través de la prensa”, le dijo Ríos a mongabay.com. “También hemos insistido en la educación de comunidades costeras, quienes a menudo venden animales por unos cuantos bolívares sin comprender cómo se altera el ecosistema y los daños que esto implica. Cada especie tiene una función dentro de esta biorregión relacionada a su nicho ecológico”.

Ríos espera que el gobierno tome acciones más firmes para reducir la demanda de pájaros silvestres y otras especies. “Esto es un tráfico de vidas y está deteriorando nuestros ecosistemas. Está llevando a algunas especies al borde de la extinción. Se debe establecer la responsabilidad a nivel internacional, y los traficantes deben darse cuenta de que son criminales y serán encarcelados si entran al país. Nuestra constitución nos obliga a hacerlo; un medio ambiente saludable es un derecho para nuestras futuras generaciones”, declara Ríos.

Pero el tráfico continúa sin grandes obstáculos, recibiendo la ayuda de los grandes sindicatos del crimen organizado que trabajan en el famoso Mercado de Pulgas de Maracaibo, un bazar informal en la capital del estado de Zulia..

Ríos menciona que grupos ambientalistas han puesto una queja oficial sobre el tráfico de animales, pero la Guardia Nacional casi no tomó iniciativa — hizo un espectáculo de atacar a algunos traficantes, sin tomar pasos decisivos para frenar el flujo de especies de ecosistemas estuarinos hacia otros países. «El tráfico no es una prioridad para el gobierno», dijo.

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Saqueo de la naturaleza

La información más reciente sobre el tráfico de especies silvestres y sus causas en Venezuela no son fáciles de conseguir, pero de acuerdo a un estudio del 2003 llamado Impacto de la crisis económica venezolana en poblaciones de animales y plantas silvestresproducido por el científico y activista Jon Paul Rodríguez, las contracciones económicas y periódicas en Venezuela han incrementado aceleradamente la explotación de fauna y flora silvestre en el país — especialmente desde el llamado «Viernes Negro» de 1983 cuando se devaluó de manera drástica la moneda venezolana. Mientras la situación económica ha empeorado en los últimos años, muchas personas de bajos fondos se han unido al mercado negro y al tráfico de especies silvestres.

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Loritos ofrecidos en la carretera Foto: Marianne Asmüssen

Rodríguez, quien trabaja para el Departamento de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) y es presidente de la ONG Provita, explica que no sólo los pájaros son traficados. En la costa, muchos peces tropicales, langostas y caracoles Reina del Caribe (Strombus gigas) son atrapados e ilegalmente traficados como manjares.

La costa de 2.800 kilómetros, junto a las islas cercanas, hacen que el monitoreo de actividades ilegales sea difícil. Las autoridades ya se encuentran hasta sus límites con una epidemia de robos de barcos vacacionales por parte de piratas — algunos ataques han vuelto violentos. Más de 85 de esos casos han sido documentados entre 2008-2011, y aún más ocurrieron en el 2013.

Los pescadores tradicionales se han aprovechado del desorden en el mundo del tráfico de especies. «Cuando el rastreo industrial fue prohibido [en aguas locales], la pesca tradicional prosperó y no necesariamente tuvo un mejor impacto en el medio ambiente», dice Rodríguez.

Su estudio descubrió que la flota de pescadores tradicionales se duplicó de 1970 a 1995, al mismo tiempo que la flota comercial que operaba en aguas continentales se triplicó en tamaño. Los pescadores tradicionales no son lo suficientemente supervisados en comparación con los rastreadores comerciales, y pueden negociar con las especies amenazadas de peces tropicales sin temer a la persecución.

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Tráfico en Venezuela

Una de las estudiantes de Rodríguez, la bióloga chilena Marianne Asmussen, ha viajado por los caminos y las selvas de Venezuela conversando con cazadores de especies silvestres para aprender más sobre las tendencias y técnicas en el tráfico de especies. Ella buscó información en bases de datos nacionales e internacionales, revistas, páginas de web, restaurantes, y tiendas de mascotas con la intención de calcular el tamaño del mercado ilegal de fauna silvestre. Asmussen estima que más de 900.000 animales individuales que provienen de 426 especies diferentes son traficados cada año en Venezuela, con un valor neto de más de 321 millones de dólares — lo que probablemente sea una subestimación.

La bióloga chilena logró hacerse pasar por compradora para perfilar y describir la captura de fauna silvestre en carreteras del país

Asmussen produjo un perfil de los cazadores y del mercado después de visitar 19 centros de tráfico de animales venezolanos. Todos los traficantes que había contactado eran hombres, un 74 por ciento de la caza había sido de aves, típicamente el perico de cuello marrón, el loro de corona amarilla, y el turpial, el ave nacional.

Durante su investigación, Asmussen aprendió sobre los métodos del tráfico de especies, lo que incluye transportar a animales dentro de contenedores de envío que salen de Puerto La Cruz. Sin embargo, se enteró de que la ruta más común es la terrestre. Los animales silvestres cautivos son fácil y discretamente transportados a lo largo de las fronteras de casi 5.000 kilómetros entre Venezuela, Colombia, Brasil, y Guyana. Asmussen reconoce que la «falta de datos» ayuda a que muchas técnicas del tráfico ilegal — y sus rutas — se mantengan secretas.

Ella también descubrió una gran falta de información en las bases de datos, junto a subestimaciones en la literatura sobre la venta ilegal de fauna silvestre. La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), la cual incluye el cardenalito, el loro de hombros amarillos, y las guacamayas en su lista Apéndice I (Amenazados con Extinción), muestra que un total de 257 reptiles, 44 pájaros, y 15 mamíferos han sido vendidos de manera ilegal en Venezuela desde 1975 hasta 2008.

Al final de la ruta del tráfico de especies, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos logró atrapar un promedio de 21 animales venezolanos que habían sido traficados de manera ilegal dentro de los Estados Unidos entre 1994 y 2000.

Estas cifras apenas reflejan el descenso rápido y devastador de la biodiversidad venezolana. Por ejemplo, veamos las poblaciones de cardenalitos: Apenas quedan entre 250 a 1.000 pájaros de esta bella y pequeña especie, aunque existen cálculos de que quedan hasta 4.000 pájaros, de acuerdo a la UICN– lo que vendría siendo una población más chica y con menos recursos para su conservación que todos los rinocerontes u osos polares del planeta.

Cardenalitos en venta

Se estima que el cardenalito (Cardueliscucullata) tan sólo vive en el estado Lara, donde le da su nombre al equipo de béisbol local. Pero de acuerdo a la UICN, en un pasado el pájaro vivió en 15 estados a lo largo de las estribaciones del norte de Venezuela, lo que se redujo a tan sólo ocho estados en el 2008.

El estado Lara es el último refugio para los pocos individuos que quedan de esta especie, luego de que el tráfico de mascotas acabara con otras poblaciones por el resto de la cuenca del Caribe. Las pequeñas aves son «sujetas a una enorme presión a largo plazo (y desde los años cuarenta, también ilegal) por parte de cazadores, en gran parte por ser una especie que puede ser hibridada con los canarios», dice la UICN.

El cardenalito ya está extinto en Puerto Rico, Trinidad y la Isla de Monos, donde posiblemente fue introducido. Existen informes de otras poblaciones en Guyana desde el 2002, pero no se sabe si fueron introducidos o si son poblaciones endémicas. Fueron vistos en Colombia por última vez entre 1986 y 2000.

En el 2013, Armando.info publicó una entrevista con un traficante de aves, quien explicó sus métodos para transportar y traficar cardenalitos. Para poder pasar desapercibido por la policía venezolana, el nunca viaja con más de ocho pájaros, los cuales son transportados dentro de cajas de regalo con pequeños orificios para que los animales puedan respirar.

Un mes antes del viaje, el pone a los pájaros en una dieta de alimentos muy nutritivos como brócoli y manzanas, lo que les permite sobrevivir sin comida durante la travesía. Las aves pasan por la seguridad del aeropuerto dentro de equipajes de mano porque las máquinas de rayos X no logran detectarlos, ya que sus huesos son huecos. Los cardenalitos se mantienen lejos de la luz del sol durante el viaje para prevenir a que canten. El traficante dice haber comercializado las pequeñas aves sin ser percibido por dos décadas.

El veterinario Miguel Ángel Arvelo confirma estos métodos. Él está al frente de la “Iniciativa Cardenalito”, una alianza entre instituciones públicas y privadas de varios países dedicados al estudio de las poblaciones de cardenalitos, sus hábitats, y su conservación — una organización con una base importante de voluntarios y patrocinadores, que recibió más de 100.000 dólares en becas y donaciones en el año 2015.

El grupo está trabajando con el Instituto Smithsonian para generar un mapa del hábitat de los cardenalitos. El objetivo de este proyecto es crear protocolos para la cría y el manejo de las poblaciones cautivas. Los socios de Arvelo son Provita y el IVIC, así también como dos zoológicos venezolanos, y entidades de Colombia y Guyana.

El veterinario explica como los cazadores aprehenden a las pequeñas aves. El cardenalito es atraído por el cazador con una llamada de pájaro, y luego queda atrapado en una pega que ha sido colocada en un árbol. Como el cardenalito apenas pesa 100 gramos, los cazadores pueden fácilmente guardar a los pequeños cautivos en bolsillos y bolsas.

Desafortunadamente, sus chances de sobrevivencia después de 12 horas sin alimento son muy bajos: «Ellos tienen un metabolismo extremadamente acelerado», explica Arvelo. “Se alimentan de semillas y deben comer constantemente. Cuando los rescatamos [de los traficantes] debemos darles una inyección de glucosa; debemos hidratarlos y darles calor, para que dejen de perder su energía mientras regulan su temperatura».

La alta demanda de cardenalitos se debe a sus cualidades genéticas. Cuando es cruzada con un canario, una cardenalita produce canarios fértiles de color rojo, los cuales son muy apreciados en el mercado internacional de mascotas. Esto explica porque los cardenalitos rojos no son vendidos a lo largo de las carreteras o através de sitios de internet, como resulta típico con los loros y monos. Al contrario, dice Angel Arvelo, “El comprador de cardenalitos es más especializado, es un conocedor».

Acciones para frenar el tráfico

Recientemente, el gobierno de Venezuela ha empezado a tomar una posición más agresiva con respecto a la degradación ambiental y al tráfico de especies. Nuevas leyes han sido aprobadas para la protección del medio ambiente, y regulaciones ya existentes han sido adaptadas para combatir al tráfico. Venezuela es un miembro de CITES y reconoce el tratado como la ley.

Fiscales a nivel nacional han llevado a cabo 5.544 juicios por temas ambientales en los primeros ocho meses del 2015, pero pocos de ellos han tratado con el tráfico. Los fiscales han estado colaborando muy de cerca con la Guardia Nacional, el único comité nacional oficial de vigilancia, el cual no quiso dar su opinión para éste artículo. Un funcionario quien prefirió el anonimato le dijo a mongabay.com que las autoridades reciben al menos un reporte de tráfico ilegal por semana en sus oficinas de El Paraíso, Caracas.

Sin embargo, los activistas están de acuerdo con el hecho de que las capturas de animales silvestres son muy esporádicas y son principalmente enfocadas en la ciudad de Caracas. Ellos reconocen que los funcionarios públicos, la policía, y la ciudadanía de todo el país — y en particular en áreas rurales — no están lo suficientemente informados sobre lo que pueden y deben hacer en caso de presenciar el tráfico ilegal de especies. Recientemente, los Ministerios de Turismo y Ecosocialismo se asociaron con organizaciones ambientalistas en una campaña educativa e informativa para tratar de disuadir a compradores de especies silvestres.

La vigilancia es poca e irregular, y el incremento en el arresto de traficantes de animales y la confiscación de animales cautivos está agotando los presupuestos de los zoológicos que intentan rescatarlos. La creación de centros de rescate permanentes para que una gran variedad de animales, pájaros y peces confiscados puedan ser devueltos a sus hábitats, requerirá un enorme compromiso de parte de gobiernos y ONGs.

Las autoridades nacionales y locales, conjuntamente con ONGs y todos los venezolanos, necesitarán unir sus esfuerzos para tomar pasos firmes y controlar el robo de los tesoros naturales.

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