La mitad de la casa de Rosa Roa no tiene techo y tampoco tiene puertas. Comparte hogar con su esposo, cuatro hijos y dos cerdos. Desde hace tres años no tiene gas doméstico y tiene que usar un fogón para cocinar.
Rosa tiene 36 años y habita en la calle El Canal del barrio Corralito, un sector pobre ubicado a las afueras de la ciudad de Barinas, donde falta la electricidad, el agua potable y tampoco hay servicio de aguas servidas. Ella y su familia tienen que hacer sus necesidades fisiológicas en el monte.
Al contrario del centro de la ciudad y de la zona de Alto Barinas, en Corralito pareciera que se olvidaron del alumbrado público, de asfaltar las calles y hasta de colocar propaganda política. “Este es el sector de los olvidados”, dice el esposo de Rosa.
La familia que vive en extrema pobreza come gracias a los pequeños cultivos que tienen. Su dieta se basa en yuca, topochos, plátanos y caña de azúcar. No es común que consuman pollo o carne de res y cuando la comen es porque a su esposo le regalan huesos en las carnicerías.
Como en muchas zonas de Barinas, en Corralito las bolsas de comida de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) empezaron a llegar con más regularidad desde diciembre pasado, cuando comenzó la campaña por la gobernación del estado. Antes de las elecciones las bolsas de comida llegaban cada tres meses.
El agua por tuberías no llega a la casa de Rosa. La mujer tuvo que usar una manguera para que el líquido pudiera llegar a su hogar.
Juan, el esposo de Rosa, no tiene un trabajo fijo y es por eso que para poder mantener económicamente a su familia tiene que trabajar con una carreta en el botadero de basura; en ese lugar recoge piezas de plástico que luego lleva a una empresa que se las compra para reciclaje.
Cuando llueve en el lugar es una agonía. El agua se sale de los canales e inunda gran parte de la barriada y a pesar que todos han pedido al Gobierno local una solución, el monte y los escombros han hecho que el canal de agua colapse.
“Mira la situación, mira como uno vive aquí. Queremos que nos tomen en cuenta; no tenemos luz. La verdad queremos que nos tomen cuenta a nosotros, a todos los barineses que tenemos necesidad. La gente no sabe de nuestra situación y necesitamos una ayuda”, dice Rosa mientras hace un recorrido por su pequeña casa.
Al visitar la zona central y de clase media de la ciudad de Barinas, gran parte de los entrevistados por Efecto Cocuyo aseguran que desde que comenzó la campaña electoral, el partido de Gobierno ha destinado recursos para embellecer, alumbrar y hasta arreglar las calles, pero en las zonas más vulnerables siguen estando a oscuras, sigue habiendo problemas de inseguridad y los ciudadanos se sienten desasistidos.
Así lo reflejó Rosa Márquez, una mujer de 37 años de edad habitante del barrio Altamira, ubicado en lo que llaman la zona baja. La mujer, que es madre de tres niños, usa “caracoles” para cocinar, porque con el dinero que recibe no puede comprar una cocina eléctrica, ya que el gas doméstico dejó de llegar con frecuencia en la zona en la que habita.
“Aquí se robaron las bombonas y no nos dan respuestas de nada, aquí se come es frijol chino y arroz”, dice la mujer mientras conversaba con un vecino en las afuera de su residencia.
No solo el tema alimenticio es un gran problema para Márquez, el inicio de las clases también la afectó ya que no tenía cómo comprar los útiles escolares de sus pequeños y por eso tiene que reciclar las hojas de cuadernos y los papeles bond.
“Es como triste tengo que hacer reciclaje e investigar porque mi cuñada me presta el Internet y va cada una semana. Reciclo para poder enviar las tareas”, expresó la mujer quien además dejó claro que este próximo 9 de enero asistirá a votar.
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“Después de que Chávez se murió Barinas cayó a pique”, fustigó.
Márquez cuenta que el pasado 4 de enero el Gobierno de Nicolás Maduro llevó una jornada de atención a la salud, pero las medicinas que le dieron para tratar la tos de uno de sus hijos estaban vencidas.
“Mi mamá fue la que se dio cuenta que esas medicinas estaban vencidas desde el 2020; menos mal no le di eso a mí muchacho”, dijo.
Karina Barco también vive en Corralito; tiene 48 años de edad y cinco hijos, dos de ellos se encuentran fuera del país. La mujer trabaja en Parmalat como personal de mantenimiento, la empresa le paga 7 bolívares al mes (2 dólares) más el bono de alimentación.
Su salario no le alcanza ni para los pasajes en el transporte urbano porque cada autobús cobra 2 bolívares. Gracias a sus hijos en el exterior es que puede sobrevivir y también a la venta de algunos embutidos que ofrece en su casa.
Karina solo come carne y pollo cuando sus hijos les envían remesas, de resto tiene que conformarse con lo que pueda comprar o lo que traiga las cajas Clap.
“Si mis hijos no estuvieran afuera yo me estuviera muriendo de hambre”, señala.
La mujer denuncia que con la falla en la distribución de gas doméstico no conoce el paradero de su cilindro. “Tengo un mes que entregué la bombona y se perdieron. Me quedé con una sola y cuando no hay gas tengo que cocinar en fogón y asustada porque el niño me sufre de asma”, afirma.
Norbelis Carces vive en el barrio Mijagua en Bajo Barinas. La mujer de 28 años de edad tiene cuatro hijos y reside junto a su madre. En su casa tienen que madrugar para poder surtirse de agua porque el servicio ya no es usual.
Aunque en otros sectores de la ciudad de Barinas el servicio llega con regularidad, en las zonas más pobres hay más déficit del servicio básico.
“Aquí no llega el agua casi, en las noches y en la madrugada es que llega. Para que llegue el agua hay que chupar la bomba y tengo que pararme a las 4:00 a. m. para recoger agua. Las calles están feas y en la noche es muy oscuro todo, esto es oscuro”, dice la joven madre soltera.
En una de las calles principales del sector Mijagua no se observó la propaganda electoral, mientras que en las avenidas principales y sectores de clase media todos los postes de electricidad están repletos de propaganda.
Carces también vive en pobreza y sobrevive gracias a su madre que desde su casa vende hielo y helados. En su casa comen con lo que les llega de la caja del Clap y los bonos que da el Gobierno a través del Sistema Patria.
“Yo quiero un cambio porque esto está muy feo. Aquí tiene que haber un cambio”, dijo.
Elizabeth Rivas tiene 30 años de edad y habita en el sector Mi Jardín de la ciudad de Barinas. Tiene dos hijos, una de tres meses y considera que los servicios públicos en su sector cada día van empeorando.
Por su zona además de los apagones y falla en la distribución del gas ha repuntado la inseguridad. Ella y su familia fueron víctimas de un asalto en su propia casa.
“No hace mucho nos robaron en la casa, se metieron y se llevaron bombonas de gas, un aire acondicionado y un motor de rebanadora”, contó.
En las pasadas elecciones del 21 de noviembre. la mujer no pudo asistir a los centros electorales porque se encontraba fuera de Barinas, pero para el próximo 9 de enero, la desidia y el abandono la han motivado a desplazarse y ejercer su derecho al sufragio.
“Yo opino que el que gane tiene que ser una persona que se le vea el cambio, que haga un cambio, que mejoren los servicios, que presenten más atención, que no se acuerden solo cuando haya elecciones”, añadió.