El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en Sabana Grande

LA HUMANIDAD · 11 OCTUBRE, 2020 08:30

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Ronny Rodríguez Rosas | @ronnyrodriguez

Foto por Iván E. Reyes | @IvanEReyes

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No importa las altas temperaturas o el inclemente sol de los últimos días en Caracas. El bulevar de Sabana Grande luce atestado de personas, que asemejan hormigas avanzando en fila india.

Cuando la capital venezolana entra en flexibilización uno de los lugares preferidos por la gente es Sabana Grande. Las tiendas que desde agosto abren sus puertas una semana sí y otra no, bajo el esquema 7+7 de la administración de Nicolás Maduro, buscan captar clientes.

Algunas zapaterías exhiben en sus vidrieras precios más bajos con decoración de Halloween, bajo el slogan «ofertas de espanto». La señora Nadeska Terán aprovechó que venía a una consulta médica con su hija de tres años y su esposo para comprarle zapatos a la niña.

Vinieron del vecino estado Aragua por razones médicas y terminaron en el bulevar de Sabana Grande, donde el bullicio retumba. Bien sea por los gritos de quienes ofrecen almuerzos en restaurantes cercanos como Estefany o en los populares chocolates «Rodrigo» que los informales ofrecen 8 o 10 por un dólar.

El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en el bulevar de Sabana Grande

Las y los caraqueños aprovechan hasta para comerse un helado

Ampliar semanas de trabajo

Estefany tiene una amiga al lado. Aunque van con sus tapabocas invitan a los transeúntes a almorzar en un restaurante donde les permiten laborar hasta las 6:00 p.m. los días de flexibilización y hasta las 5:00 p.m. cuando es semana de cuarentena.

“Salí del encierro que me tiene loca”, dice caraqueña en semana de flexibilización

Las dos ganan por comisión, mientras más comensales lleven al local más será lo que cobren a diario. Como ellas hay trabajadores de un restaurante en la avenida Solano, que caminan por las aceras con sus carteles y ofertan por cinco dólares dos hamburguesas y un refresco.

«Queremos que comiencen a trabajar todas las tiendas y negocios. Tenemos que comer y no podemos pasar la Navidad encerrados como nos tocó en Semana Santa», dice Estefany con el lamento de que las ventas caen cuando Venezuela entra en cuarentena.

El país vive la flexibilización desde el 1 de junio cuando la administración Maduro impuso primero un esquema de cinco días de flexibilización y 10 de cuarentena; luego lo rebautizó como el 7+7 y desde entonces los diferentes estados del país se han sumado al esquema.

Los últimos municipios  en hacerlo fueron el Libertador de Caracas y los del área metropolitana de la capital venezolana, donde hasta septiembre los casos de COVID-19 eran elevados.

Por eso fue en agosto cuando comenzaron a abrirse las tiendas y centros comerciales del bulevar de Sabana Grande y el casco histórico caraqueño.

El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en el bulevar de Sabana Grande

Consecomercio y Conindustria piden desde agosto ampliar la flexibilización

Muchos buscan celulares y baterías

En uno de los centros comerciales convertido ahora en un apéndice de City Market las ofertas de teléfonos celulares inteligentes y sus accesorios son el principal atractivo de caraqueñas y caraqueños.

Ledsibionet Torres es una de las vendedoras y frente al local donde trabaja intenta captar a los potenciales clientes. Confiesa que la mayoría de las personas busca teléfonos de media y alta gama. Sus precios van de 170 dólares y terminan con pequeños teléfonos básicos que cuestan 13 dólares.

«El movimiento es bueno, viene mucha gente. La mayoría prefiere los teléfonos de alta gama, pero también hay quienes compran accesorios y equipos para sus teléfonos», dice.

En el bulevar las colas se confunden en farmacias, en grandes tiendas como Traki y hasta en la famosa heladería La Poma, que ya en horas del mediodía tiene a más de 40 personas a la espera de disfrutar una barquilla.

El City Market, centro comercial de tecnología, tiene siempre una doble cola. La organizan sus vigilantes que toman la temperatura, colocan gel antibacterial y envían a las personas a desinfectarse en dos cabinas que dispusieron en las entradas; una hacia planta baja y otra en la rampa hacia los pisos superiores del establecimiento.

Las pequeñas tiendas de los pasillos son las que más tienen personas, pero en el resto de los locales la gente con sus tapabocas van preguntando precios y comparando qué teléfono puede llevarse según su presupuesto.

El City Market es uno de los que más recibe personas

Cámaras piden más de una semana de apertura

Y aunque el movimiento comercial es evidente en las semanas de flexibilización, desde el pasado mes de agosto tanto Consecomercio como Conindustria pide al gobierno de Maduro que extienda la actividad económica más allá de una semana.

“Hay que vencer la barrera de una semana. Una semana no es suficiente para atender los costos o los gastos, ni la nómina de los trabajadores que te ayudan a levantar a las empresas. Hay industrias que no pueden prender y apagar sus procesos. Necesitamos un esquema de continuidad operativa”, solicitó Felipe Capozzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) el 11 de agosto.

Sin embargo, el esquema se ha mantenido en una semana en la que se permite la operatividad de 24 sectores de la vida económica y otra de cuarentena, cuando sólo están activos los sectores priorizados en el decreto de alarma nacional del 13 de marzo.

La economía venezolana golpeada por la hiperinflación desde finales de 2017 se agravó por la caída de la producción de Pdvsa y por las sanciones de Estados Unidos a la actividad petrolera nacional, que impide comercializar el petróleo en mercados internacionales.

¿Qué esperar de la economía venezolana antes de que termine 2020?

Y con ese panorama llegó al país la pandemia del coronavirus el 13 de marzo, que trastocó aún más la pobre economía interna.

Ya en septiembre los economistas Asdrúbal Oliveros y Luis Arturo Bárcenas de la firma Ecoanalítica estimaron que al cerrar diciembre, habrá un año más de contracción económica que será el séptimo consecutivo para la nación.

El uso del dólar se extiende en el país, lo que se ve en las ofertas en tiendas de ropa, zapaterías y hasta los informales que todo lo rematan por uno o dos dólares a quienes van pasando por el bulevar de Sabana Grande.

Pero mientras los pronósticos son desalentadores, Zuley Echeverría se alegra porque es la segunda semana que la Alcaldía de Caracas le permitió instalarse en la esquina de la calle Villaflor a vender sus cotufas.

La señora Zuley Echeverría lleva dos semanas de flexibilización ofreciendo sus cotufas

«Algo se hace, porque antes estábamos en casa sin hacer nada. La alcaldía nos permite trabajar hasta las 4:00 de la tarde cuando hay flexibilización, en cuarentena no puedo venir», comenta después de vender dos bolsas de cotufa que expende a 50.000 bolívares cada una.

Y mientras el bullicio retumba en el bulevar de Sabana Grande, los funcionarios de Policaracas dictan charlas a quienes reprenden por no llevar tapabocas en sus recorridos. «No arriesguen, mantengamos la conciencia y si no tiene necesidad de salir, quédese en su casa, cuídense», dice un uniformado. Pero son palabras que caen en saco roto cuando el largo paseo comercial está lleno de personas.

 

 

 

LA HUMANIDAD · 11 OCTUBRE, 2020

El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en Sabana Grande

Texto por Ronny Rodríguez Rosas | @ronnyrodriguez
Foto por Iván E. Reyes | @IvanEReyes

No importa las altas temperaturas o el inclemente sol de los últimos días en Caracas. El bulevar de Sabana Grande luce atestado de personas, que asemejan hormigas avanzando en fila india.

Cuando la capital venezolana entra en flexibilización uno de los lugares preferidos por la gente es Sabana Grande. Las tiendas que desde agosto abren sus puertas una semana sí y otra no, bajo el esquema 7+7 de la administración de Nicolás Maduro, buscan captar clientes.

Algunas zapaterías exhiben en sus vidrieras precios más bajos con decoración de Halloween, bajo el slogan «ofertas de espanto». La señora Nadeska Terán aprovechó que venía a una consulta médica con su hija de tres años y su esposo para comprarle zapatos a la niña.

Vinieron del vecino estado Aragua por razones médicas y terminaron en el bulevar de Sabana Grande, donde el bullicio retumba. Bien sea por los gritos de quienes ofrecen almuerzos en restaurantes cercanos como Estefany o en los populares chocolates «Rodrigo» que los informales ofrecen 8 o 10 por un dólar.

El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en el bulevar de Sabana Grande

Las y los caraqueños aprovechan hasta para comerse un helado

Ampliar semanas de trabajo

Estefany tiene una amiga al lado. Aunque van con sus tapabocas invitan a los transeúntes a almorzar en un restaurante donde les permiten laborar hasta las 6:00 p.m. los días de flexibilización y hasta las 5:00 p.m. cuando es semana de cuarentena.

“Salí del encierro que me tiene loca”, dice caraqueña en semana de flexibilización

Las dos ganan por comisión, mientras más comensales lleven al local más será lo que cobren a diario. Como ellas hay trabajadores de un restaurante en la avenida Solano, que caminan por las aceras con sus carteles y ofertan por cinco dólares dos hamburguesas y un refresco.

«Queremos que comiencen a trabajar todas las tiendas y negocios. Tenemos que comer y no podemos pasar la Navidad encerrados como nos tocó en Semana Santa», dice Estefany con el lamento de que las ventas caen cuando Venezuela entra en cuarentena.

El país vive la flexibilización desde el 1 de junio cuando la administración Maduro impuso primero un esquema de cinco días de flexibilización y 10 de cuarentena; luego lo rebautizó como el 7+7 y desde entonces los diferentes estados del país se han sumado al esquema.

Los últimos municipios  en hacerlo fueron el Libertador de Caracas y los del área metropolitana de la capital venezolana, donde hasta septiembre los casos de COVID-19 eran elevados.

Por eso fue en agosto cuando comenzaron a abrirse las tiendas y centros comerciales del bulevar de Sabana Grande y el casco histórico caraqueño.

El bullicio de la flexibilización caraqueña retumba en el bulevar de Sabana Grande

Consecomercio y Conindustria piden desde agosto ampliar la flexibilización

Muchos buscan celulares y baterías

En uno de los centros comerciales convertido ahora en un apéndice de City Market las ofertas de teléfonos celulares inteligentes y sus accesorios son el principal atractivo de caraqueñas y caraqueños.

Ledsibionet Torres es una de las vendedoras y frente al local donde trabaja intenta captar a los potenciales clientes. Confiesa que la mayoría de las personas busca teléfonos de media y alta gama. Sus precios van de 170 dólares y terminan con pequeños teléfonos básicos que cuestan 13 dólares.

«El movimiento es bueno, viene mucha gente. La mayoría prefiere los teléfonos de alta gama, pero también hay quienes compran accesorios y equipos para sus teléfonos», dice.

En el bulevar las colas se confunden en farmacias, en grandes tiendas como Traki y hasta en la famosa heladería La Poma, que ya en horas del mediodía tiene a más de 40 personas a la espera de disfrutar una barquilla.

El City Market, centro comercial de tecnología, tiene siempre una doble cola. La organizan sus vigilantes que toman la temperatura, colocan gel antibacterial y envían a las personas a desinfectarse en dos cabinas que dispusieron en las entradas; una hacia planta baja y otra en la rampa hacia los pisos superiores del establecimiento.

Las pequeñas tiendas de los pasillos son las que más tienen personas, pero en el resto de los locales la gente con sus tapabocas van preguntando precios y comparando qué teléfono puede llevarse según su presupuesto.

El City Market es uno de los que más recibe personas

Cámaras piden más de una semana de apertura

Y aunque el movimiento comercial es evidente en las semanas de flexibilización, desde el pasado mes de agosto tanto Consecomercio como Conindustria pide al gobierno de Maduro que extienda la actividad económica más allá de una semana.

“Hay que vencer la barrera de una semana. Una semana no es suficiente para atender los costos o los gastos, ni la nómina de los trabajadores que te ayudan a levantar a las empresas. Hay industrias que no pueden prender y apagar sus procesos. Necesitamos un esquema de continuidad operativa”, solicitó Felipe Capozzolo, presidente del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) el 11 de agosto.

Sin embargo, el esquema se ha mantenido en una semana en la que se permite la operatividad de 24 sectores de la vida económica y otra de cuarentena, cuando sólo están activos los sectores priorizados en el decreto de alarma nacional del 13 de marzo.

La economía venezolana golpeada por la hiperinflación desde finales de 2017 se agravó por la caída de la producción de Pdvsa y por las sanciones de Estados Unidos a la actividad petrolera nacional, que impide comercializar el petróleo en mercados internacionales.

¿Qué esperar de la economía venezolana antes de que termine 2020?

Y con ese panorama llegó al país la pandemia del coronavirus el 13 de marzo, que trastocó aún más la pobre economía interna.

Ya en septiembre los economistas Asdrúbal Oliveros y Luis Arturo Bárcenas de la firma Ecoanalítica estimaron que al cerrar diciembre, habrá un año más de contracción económica que será el séptimo consecutivo para la nación.

El uso del dólar se extiende en el país, lo que se ve en las ofertas en tiendas de ropa, zapaterías y hasta los informales que todo lo rematan por uno o dos dólares a quienes van pasando por el bulevar de Sabana Grande.

Pero mientras los pronósticos son desalentadores, Zuley Echeverría se alegra porque es la segunda semana que la Alcaldía de Caracas le permitió instalarse en la esquina de la calle Villaflor a vender sus cotufas.

La señora Zuley Echeverría lleva dos semanas de flexibilización ofreciendo sus cotufas

«Algo se hace, porque antes estábamos en casa sin hacer nada. La alcaldía nos permite trabajar hasta las 4:00 de la tarde cuando hay flexibilización, en cuarentena no puedo venir», comenta después de vender dos bolsas de cotufa que expende a 50.000 bolívares cada una.

Y mientras el bullicio retumba en el bulevar de Sabana Grande, los funcionarios de Policaracas dictan charlas a quienes reprenden por no llevar tapabocas en sus recorridos. «No arriesguen, mantengamos la conciencia y si no tiene necesidad de salir, quédese en su casa, cuídense», dice un uniformado. Pero son palabras que caen en saco roto cuando el largo paseo comercial está lleno de personas.

 

 

 

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