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Mabel Sarmiento | @mabelsarmiento
Foto por Mairet ChourioUn par de años antes de la pandemia generada por el COVID-19 y durante el primer año de cuarentena, la movilidad vehicular en Caracas (y en todo el país) se redujo considerablemente.
Factores como la crisis económica, la escasez de repuestos, la migración forzada, la reducción de la cartera crediticia para la repotenciación y compra de unidades del transporte público tuvieron marcada incidencia en ese problema.
El derecho a la movilidad está establecido en el artículo 13 de la declaración universal de los derechos humanos, definido como el derecho que toda persona tiene “a circular libremente dentro y fuera del territorio nacional y a elegir el lugar de su residencia”.
En el ámbito nacional, este derecho se encuentra tipificado en el artículo 50 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, como la libertad que tiene toda persona de “transitar libremente y por cualquier medio por el territorio nacional (…)”.
Durante la pandemia este derecho se vio aún más limitado. La ONG Resonalia dijo, en su informe de 2020, que estas restricciones a la circulación estuvieron ligadas a confinamientos que no respondieron a las realidades territoriales de cada comunidad, abusos policiales y escasez generalizada de combustibles, y, por otra parte, sirvió como justificación para la criminalización y desatención a los y las migrantes que retornaron al país.
Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad, explica en cinco claves el por qué se observan más colas en Caracas y si ese fenómeno se traduce en si hay realmente una mejora sustancial de la movilidad?
Lo que se observa es un fenómeno atípico que se vivió, por ejemplo, en la Caracas de 2007.
A partir del 15 de noviembre y, aproximadamente, hasta el 15 de enero, siempre se solía tomar ese tiempo como un período atípico, pues se incrementaba el tránsito en la el Área Metropolitana de Caracas y, luego, decrecía.
Las colas se generaban desde 15 de noviembre hasta el 24 de diciembre. La gente salía a comprar, viajaba, celebraba, había conciertos y encuentros en plazas y parques.
Eso variaba luego del 25 de diciembre hasta el 15 de enero, lapso en el cual se veían las calles desoladas.
Esa situación ocurre de nuevo. Ahora, se observan más personas haciendo viajes diarios por las festividades decembrinas.
A diferencia del primer año de pandemia, en estas fechas se retomaron incluso las reuniones empresariales de fin de año. Eso involucra una dinámica que incrementa la presencia de ciudadanos en las calles, a pie, en bicicletas o en carros.
Es sintomático el hecho de que hay un movimiento de la economía, independientemente de la crisis económica.
Hoy en día, estamos viendo más gente regresando a sus rutinas, así sea de manera informal. Pero, eso no habla de una mejora sustancial, pues no obedece a una plan ordenado para reorganizar la vialidad.
En todos los niveles de la sociedad se observa una anarquía generalizada: peatones cruzando donde no deben, vehículos mal estacionados, desaparición de las paradas del transporte público, estacionamientos ilegales de vehículos, muchos conductores haciendo maniobras en las vías.
A la anarquía se suma la ausencia de controles, el olvido o desconocimiento de la Ley de Tránsito. Algo tan simple como es la existencia del policía de tránsito, ya no se ve en las calles de Caracas. Lo que hay es funcionarios poniendo conos y alcabalas móviles que también ocasionan embudos. Frente a todos estos patrones de movilidad hay, además, ausencia de la autoridad.
Además de estas cinco claves, hay otros factores visibles que igual generan colas como son los huecos, los semáforos dañados, los vendedores informales en las vías y las lagunas que se generan cuando llueve. Vías de San Bernardino, La Florida, El Valle, las avenidas Andrés Bello, Nueva Granada, son muestra clara de la falta de mantenimiento.
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Un par de años antes de la pandemia generada por el COVID-19 y durante el primer año de cuarentena, la movilidad vehicular en Caracas (y en todo el país) se redujo considerablemente.
Factores como la crisis económica, la escasez de repuestos, la migración forzada, la reducción de la cartera crediticia para la repotenciación y compra de unidades del transporte público tuvieron marcada incidencia en ese problema.
El derecho a la movilidad está establecido en el artículo 13 de la declaración universal de los derechos humanos, definido como el derecho que toda persona tiene “a circular libremente dentro y fuera del territorio nacional y a elegir el lugar de su residencia”.
En el ámbito nacional, este derecho se encuentra tipificado en el artículo 50 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, como la libertad que tiene toda persona de “transitar libremente y por cualquier medio por el territorio nacional (…)”.
Durante la pandemia este derecho se vio aún más limitado. La ONG Resonalia dijo, en su informe de 2020, que estas restricciones a la circulación estuvieron ligadas a confinamientos que no respondieron a las realidades territoriales de cada comunidad, abusos policiales y escasez generalizada de combustibles, y, por otra parte, sirvió como justificación para la criminalización y desatención a los y las migrantes que retornaron al país.
Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad, explica en cinco claves el por qué se observan más colas en Caracas y si ese fenómeno se traduce en si hay realmente una mejora sustancial de la movilidad?
Lo que se observa es un fenómeno atípico que se vivió, por ejemplo, en la Caracas de 2007.
A partir del 15 de noviembre y, aproximadamente, hasta el 15 de enero, siempre se solía tomar ese tiempo como un período atípico, pues se incrementaba el tránsito en la el Área Metropolitana de Caracas y, luego, decrecía.
Las colas se generaban desde 15 de noviembre hasta el 24 de diciembre. La gente salía a comprar, viajaba, celebraba, había conciertos y encuentros en plazas y parques.
Eso variaba luego del 25 de diciembre hasta el 15 de enero, lapso en el cual se veían las calles desoladas.
Esa situación ocurre de nuevo. Ahora, se observan más personas haciendo viajes diarios por las festividades decembrinas.
A diferencia del primer año de pandemia, en estas fechas se retomaron incluso las reuniones empresariales de fin de año. Eso involucra una dinámica que incrementa la presencia de ciudadanos en las calles, a pie, en bicicletas o en carros.
Es sintomático el hecho de que hay un movimiento de la economía, independientemente de la crisis económica.
Hoy en día, estamos viendo más gente regresando a sus rutinas, así sea de manera informal. Pero, eso no habla de una mejora sustancial, pues no obedece a una plan ordenado para reorganizar la vialidad.
En todos los niveles de la sociedad se observa una anarquía generalizada: peatones cruzando donde no deben, vehículos mal estacionados, desaparición de las paradas del transporte público, estacionamientos ilegales de vehículos, muchos conductores haciendo maniobras en las vías.
A la anarquía se suma la ausencia de controles, el olvido o desconocimiento de la Ley de Tránsito. Algo tan simple como es la existencia del policía de tránsito, ya no se ve en las calles de Caracas. Lo que hay es funcionarios poniendo conos y alcabalas móviles que también ocasionan embudos. Frente a todos estos patrones de movilidad hay, además, ausencia de la autoridad.
Además de estas cinco claves, hay otros factores visibles que igual generan colas como son los huecos, los semáforos dañados, los vendedores informales en las vías y las lagunas que se generan cuando llueve. Vías de San Bernardino, La Florida, El Valle, las avenidas Andrés Bello, Nueva Granada, son muestra clara de la falta de mantenimiento.