Profesionales se ven obligados a rebuscarse para sobrellevar la crisis económica

ECONOMÍA · 2 JULIO, 2016 13:30

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Leidys Villarroel | @leidsvillarroel


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Trabaje en una empresa pública o en una privada, la remuneración que recibe un ingeniero, abogado o administrador no alcanza para cubrir, al menos, los gastos básicos del hogar. Desde hace varios meses, muchos profesionales se han visto obligados a “rebuscarse”, “matar tigritos” o buscar un empleo extra, con la meta de tener algo en el bolsillo hasta el próximo día de cobro.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), el pasado mes de abril se registró una tasa de desempleo de 37,3%, en comparación con el mismo mes del año anterior cuando se registró una tasa de 35,2%.

Radioterapeuta y vendedora de café

Albany Vásquez trabaja desde 2014 en el Hospital Clínico Universitario como técnico en radioterapia y medicina nuclear y un año atrás, cuando tenía 22 años de edad, había comenzado a vender café para costearse los pocos meses de estudio que le quedaban en la universidad para terminar la carrera. “Se suponía que después de que me graduara, iba a dejar de vender café”, dice.

Su motivación le hacía pensar que, trabajando dos turnos en el centro hospitalario, acabaría con el comercio informal que la hacía salir de su casa a las 3:00 am en Quinta Crespo, con la satisfacción de regresar antes de las 7:00 am, con toda la producción del día vendida.

Sin embargo, el deterioro económico del país, le hizo una mala jugada: Albanys se graduó en 2015 y tuvo que continuar vendiendo «negritos y guayoyos», a lo largo de la avenida Baralt porque los casi Bs. 40.000 que gana al mes, con los tickets de alimentación incluidos, no le alcanzan para cubrir sus gastos, los de su mamá y los de su bebé de 8 meses.

 

Tres años después, el carrito improvisado con cuatro termos de café, sigue siendo el mejor aliado de Albany para contrarrestar la crisis que, a sus 25 años de edad, le ha impedido conseguir el sueño de superación que la hizo mudarse con su familia en el año 2007, de su natal Apure a Caracas. “Se suponía que veníamos a superarnos porque era la ciudad”, asintió.

Maestro panadero y vendedor de ropa usada

“Yo nunca había hecho esto hasta que me di cuenta de que tres mil bolívares me alcanzaban para comprar un solo kilo de arroz”, es la sentencia que lanza Carlos Briceño desde su puesto de venta de ropa usada, donde expone las prendas sobre una sábana en la avenida Baralt, poco antes de llegar al mercado de Quinta Crespo.

Es maestro panadero desde hace 7 años en el mismo establecimiento, pero desde que comenzó a llegar la harina de trigo «a cuenta gotas», solo lo llaman cuando es necesario. “He pasado hasta un mes sin trabajar”, afirma.

Para Carlos, puede haber días en los que no haga nada de dinero vendiendo ropa usada, pero “hay días en los que me gano mil, hay otros en los que me gano 6 mil, que me alcanzan para llevarle la comida del día a mi familia”.

Trabajador del Saime y escolta

Franklin Romero trabajó como funcionario de la Policía Metropolitana de Caracas durante 17 años. Desde 2001 se desempeña como empleado público en el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME) y, además, trabaja como escolta de lunes a sábado, de 4:00 pm a 8:00 pm. Asegura que los Bs. 64.000 que reúne mensualmente, “se van todos en comida”.

A Franklin le causa tristeza esquivar las peticiones de su hija de 16 años, cuando le pide dinero para salir a distraerse. “Ahora no puedo ni comerme un helado”, dice.

Asistente administrativo y vendedor de donas

Jesús González tiene 21 años y trabaja como asistente administrativo en el Colegio de Ingenieros, en Caracas desde hace 6 años, cuando quedó escogido por medio de las pasantías que realizaba como estudiante del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista.

Tener que aportar ocho mil bolívares semanalmente a los gastos de la casa, donde vive con cuatro personas, lo ha obligado a vender dulces los fines de semana en la salida de la estación del Metro Gato Negro. Sale a las 7:00 am de su casa en Los Flores de Catia y comienza la jornada a las 8:00 am. «Puedo ganarme 15 mil bolívares diarios» un sábado o un domingo, asegura.

Vendedor en Pollo’s Arturos y bueno «pa’ lo que sea»

Víctor Suárez trabaja en Arturo´s y gana Bs. 3 mil semnal

A diferencia de los casos anteriores, Víctor Suárez no tiene dos empleos para sobrellevar los gastos de su casa, de su hija (2), de su esposa y de su mamá. Desde hace seis años trabaja como vendedor en la cadena Pollo’s Arturo en Sabana Grande y desde marzo de este año, decidió que era necesario «rebuscarse» para obtener una remuneración quincenal extra.

Mientras encuentra un nuevo empleo, Víctor deja Caracas los fines de semana y se va a Valles del Tuy a cortar el monte de la casa de su vecino. Asegura que los Bs. 3.000 que gana semanalmente en la franquicia se le van en comprar un almuerzo en su mismo lugar de trabajo. “Yo hago lo que puedo”, repetía una y otra vez.

Ingeniero y taxista

A través del canal Cocuyo Whatsapp, Efecto Cocuyo se comunicó con Javier García, ingeniero electricista graduado en la Universidad de Oriente (UDO), quien actualmente ejerce su profesión como funcionario en la Gobernación del estado Sucre, desde hace 11 años. El sueldo mínimo de Bs. 20.000 que comenzó a recibir la quincena del 15 de mayo «con el aumento del 20% anunciado el pasado 17 de febrero, lo obligó a «taxear» desde hace tres semanas de lunes a viernes, de 3:00 pm a 7:00pm, porque «lo que gano en la Gobernación, no alcanza para nada».

Mensualmente, puede reunir Bs. 30.000 trasladando pasajeros y, sin embargo, cubrir los gastos de su grupo familiar de 5 personas sigue siendo «cuesta arriba». «Nosotros tenemos que salir a comprar comida con sobreprecio; y mi trabajo como ingeniero no me da para comprar el alimento necesario», dice García, quien asegura que tras comprar un kilo de harina pan a Bs. 1.500, eso puede acabarse en preparar un desayuno y una cena.

ECONOMÍA · 2 JULIO, 2016

Profesionales se ven obligados a rebuscarse para sobrellevar la crisis económica

Texto por Leidys Villarroel | @leidsvillarroel

Trabaje en una empresa pública o en una privada, la remuneración que recibe un ingeniero, abogado o administrador no alcanza para cubrir, al menos, los gastos básicos del hogar. Desde hace varios meses, muchos profesionales se han visto obligados a “rebuscarse”, “matar tigritos” o buscar un empleo extra, con la meta de tener algo en el bolsillo hasta el próximo día de cobro.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), el pasado mes de abril se registró una tasa de desempleo de 37,3%, en comparación con el mismo mes del año anterior cuando se registró una tasa de 35,2%.

Radioterapeuta y vendedora de café

Albany Vásquez trabaja desde 2014 en el Hospital Clínico Universitario como técnico en radioterapia y medicina nuclear y un año atrás, cuando tenía 22 años de edad, había comenzado a vender café para costearse los pocos meses de estudio que le quedaban en la universidad para terminar la carrera. “Se suponía que después de que me graduara, iba a dejar de vender café”, dice.

Su motivación le hacía pensar que, trabajando dos turnos en el centro hospitalario, acabaría con el comercio informal que la hacía salir de su casa a las 3:00 am en Quinta Crespo, con la satisfacción de regresar antes de las 7:00 am, con toda la producción del día vendida.

Sin embargo, el deterioro económico del país, le hizo una mala jugada: Albanys se graduó en 2015 y tuvo que continuar vendiendo «negritos y guayoyos», a lo largo de la avenida Baralt porque los casi Bs. 40.000 que gana al mes, con los tickets de alimentación incluidos, no le alcanzan para cubrir sus gastos, los de su mamá y los de su bebé de 8 meses.

 

Tres años después, el carrito improvisado con cuatro termos de café, sigue siendo el mejor aliado de Albany para contrarrestar la crisis que, a sus 25 años de edad, le ha impedido conseguir el sueño de superación que la hizo mudarse con su familia en el año 2007, de su natal Apure a Caracas. “Se suponía que veníamos a superarnos porque era la ciudad”, asintió.

Maestro panadero y vendedor de ropa usada

“Yo nunca había hecho esto hasta que me di cuenta de que tres mil bolívares me alcanzaban para comprar un solo kilo de arroz”, es la sentencia que lanza Carlos Briceño desde su puesto de venta de ropa usada, donde expone las prendas sobre una sábana en la avenida Baralt, poco antes de llegar al mercado de Quinta Crespo.

Es maestro panadero desde hace 7 años en el mismo establecimiento, pero desde que comenzó a llegar la harina de trigo «a cuenta gotas», solo lo llaman cuando es necesario. “He pasado hasta un mes sin trabajar”, afirma.

Para Carlos, puede haber días en los que no haga nada de dinero vendiendo ropa usada, pero “hay días en los que me gano mil, hay otros en los que me gano 6 mil, que me alcanzan para llevarle la comida del día a mi familia”.

Trabajador del Saime y escolta

Franklin Romero trabajó como funcionario de la Policía Metropolitana de Caracas durante 17 años. Desde 2001 se desempeña como empleado público en el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME) y, además, trabaja como escolta de lunes a sábado, de 4:00 pm a 8:00 pm. Asegura que los Bs. 64.000 que reúne mensualmente, “se van todos en comida”.

A Franklin le causa tristeza esquivar las peticiones de su hija de 16 años, cuando le pide dinero para salir a distraerse. “Ahora no puedo ni comerme un helado”, dice.

Asistente administrativo y vendedor de donas

Jesús González tiene 21 años y trabaja como asistente administrativo en el Colegio de Ingenieros, en Caracas desde hace 6 años, cuando quedó escogido por medio de las pasantías que realizaba como estudiante del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista.

Tener que aportar ocho mil bolívares semanalmente a los gastos de la casa, donde vive con cuatro personas, lo ha obligado a vender dulces los fines de semana en la salida de la estación del Metro Gato Negro. Sale a las 7:00 am de su casa en Los Flores de Catia y comienza la jornada a las 8:00 am. «Puedo ganarme 15 mil bolívares diarios» un sábado o un domingo, asegura.

Vendedor en Pollo’s Arturos y bueno «pa’ lo que sea»

Víctor Suárez trabaja en Arturo´s y gana Bs. 3 mil semnal

A diferencia de los casos anteriores, Víctor Suárez no tiene dos empleos para sobrellevar los gastos de su casa, de su hija (2), de su esposa y de su mamá. Desde hace seis años trabaja como vendedor en la cadena Pollo’s Arturo en Sabana Grande y desde marzo de este año, decidió que era necesario «rebuscarse» para obtener una remuneración quincenal extra.

Mientras encuentra un nuevo empleo, Víctor deja Caracas los fines de semana y se va a Valles del Tuy a cortar el monte de la casa de su vecino. Asegura que los Bs. 3.000 que gana semanalmente en la franquicia se le van en comprar un almuerzo en su mismo lugar de trabajo. “Yo hago lo que puedo”, repetía una y otra vez.

Ingeniero y taxista

A través del canal Cocuyo Whatsapp, Efecto Cocuyo se comunicó con Javier García, ingeniero electricista graduado en la Universidad de Oriente (UDO), quien actualmente ejerce su profesión como funcionario en la Gobernación del estado Sucre, desde hace 11 años. El sueldo mínimo de Bs. 20.000 que comenzó a recibir la quincena del 15 de mayo «con el aumento del 20% anunciado el pasado 17 de febrero, lo obligó a «taxear» desde hace tres semanas de lunes a viernes, de 3:00 pm a 7:00pm, porque «lo que gano en la Gobernación, no alcanza para nada».

Mensualmente, puede reunir Bs. 30.000 trasladando pasajeros y, sin embargo, cubrir los gastos de su grupo familiar de 5 personas sigue siendo «cuesta arriba». «Nosotros tenemos que salir a comprar comida con sobreprecio; y mi trabajo como ingeniero no me da para comprar el alimento necesario», dice García, quien asegura que tras comprar un kilo de harina pan a Bs. 1.500, eso puede acabarse en preparar un desayuno y una cena.

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