A consecuencia de la pandemia del nuevo coronavirus, el flujo de las remesas en toda América Latina y el Caribe será menor en los meses por venir.
El Banco Mundial calcula que esa reducción llegará hasta 19,3% en la región para el cierre de este año, mientras que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal) es más optimista y proyecta solo una caída de las remesas entre 10% y 15%. En Venezuela, por supuesto, esto también tendrá un impacto económico.
“Es probable que la caída de las remesas sea más aguda en América Latina que en otras regiones. Esto se debe a que Italia, España y los Estados Unidos, que son los principales países de origen de remesas de la región, se han visto muy afectados por la pandemia” advirtió el Banco Mundial, en su reporte sobre “La crisis COVID-19 vista desde el lente migratorio”.
Quienes envían dinero a sus familias latinoamericanas, no en vano, suelen ser parte de la fuerza laboral en los restaurantes, los hoteles y la construcción. Estos son sectores económicos muy afectados por las medidas de distanciamiento físico en estos tres países desarrollados.
En los Estados Unidos, por ejemplo, se alcanzó una cifra récord de 26 millones de desempleados durante la semana pasada. Sin embargo, ese número no cuenta a una porción importante de los migrantes latinoamericanos y venezolanos que trabajan de manera informal y no pueden acceder a ninguna clase de ayuda estatal.
“La alta tasa de informalidad laboral de la región hace a los trabajadores muy vulnerables a los efectos de la pandemia y a las medidas para enfrentarla” resaltó la Cepal, en su informe especial “Dimensionar los efectos del COVID-19”.
Desempleados y con una movilidad reducida para trabajar de manera informal están muchos venezolanos en países como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Ahora ellos no solo no están en condiciones de enviar remesas de dólares a sus familias sino que, además, tuvieron que emprender el regreso durante estas semanas de cuarentena porque no tienen cómo cubrir el pago del alquiler de la vivienda o su alimentación diaria.
Remesas digitales
Haití, Honduras, El Salvador, Jamaica y Nicaragua aparecen como los países de la región más afectados por la reducción del flujo de remesas. Ni el Banco Mundial ni la Cepal proyectan de cuánto será la caída de las remesas en Venezuela, pero está claro que varias familias aquí dejarán de recibir ese apoyo económico que se invierte en la compra de alimentos o productos de higiene personal y el pago de servicios como Internet.
Las remesas empezaron a ser una fuente de oxígeno económico en Venezuela en la medida que aumentó la cantidad de migrantes que ahora ya suman más de 4,6 millones, de acuerdo a las cifras más recientes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La firma Datos Group, por ejemplo, asegura que 3 de cada 10 familias en el país cuentan con las remesas como una fuente de ingresos en su día a día, de acuerdo con 2.100 personas entrevistadas entre el 9 y 27 de enero de este año. Esta cifra es muy similar a la aportada por Datanálisis que calcula que 25% de quienes cuentan con dólares provienen de las remesas.
Ecoanalítica empezó a hacerle un seguimiento en 2016 y estimó que ese año entraron al país 78 millones de dólares en remesas. Una cifra que se disparó hasta los 3.700 millones de dólares que se estimaron para el cierre del año pasado.
La ventana para recibir las remesas sigue abierta a pesar de que las taquillas de atención permanecen cerradas desde el pasado 16 de marzo en todo el país. Las casas de cambio Italcambio y el Grupo Zoom adaptaron sus sistemas para continuar con el servicio de remesas a tasa oficial. Estas empresas ahora siguen un protocolo electrónico para que los migrantes puedan poner órdenes de envío desde algunos países en el exterior y aquí las familias reciban sus bolívares mediante una transferencia electrónica pasadas entre 48 y 72 horas.
Aunque la mayor parte de ese flujo de remesas entra a Venezuela a la tasa de 200.000 bolívares como alcanzó la cotización del dólar paralelo esta semana, provenientes de casas de cambio informales que operan por páginas web y mensajería privada como WhatsApp.