¿A qué sabe la comida en el espacio? Esa es una pregunta que solo pueden responder los astronautas.
Sin embargo, las agencias espaciales y los mismos exploradores se han dado la tarea de revelar cuáles son los platillos que conforman su “menú espacial” y cómo, gracias a la evolución de los vuelos espaciales humanos, también ha evolucionado la alimentación en órbita.
De adelanto: pueden comer pizza, tortillas, mantequilla de maní, chocolate, helado y más.
We've all got to eat! That includes astronauts on the @space_station. 🌮🍕🍫🥡
— NASA's Johnson Space Center (@NASA_Johnson) August 14, 2020
For the #spacestation20th anniversary of continuous human presence, take a look back at some of the meals that have been shared in microgravity from all around the world. https://t.co/zQMJbCAtyD pic.twitter.com/gzn3lz6q9l
Tubos de aluminio: demostrar que se puede comer en el espacio
Cuando comenzó la “carrera espacial”, una de las preguntas sin respuesta era precisamente si los astronautas podían comer en el espacio. No sabían si había efecto adverso a la hora de consumir alimentos o cómo reaccionarían fuera de la Tierra.
Fue el 12 de abril de 1961, que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, además de hacer historia como el primer ser humano en el espacio a bordo de la cápsula Vostok 1, también se convirtió en la primera persona en comer fuera del planeta.
Gagarin exprimió carne de res y pasta de hígado de un tubo de aluminio en su boca. Y de postre tomó una salsa de chocolate con el mismo método.
Posteriormente, sus colegas cosmonautas que volaron en misiones más largas, de hasta cinco días, también consumieron sus comidas en tubos.
Después del logro soviético, en 1962 con la misión Mercury-Atlas 6, el astronauta John Glenn fue el primer estadounidense en comer en el espacio: salsa de manzana de un tubo parecido a una pasta de dientes.
Sus demás compañeros astronautas del programa Mercury en misiones un poco más largas, también consumieron otros alimentos en tubos.
Esas primeras experiencias demostraron que los humanos podían comer y tragar con ingravidez sin efectos nocivos, aunque las comidas no eran particularmente apetitosas.
Liofilización de alimentos y el fracaso del pan
Durante el programa Géminis, se introdujeron los alimentos liofilizados para que los astronautas pudieran comer cuando se trataba de misiones más extensas. La tripulación usó el suministro de agua de la nave espacial para “reconstituir” la comida antes de comer.
Ya con las misiones Apolo, los astronautas tenían alrededor de 70 artículos para elegir, incluidos platos fuertes, condimentos y bebidas. Como la comida venía liofilizada (deshidratada) y empaquetada, los astronautas debían agregar agua.
Se comprobó que no puede haber pan en el espacio: como experimento, llevaron sándwiches, pero además de que no se mantenía fresco, causaba migas que flotaban en la cabina y había riesgo de dañar equipos sensibles o que entraran en los ojos o pulmones de los astronautas.
Si bien la cantidad de alimentos no era variada en ese entonces, la incorporación de un congelador a bordo de la primera Estación Espacial de Estados Unidos (Mir), mejoró notablemente el menú: langosta Newburg, helado y el resto, en latas para proporcionar vida útil.
La “cocina” en el espacio
Para el proyecto de prueba Apollo-Soyuz en 1975, los astronautas estadounidenses intercambiaron comida con sus colegas rusos durante dos días de actividades.
Pero cuando llegó el transbordador espacial en 1981, la disponibilidad de una cocina para rehidratar y recalentar alimentos hizo que los menús de los astronautas fueran más sabrosos y variados.
El módulo principal de la estación espacial Mir incluía una mesa de comedor con la capacidad de recalentar alimentos en latas y tubos y, utilizando un dispensador de agua fría y caliente cercano, los cosmonautas podían rehidratar ciertos alimentos como jugos y sopas.
Las tortillas llegan al espacio
Tras el fracaso del pan en órbita, en noviembre de 1985, el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela, miembro de la tripulación a bordo de Atlantis (misión STS-61B), solicitó que se incluyeran tortillas que, a diferencia del pan normal, no producían migas.
Desde allí, las tortillas han sido las favoritas de los astronautas, por lo que son parte fija de los suministros a bordo de la actual Estación Espacial Internacional (EEI).
Los astronautas hacen burritos, hamburguesas o sándwiches con mantequilla de maní y mermelada.
Preparar la comida espacial
Hay un laboratorio especializado para hacer la comida de los astronautas: es el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales del Centro Espacial Johnson (JSC), que es el responsable de las pruebas, preparación y envasado de los alimentos estadounidenses.
Los astronautas deben consumir al menos 15 % de proteínas, 30 % de grasas, 50 % de carbohidratos y 5 % de líquido.
En la actualidad, los miembros de cada tripulación pueden elegir entre 200 artículos diferentes para su menú. Luego, los alimentos ya empaquetados se envían a vehículos de reabastecimiento (Dragons, de SpaceX) que despegarán a la EEI.
Estados Unidos y Rusia proporcionan cada uno su mitad de los alimentos destinados a la EEI y ambos comparten algunos alimentos entre sí. Antes de sus misiones a la EEI, los miembros de la tripulación prueban la comida estadounidense en el laboratorio de alimentos de JSC y repiten el proceso con la comida rusa en Moscú.
Por otro lado, los astronautas de las otras agencias asociadas, como la Agencia Espacial Europea (ESA), la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) a menudo traen sus propias especialidades que se comparten entre todos los miembros de la tripulación.
Por ejemplo, para su vuelo durante las Expediciones 50 y 51, el astronauta de la ESA Thomas Pesquet, de Francia, llevó 13 platos preparados especialmente para él por la Agencia Espacial Francesa CNES.
Frutas y verduras, los más solicitados
De acuerdo con la NASA, los alimentos más difíciles de proporcionar a los astronautas son las frutas y verduras frescas, debido a su corta vida útil y la falta de una refrigeración exclusiva en la EEI.
Aunque, regularmente, envían un suministro limitado de frutas y verduras frescas que los astronautas deben comer con rapidez.
Otra opción, que se ha venido probando, es la de cultivar alimentos propios en la EEI, como es el caso de rábanos y condimentos. Una manera de ir probando también la “agricultura espacial”.
A pesar de la distancia, hay variedad de alimentos
Con la mayor diversidad de nacionalidades en los cuerpos de astronautas, la variedad de alimentos ha crecido significativamente.
Por ejemplo, en alianza con Pizza Hut, Roscosmos envió en el 2001 la primera Pizza a la EEI; varios astronautas de JAXA han celebrado “fiestas de sushi” a bordo; e incluso, para su cumpleaños, el astronauta francés Thomas Pesquet recibió macarrones.
A pesar de la amplia variedad de alimentos disponibles para los miembros de la tripulación de la ISS, a veces anhelan ese “pequeño detalle extra”, ya sea un postre dulce o algún alimento reconfortante que les recuerde a su hogar.
Aunque la EEI no tiene un congelador dedicado para alimentos, como se mencionó anteriormente, los congeladores destinados a devolver muestras científicas se lanzan con frecuencia en vehículos de carga como Dragon, de SpaceX o la nave espacial Cygnus, de Northrup Grumman.
Entonces, como los congeladores a menudo se abren vacíos, pueden llevar artículos como helado u otras golosinas congeladas para que los miembros de la tripulación disfruten tan pronto como abran las escotillas de los vehículos.
Eso fue lo que permitió que durante la Expedición 42, la astronauta italiana Samantha Cristoforetti, de la ESA, disfrutara del primer café espresso auténtico en el espacio, elaborado en un dispositivo proporcionado por la Agencia Espacial Italiana en alianza con Lavazzo, un fabricante de espresso.
Today, @AstroSamantha brewed first espresso on @Space_Station. The #ISSpresso @ISS_Research: http://t.co/sgSwGWwg67 pic.twitter.com/6hRxxORHqv
— NASA (@NASA) May 3, 2015
En noviembre de 2019, el vehículo Cygnus 12 trajo a la EEI un “horno Zero G”, proporcionado por Doubletree Hotels como un experimento para evaluar la posibilidad de hornear en el espacio.
Justo a tiempo para Navidad, los astronautas de la Expedición 61 Luca Parmitano y Christina Koch hornearon galletas con chispas de chocolate que regresaron a la Tierra el 19 en enero de 2020.
Las agencias espaciales han realizado grandes mejoras en la comida disponible para los miembros de la tripulación de larga duración durante los 20 años que la EEI ha estado ocupada permanentemente.
La naturaleza internacional del programa agrega una variedad muy apreciada al menú, ya que los miembros de la tripulación traen sus alimentos de importancia cultural a las mesas del comedor en órbita.
Para las mismas agencias, los desarrollos futuros en tecnologías a bordo, como los cultivos espaciales, ciertamente expandirán estos horizontes culinarios ya amplios y diversos.
Con información de Estación Espacial Internacional
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¿A qué sabe la comida en el espacio? Esa es una pregunta que solo pueden responder los astronautas.
Sin embargo, las agencias espaciales y los mismos exploradores se han dado la tarea de revelar cuáles son los platillos que conforman su “menú espacial” y cómo, gracias a la evolución de los vuelos espaciales humanos, también ha evolucionado la alimentación en órbita.
De adelanto: pueden comer pizza, tortillas, mantequilla de maní, chocolate, helado y más.
We've all got to eat! That includes astronauts on the @space_station. 🌮🍕🍫🥡
— NASA's Johnson Space Center (@NASA_Johnson) August 14, 2020
For the #spacestation20th anniversary of continuous human presence, take a look back at some of the meals that have been shared in microgravity from all around the world. https://t.co/zQMJbCAtyD pic.twitter.com/gzn3lz6q9l
Tubos de aluminio: demostrar que se puede comer en el espacio
Cuando comenzó la “carrera espacial”, una de las preguntas sin respuesta era precisamente si los astronautas podían comer en el espacio. No sabían si había efecto adverso a la hora de consumir alimentos o cómo reaccionarían fuera de la Tierra.
Fue el 12 de abril de 1961, que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, además de hacer historia como el primer ser humano en el espacio a bordo de la cápsula Vostok 1, también se convirtió en la primera persona en comer fuera del planeta.
Gagarin exprimió carne de res y pasta de hígado de un tubo de aluminio en su boca. Y de postre tomó una salsa de chocolate con el mismo método.
Posteriormente, sus colegas cosmonautas que volaron en misiones más largas, de hasta cinco días, también consumieron sus comidas en tubos.
Después del logro soviético, en 1962 con la misión Mercury-Atlas 6, el astronauta John Glenn fue el primer estadounidense en comer en el espacio: salsa de manzana de un tubo parecido a una pasta de dientes.
Sus demás compañeros astronautas del programa Mercury en misiones un poco más largas, también consumieron otros alimentos en tubos.
Esas primeras experiencias demostraron que los humanos podían comer y tragar con ingravidez sin efectos nocivos, aunque las comidas no eran particularmente apetitosas.
Liofilización de alimentos y el fracaso del pan
Durante el programa Géminis, se introdujeron los alimentos liofilizados para que los astronautas pudieran comer cuando se trataba de misiones más extensas. La tripulación usó el suministro de agua de la nave espacial para “reconstituir” la comida antes de comer.
Ya con las misiones Apolo, los astronautas tenían alrededor de 70 artículos para elegir, incluidos platos fuertes, condimentos y bebidas. Como la comida venía liofilizada (deshidratada) y empaquetada, los astronautas debían agregar agua.
Se comprobó que no puede haber pan en el espacio: como experimento, llevaron sándwiches, pero además de que no se mantenía fresco, causaba migas que flotaban en la cabina y había riesgo de dañar equipos sensibles o que entraran en los ojos o pulmones de los astronautas.
Si bien la cantidad de alimentos no era variada en ese entonces, la incorporación de un congelador a bordo de la primera Estación Espacial de Estados Unidos (Mir), mejoró notablemente el menú: langosta Newburg, helado y el resto, en latas para proporcionar vida útil.
La “cocina” en el espacio
Para el proyecto de prueba Apollo-Soyuz en 1975, los astronautas estadounidenses intercambiaron comida con sus colegas rusos durante dos días de actividades.
Pero cuando llegó el transbordador espacial en 1981, la disponibilidad de una cocina para rehidratar y recalentar alimentos hizo que los menús de los astronautas fueran más sabrosos y variados.
El módulo principal de la estación espacial Mir incluía una mesa de comedor con la capacidad de recalentar alimentos en latas y tubos y, utilizando un dispensador de agua fría y caliente cercano, los cosmonautas podían rehidratar ciertos alimentos como jugos y sopas.
Las tortillas llegan al espacio
Tras el fracaso del pan en órbita, en noviembre de 1985, el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela, miembro de la tripulación a bordo de Atlantis (misión STS-61B), solicitó que se incluyeran tortillas que, a diferencia del pan normal, no producían migas.
Desde allí, las tortillas han sido las favoritas de los astronautas, por lo que son parte fija de los suministros a bordo de la actual Estación Espacial Internacional (EEI).
Los astronautas hacen burritos, hamburguesas o sándwiches con mantequilla de maní y mermelada.
Preparar la comida espacial
Hay un laboratorio especializado para hacer la comida de los astronautas: es el Laboratorio de Sistemas de Alimentos Espaciales del Centro Espacial Johnson (JSC), que es el responsable de las pruebas, preparación y envasado de los alimentos estadounidenses.
Los astronautas deben consumir al menos 15 % de proteínas, 30 % de grasas, 50 % de carbohidratos y 5 % de líquido.
En la actualidad, los miembros de cada tripulación pueden elegir entre 200 artículos diferentes para su menú. Luego, los alimentos ya empaquetados se envían a vehículos de reabastecimiento (Dragons, de SpaceX) que despegarán a la EEI.
Estados Unidos y Rusia proporcionan cada uno su mitad de los alimentos destinados a la EEI y ambos comparten algunos alimentos entre sí. Antes de sus misiones a la EEI, los miembros de la tripulación prueban la comida estadounidense en el laboratorio de alimentos de JSC y repiten el proceso con la comida rusa en Moscú.
Por otro lado, los astronautas de las otras agencias asociadas, como la Agencia Espacial Europea (ESA), la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) a menudo traen sus propias especialidades que se comparten entre todos los miembros de la tripulación.
Por ejemplo, para su vuelo durante las Expediciones 50 y 51, el astronauta de la ESA Thomas Pesquet, de Francia, llevó 13 platos preparados especialmente para él por la Agencia Espacial Francesa CNES.
Frutas y verduras, los más solicitados
De acuerdo con la NASA, los alimentos más difíciles de proporcionar a los astronautas son las frutas y verduras frescas, debido a su corta vida útil y la falta de una refrigeración exclusiva en la EEI.
Aunque, regularmente, envían un suministro limitado de frutas y verduras frescas que los astronautas deben comer con rapidez.
Otra opción, que se ha venido probando, es la de cultivar alimentos propios en la EEI, como es el caso de rábanos y condimentos. Una manera de ir probando también la “agricultura espacial”.
A pesar de la distancia, hay variedad de alimentos
Con la mayor diversidad de nacionalidades en los cuerpos de astronautas, la variedad de alimentos ha crecido significativamente.
Por ejemplo, en alianza con Pizza Hut, Roscosmos envió en el 2001 la primera Pizza a la EEI; varios astronautas de JAXA han celebrado “fiestas de sushi” a bordo; e incluso, para su cumpleaños, el astronauta francés Thomas Pesquet recibió macarrones.
A pesar de la amplia variedad de alimentos disponibles para los miembros de la tripulación de la ISS, a veces anhelan ese “pequeño detalle extra”, ya sea un postre dulce o algún alimento reconfortante que les recuerde a su hogar.
Aunque la EEI no tiene un congelador dedicado para alimentos, como se mencionó anteriormente, los congeladores destinados a devolver muestras científicas se lanzan con frecuencia en vehículos de carga como Dragon, de SpaceX o la nave espacial Cygnus, de Northrup Grumman.
Entonces, como los congeladores a menudo se abren vacíos, pueden llevar artículos como helado u otras golosinas congeladas para que los miembros de la tripulación disfruten tan pronto como abran las escotillas de los vehículos.
Eso fue lo que permitió que durante la Expedición 42, la astronauta italiana Samantha Cristoforetti, de la ESA, disfrutara del primer café espresso auténtico en el espacio, elaborado en un dispositivo proporcionado por la Agencia Espacial Italiana en alianza con Lavazzo, un fabricante de espresso.
Today, @AstroSamantha brewed first espresso on @Space_Station. The #ISSpresso @ISS_Research: http://t.co/sgSwGWwg67 pic.twitter.com/6hRxxORHqv
— NASA (@NASA) May 3, 2015
En noviembre de 2019, el vehículo Cygnus 12 trajo a la EEI un “horno Zero G”, proporcionado por Doubletree Hotels como un experimento para evaluar la posibilidad de hornear en el espacio.
Justo a tiempo para Navidad, los astronautas de la Expedición 61 Luca Parmitano y Christina Koch hornearon galletas con chispas de chocolate que regresaron a la Tierra el 19 en enero de 2020.
Las agencias espaciales han realizado grandes mejoras en la comida disponible para los miembros de la tripulación de larga duración durante los 20 años que la EEI ha estado ocupada permanentemente.
La naturaleza internacional del programa agrega una variedad muy apreciada al menú, ya que los miembros de la tripulación traen sus alimentos de importancia cultural a las mesas del comedor en órbita.
Para las mismas agencias, los desarrollos futuros en tecnologías a bordo, como los cultivos espaciales, ciertamente expandirán estos horizontes culinarios ya amplios y diversos.
Con información de Estación Espacial Internacional