Solo un niño puede ser ingresado a la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica del hospital José Manuel de los Ríos, en Caracas, luego de que se dañara uno de los dos ventiladores mecánicos que quedaban en funcionamiento este mes de agosto.
La terapia intensiva del centro de salud cuenta con 11 cupos arquitectónicos desde su remodelación en el año 2013. Según sus trabajadores, la capacidad de atención ha ido disminuyendo progresivamente por el deterioro de las condiciones del hospital.
“Cuando hice el posgrado hace diez años atendíamos entre seis y ocho pacientes. Teníamos hasta psicólogo, pero todo desapareció. Hoy (27 de agosto) solo tenemos un cupo”, expresó Vietnan Vera, médico de la terapia intensiva del hospital.
A inicios del mes, residentes del hospital denunciaban que tenían que desarmar entre tres y cuatro ventiladores mecánicos para que uno solo pudiera funcionar.
Según Vera, el máximo de cupos activos al que llegaron luego de la remodelación de 2013 fue cinco. En los últimos seis años comenzaron a cerrar cupos por falta de recursos, el déficit de personal y los problemas con los equipos médicos.
“Hay guardias nocturnas en las que solo hay dos enfermeras cuando un paciente necesita, como mínimo, una sola enfermera para sus cuidados. En condiciones óptimas debería haber alrededor de 25 enfermeras solo en la noche”, agregó.
La unidad de terapia intensiva cuenta con la mitad de los especialistas que debería tener. Solo quedan ocho médicos y este año, como sucedió en 2018, no concursaron más residentes para el posgrado de Medicina Crítica. Además, la jefa de docencia del posgrado emigró a Chile.
“No nos quedamos por los salarios. Nos mantiene el deseo de seguir ayudando. Queremos que las cosas cambien y mejoren, pero ahorita estamos considerando todas las opciones, incluso irnos”, indicó.
El aire acondicionado funciona de manera intermitente. No hay equipos de rayos X. El laboratorio es irregular, por lo que la posibilidad de hacer análisis de química sanguínea varía cada día. La unidad tampoco cuenta con suficientes bombas de infusión para suministrar de manera continua los medicamentos.
“Los monitores fallan. Los llamados ‘consumibles’, que son los cables, sensores, se gastan y hay que cambiarlos, pero eso no sucede. Hay monitores que no se pueden usar por esa razón”, dijo el médico intensivista.
Ahora los médicos de la terapia intensiva del principal hospital pediátrico de Venezuela esperan soluciones. Temen que el último ventilador mecánico se dañe y la unidad cierre “por indolencia”. “El Ministerio de Salud y la directiva del hospital hacen inspecciones todas las semanas, pero las respuestas siempre son las mismas y nada cambia”, agregó Vera.
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Solo un niño puede ser ingresado a la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica del hospital José Manuel de los Ríos, en Caracas, luego de que se dañara uno de los dos ventiladores mecánicos que quedaban en funcionamiento este mes de agosto.
La terapia intensiva del centro de salud cuenta con 11 cupos arquitectónicos desde su remodelación en el año 2013. Según sus trabajadores, la capacidad de atención ha ido disminuyendo progresivamente por el deterioro de las condiciones del hospital.
“Cuando hice el posgrado hace diez años atendíamos entre seis y ocho pacientes. Teníamos hasta psicólogo, pero todo desapareció. Hoy (27 de agosto) solo tenemos un cupo”, expresó Vietnan Vera, médico de la terapia intensiva del hospital.
A inicios del mes, residentes del hospital denunciaban que tenían que desarmar entre tres y cuatro ventiladores mecánicos para que uno solo pudiera funcionar.
Según Vera, el máximo de cupos activos al que llegaron luego de la remodelación de 2013 fue cinco. En los últimos seis años comenzaron a cerrar cupos por falta de recursos, el déficit de personal y los problemas con los equipos médicos.
“Hay guardias nocturnas en las que solo hay dos enfermeras cuando un paciente necesita, como mínimo, una sola enfermera para sus cuidados. En condiciones óptimas debería haber alrededor de 25 enfermeras solo en la noche”, agregó.
La unidad de terapia intensiva cuenta con la mitad de los especialistas que debería tener. Solo quedan ocho médicos y este año, como sucedió en 2018, no concursaron más residentes para el posgrado de Medicina Crítica. Además, la jefa de docencia del posgrado emigró a Chile.
“No nos quedamos por los salarios. Nos mantiene el deseo de seguir ayudando. Queremos que las cosas cambien y mejoren, pero ahorita estamos considerando todas las opciones, incluso irnos”, indicó.
El aire acondicionado funciona de manera intermitente. No hay equipos de rayos X. El laboratorio es irregular, por lo que la posibilidad de hacer análisis de química sanguínea varía cada día. La unidad tampoco cuenta con suficientes bombas de infusión para suministrar de manera continua los medicamentos.
“Los monitores fallan. Los llamados ‘consumibles’, que son los cables, sensores, se gastan y hay que cambiarlos, pero eso no sucede. Hay monitores que no se pueden usar por esa razón”, dijo el médico intensivista.
Ahora los médicos de la terapia intensiva del principal hospital pediátrico de Venezuela esperan soluciones. Temen que el último ventilador mecánico se dañe y la unidad cierre “por indolencia”. “El Ministerio de Salud y la directiva del hospital hacen inspecciones todas las semanas, pero las respuestas siempre son las mismas y nada cambia”, agregó Vera.