Hace 17 años le dijeron a Carlos Rodríguez que la vida le iba a cambiar. “Vas a tener que cuidar de ti y de las personas que estén contigo”, le explicó el doctor tras darle el diagnóstico: virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En los años que Carlos ha convivido con la infección siempre ha sentido que lleva una vida normal. “La enfermedad no me arrinconó”, dice. Pero 2017 fue diferente. La severa escasez de antirretrovirales trajo la aparición de enfermedades oportunistas.
En junio de este año a Carlos se le formó una gruesa capa blanca en la boca que le impedía deglutir. Sentía cómo el manto blanquecino se extendía por su lengua, sus mejillas, pasaba por su garganta y alcanzaba su esófago. “Me daba miedo solo abrir la boca”, confiesa el hombre de 67 años.
Carlos sufrió una candidiasis oral, una de las infecciones oportunistas más comunes que suelen aparecer en los pacientes con VIH sin tratamiento ante la debilidad de su sistema inmunitario.
Esta es la primera infección que Carlos ha sufrido en sus años viviendo con el virus. Acumuló 10 meses sin medicamentos antirretrovirales hasta que, en octubre de este año, pudo retomarlos. Desde hace dos meses depende de donaciones médicas que llegan al país por parte de Aid for Aids. Ahora su temor más grande es pensar en la próxima enfermedad oportunista que pueda aparecer cuando se terminen las pastillas.
Así viven los pacientes con VIH el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, fecha que se conmemora todos los 1 de diciembre. “Nos estamos muriendo, es verdad”, afirma Carlos desde una cama en el Hospital Universitario de Caracas, donde anteriormente tenía garantizado su tratamiento y sus exámenes de laboratorio.
Debajo cama en el HUC, Carlos acumula botellas de agua debido a las fallas del servicio en el hospital
A la ausencia de antirretrovirales se suma la escasez de reactivos para hacer dos pruebas clave: la carga viral, que mide la cantidad de material genético del VIH en la sangre; y el CD4, que permite conocer cómo está el sistema inmunitario de la persona infectada.
Cuando Alberto Nieves inició su labor con la ONG Acción Ciudadana contra el Sida (Accsi) en 1992, recuerda que solo podía brindarle “bien morir” a los pacientes con VIH. “Ahora, 26 años después, volvimos a hacer lo mismo porque en el país no hay medicamentos antirretrovirales. No tienen otra opción”, afirma el director de Accsi.
El activista explica que el abandono del Estado hacia las personas con VIH se evidenció a partir de 2017, fecha en la que el Gobierno dejó de adquirir los medicamentos. Sin embargo, años antes comenzó a ocultar las cifras y abandonó las campañas informativas sobre el virus.
El número de personas infectadas en el país es una cifra que se guarda el ministerio. Los últimos datos revelados por despacho dan cuenta de 7.882 nuevas infecciones en el año 2016. Los números correspondientes a 2017 y 2018 siguen sin aparecer.
“A mitad de este 2018 el Min-Salud nos dijo a las ONG que en Venezuela hay casi 80 mil personas que necesitan tratamiento. Más recientemente dijo que ese número descendió a 63 mil, contando a las personas que se han ido del país o que han fallecido”, denuncia Nieves.
Lo más grave, opina, es que el ministerio tenga esas cifras y no explique a la población cuántas personas con VIH han muerto y cuántas han abandonado el país por la crisis.
En junio de este año, una misión técnica elaboró el Plan Maestro, una estrategia que busca definir prioridades y coordinar el apoyo de la cooperación técnica internacional para dar respuesta a las epidemias de VIH, malaria y tuberculosis en Venezuela.
El documento fue elaborado por la Organización Panamericana de la Salud, el Ministerio de Salud y Onusida, la agencia de las Naciones Unidas encargada de velar por el bienestar de las personas con VIH/sida.
El Plan Maestro incluye no solo la dotación de medicamento, sino también incorpora presupuestos para vigilancia y prevención de cada una de estas tres enfermedades por un lapso de tres años. El Fondo mundial para la lucha contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria aprobó a mediados de año cinco millones de dólares para la activación del plan. Sin embargo, aún faltan otros 28 millones de dólares para completar el financiamiento completo.
“ Esta es la única hoja de ruta que existe en Venezuela en materia de salud. Da prioridad a la compra de medicinas, reactivos y equipos. Fortalece los niveles primarios de salud y cuenta con la contraloría social de la Red Venezolana de Gente Positiva. El Gobierno tiene que financiar el resto del plan para que las personas con VIH tengan sus tratamientos garantizados en 2019”, urge Nieves.
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Hace 17 años le dijeron a Carlos Rodríguez que la vida le iba a cambiar. “Vas a tener que cuidar de ti y de las personas que estén contigo”, le explicó el doctor tras darle el diagnóstico: virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En los años que Carlos ha convivido con la infección siempre ha sentido que lleva una vida normal. “La enfermedad no me arrinconó”, dice. Pero 2017 fue diferente. La severa escasez de antirretrovirales trajo la aparición de enfermedades oportunistas.
En junio de este año a Carlos se le formó una gruesa capa blanca en la boca que le impedía deglutir. Sentía cómo el manto blanquecino se extendía por su lengua, sus mejillas, pasaba por su garganta y alcanzaba su esófago. “Me daba miedo solo abrir la boca”, confiesa el hombre de 67 años.
Carlos sufrió una candidiasis oral, una de las infecciones oportunistas más comunes que suelen aparecer en los pacientes con VIH sin tratamiento ante la debilidad de su sistema inmunitario.
Esta es la primera infección que Carlos ha sufrido en sus años viviendo con el virus. Acumuló 10 meses sin medicamentos antirretrovirales hasta que, en octubre de este año, pudo retomarlos. Desde hace dos meses depende de donaciones médicas que llegan al país por parte de Aid for Aids. Ahora su temor más grande es pensar en la próxima enfermedad oportunista que pueda aparecer cuando se terminen las pastillas.
Así viven los pacientes con VIH el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, fecha que se conmemora todos los 1 de diciembre. “Nos estamos muriendo, es verdad”, afirma Carlos desde una cama en el Hospital Universitario de Caracas, donde anteriormente tenía garantizado su tratamiento y sus exámenes de laboratorio.
Debajo cama en el HUC, Carlos acumula botellas de agua debido a las fallas del servicio en el hospital
A la ausencia de antirretrovirales se suma la escasez de reactivos para hacer dos pruebas clave: la carga viral, que mide la cantidad de material genético del VIH en la sangre; y el CD4, que permite conocer cómo está el sistema inmunitario de la persona infectada.
Cuando Alberto Nieves inició su labor con la ONG Acción Ciudadana contra el Sida (Accsi) en 1992, recuerda que solo podía brindarle “bien morir” a los pacientes con VIH. “Ahora, 26 años después, volvimos a hacer lo mismo porque en el país no hay medicamentos antirretrovirales. No tienen otra opción”, afirma el director de Accsi.
El activista explica que el abandono del Estado hacia las personas con VIH se evidenció a partir de 2017, fecha en la que el Gobierno dejó de adquirir los medicamentos. Sin embargo, años antes comenzó a ocultar las cifras y abandonó las campañas informativas sobre el virus.
El número de personas infectadas en el país es una cifra que se guarda el ministerio. Los últimos datos revelados por despacho dan cuenta de 7.882 nuevas infecciones en el año 2016. Los números correspondientes a 2017 y 2018 siguen sin aparecer.
“A mitad de este 2018 el Min-Salud nos dijo a las ONG que en Venezuela hay casi 80 mil personas que necesitan tratamiento. Más recientemente dijo que ese número descendió a 63 mil, contando a las personas que se han ido del país o que han fallecido”, denuncia Nieves.
Lo más grave, opina, es que el ministerio tenga esas cifras y no explique a la población cuántas personas con VIH han muerto y cuántas han abandonado el país por la crisis.
En junio de este año, una misión técnica elaboró el Plan Maestro, una estrategia que busca definir prioridades y coordinar el apoyo de la cooperación técnica internacional para dar respuesta a las epidemias de VIH, malaria y tuberculosis en Venezuela.
El documento fue elaborado por la Organización Panamericana de la Salud, el Ministerio de Salud y Onusida, la agencia de las Naciones Unidas encargada de velar por el bienestar de las personas con VIH/sida.
El Plan Maestro incluye no solo la dotación de medicamento, sino también incorpora presupuestos para vigilancia y prevención de cada una de estas tres enfermedades por un lapso de tres años. El Fondo mundial para la lucha contra el VIH/SIDA, la tuberculosis y la malaria aprobó a mediados de año cinco millones de dólares para la activación del plan. Sin embargo, aún faltan otros 28 millones de dólares para completar el financiamiento completo.
“ Esta es la única hoja de ruta que existe en Venezuela en materia de salud. Da prioridad a la compra de medicinas, reactivos y equipos. Fortalece los niveles primarios de salud y cuenta con la contraloría social de la Red Venezolana de Gente Positiva. El Gobierno tiene que financiar el resto del plan para que las personas con VIH tengan sus tratamientos garantizados en 2019”, urge Nieves.