Pabellones paralizados, escasez de quimioterapias, imposibilidad de hacer radioterapias y millonarios gastos en imágenes médicas. Ese es el diagnóstico del servicio de Oncología del hospital infantil J.M. de los Ríos, el más importante del país, donde los pacientes no solo deben hacer frente a la enfermedad, sino a un sistema público que cada vez hace menos por ellos.
Así lo asegura Margarita, quien debe viajar de lunes a viernes de Guarenas hasta Caracas junto a su hija y a su nieta para las consultas y las quimioterapias en el centro de salud. “Aquí los doctores y las enfermeras trabajan con las uñas. Son los que sostienen esto”, aseguró. Con las uñas también tiene que buscar el dinero para las quimios de su nieta de dos años, a quien le diagnosticaron un condrosarcoma hace seis meses, un tumor maligno que aparece en las células productoras de cartílago.
“A ella la operaron hace poco y la trajimos para que le revisaran los puntos”, indicó la abuela de la pequeña. Pronto deberá regresar a la sala de las quimioterapias, por lo que se ha abocado a buscar el tratamiento una vez más. “Hace seis meses era más fácil conseguirlo”, aseguró.
Margarita recordó que hace unos meses le ofrecieron el tratamiento para su nieta, pero que en el momento no tenía el dinero para pagarlo. “Era de una persona que había perdido a un familiar por el cáncer y me lo estaba vendiendo, pero yo no tenía recursos para comprarlo”, lamentó. Teme que al igual que otros pacientes la única opción que le quede sea viajar a Colombia y adquirir las quimioterapias en el país vecino. Eso sí, al cambio en dólares y en $500 aproximadamente para cubrir un mes de terapia.
Augusto Pereira, oncólogo pediatra y jefe del servicio de Oncología del hospital infantil desde el año 2000, sabe de los calvarios que viven sus pacientes. “Si no consiguen el tratamiento en el Seguro Social ni en Badán, entonces tienen que buscarlo fuera del país, ¿pero cuántas personas tienen esa posibilidad?”, inquirió.
Al tanto de la dificultad de encontrar las quimios sin cruzar la frontera, y con solo algunos tipos de tratamiento disponibles en el J.M. de los Ríos, Pereira da a sus pacientes un “tiempo prudencial” para que traigan las drogas para la próxima consulta. Dependiendo del tumor y de lo avanzado de la enfermedad, el tiempo varía de un par de días a poco más de una semana.
Si la búsqueda fue infructuosa por la escasez o por la falta de recursos, el galeno no se queda de brazos cruzados. “Cuando eso pasa nos obliga a cambiar de protocolo. Es preferible ponerle al paciente un protocolo de segunda línea o con drogas menos nuevas y menos eficientes, que no colocarle nada”, lamentó.
Pereira indicó que el servicio cuenta actualmente con cuatro especialistas y con cuatro residentes en formación, suficiente capacidad operativa. Sin embargo, los espacios del servicio de Oncología en los pisos cinco y seis del hospital se quedaron pequeños. “El espacio físico es reducido. Una parte del servicio se dañó por la filtración de aguas negras y no se va a poder recuperar. Hay que ver si con las remodelaciones que le están haciendo al hospital podremos mudarnos a algún otro espacio”, señaló.
El oncólogo también explicó que todos los pacientes que atiende en el servicio necesitan cirugías, pero los pabellones trabajan a media máquina por las remodelaciones y el déficit de anestesiólogos. “Hay un total de ocho quirófanos, pero nunca hemos logrado abrir tres pabellones al mismo tiempo”, denunció.
Sin radioterapias
Pereira advirtió que desde hace dos meses no se pueden realizar radioterapias en el hospital porque robaron las tuberías de cobre de la única máquina con la capacidad de atender pacientes pediátricos. La reparación sale en dólares y tras 60 días inoperativa, aún no ha habido respuesta de las autoridades del centro de salud. Con el tiempo en contra, la situación ha obligado a los padres de los pacientes a buscar costosas alternativas fuera del sistema de salud público.
“En un servicio privado los costos son millonarios. Mientras la familia reúne el dinero, la enfermedad avanza y después puede ser peor”, advirtió el galeno.
Carlos Luis vino de Apure y sabe muy bien el costo de una radioterapia en una clínica privada de Caracas. El pasado jueves 17 de agosto su hija de cuatro años cumplió la décimo tercera sesión. “En el Centro Diagnóstico Docente de Las Mercedes 28 sesiones de radioterapia me salieron en 23 millones de bolívares”, aseguró. La pequeña tiene un tumor en el cerebro y como la máquina del J.M. de los Ríos no está operativa, su familia tuvo que hacer el millonario gasto.
Más gastos en exámenes
No solo los gastos de la radioterapia son millonarios. También lo son los costos de los exámenes de imagenología que requieren los pacientes. Pereira ve con preocupación que el hospital no ofrezca servicios en radiología o resonancia y que los padres de los niños y adolescentes tengan que acudir a laboratorios privados para completar todos los estudios que piden los médicos.
Hace unos días Carlos Luis tuvo que hacerle una espectroscopia a su hija de cuatro años para evaluar la lesión que tiene en el cerebro. Solo para ese estudio tuvo que desembolsillar un millón 800 mil bolívares a mediados de agosto de este año.
Ante las dificultades económicas, fundaciones como Prepara Familia y Mi Casita ofrecen a los padres de los pacientes ayudas monetarias para costear los exámenes. Santa García carga en la mano varias imágenes que debió traer a la consulta del jueves 17 de agosto. Oriunda de Barinas, vino con su pequeño, que tiene un linfoma de Hodgkin, al hospital en Caracas.
Más de 100 mil bolívares le costó una tomografía, y dijo que fue porque buscó el sitio más económico para hacer el estudio. Al igual que Carlos Luis, tuvo que venirse del interior del país al J.M. de los Ríos para que al niño lo viera un oncólogo, pues aseguró que en Barinas no hay ningún especialista.
El hijo de Santa García está recibiendo quimioterapia. Luego le tocarán la radioterapia y la cirugía. Espera que para el momento que le toque la máquina del hospital esté operativa otra vez.
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