200 estudiantes abandonaron la carrera de Enfermería en la UCV en un año

SALUD · 24 JULIO, 2018 18:00

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Julett Pineda Sleinan | @JulePineda


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Los hospitales no son los únicos que se están quedando sin enfermeras. En las escuelas de Enfermería del país la demanda de la carrera es cada vez menor y, quienes se matriculan para formarse, difícilmente llegan a obtener la licenciatura. La hiperinflación y la búsqueda de oportunidades en el exterior terminan por postergar el título universitario.

Esta es la situación que vive la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde la profesora Maribel Osorio trabaja como directora desde hace 10 años. Asegura que este 2018 ha sido el año más difícil para el gremio, los docentes y los estudiantes.

“Si había una escuela de la UCV con gran demanda esa era Enfermería, pero las matrículas han bajado y van a seguir bajando. En 2017 había 850 estudiantes en la escuela. Este año disminuyó a unos 650”, explica Osorio.

La cifra contrasta con el número de jóvenes matriculados en 2010, cuando la carrera tenía más de mil personas inscritas.

Osorio detalla que, solo en el semestre de julio a diciembre de 2017, 82 estudiantes se retiraron de la carrera. “Aún no calculamos los retiros de estos últimos seis meses, pero hemos tenido una gran cantidad. Hay secciones en las que la matrícula se ha reducido hasta en 50%”, precisa.

Frente a las presiones económicas, explica la directora de la escuela, una parte del estudiantado solo culmina sus estudios hasta el sexto semestre para recibir el título de Técnico Superior Universitario (TSU). El número de jóvenes que llega hasta el quinto año de la carrera y obtiene la licenciatura en Enfermería ha disminuido.

“Tenemos menor cantidad de estudiantes en los semestres superiores. Ahora llegan a TSU y se retiran. No llegan a la licenciatura, sino que agarran su título de técnico superior y se van. La mayoría escoge irse a Chile, Perú, Colombia o Ecuador”, explica Osorio.

Claudia Campos acaba de pasar al sexto semestre de Enfermería en la UCV y se trasladó desde Monagas para estudiar en la capital. La situación económica se le hace cuesta arriba para costear los gastos de comida, transporte y alquiler, pero aún así quiere convertirse en licenciada.

La Escuela de Enfermería de la UCV depende de sus docentes y sus estudiantes para mantenerse en funcionamiento

“Mi meta es graduarme de TSU y seguir estudiando, si se puede, hasta tener mi licenciatura. Mi sueño es ser licenciada en Enfermería, pero voy a seguir los estudios hasta donde pueda”, dice la joven de 20 años.

Sin embargo, gran parte de sus compañeros de clase tienen pensado culminar el sexto semestre e irse del país. “Muchos de ellos tienen que trabajar o estudiar y no les rinde el dinero. Cuando yo empecé la carrera en 2015, éramos 120 personas. Ahora en mi sección solo somos unos 40”, añade Campos.

Andrea Stavridis y Francisco Contreras cursan el décimo semestre de la carrera y están próximos a graduarse. Ambos trabajan en clínicas privadas, pero no se ven el país por mucho tiempo. Los choques con la escasez de insumos y los bajos sueldos han hecho que se planteen un futuro fuera del país.

«Yo sí quisiera irme, pero con experiencia. Por eso estoy trabajando. Tenemos muchos compañeros que se han ido de Venezuela y no pueden ejercer la profesión afuera porque no terminaron de formarse. Cuando empezamos éramos más de 100 en la sección y ahora somos unos 20», dice Stavridis.

Contreras también se ha planteado lo mismo. Acumula experiencia hasta que pueda migrar a un país de habla hispana, preferiblemente Chile o Argentina, y obtener los ingresos necesarios para ser independiente. «El sueldo que ganan los enfermeros es algo simbólico. En mi familia vendemos tortas y eso es lo que nos ayuda a cubrir los gastos. Con un sueldo de enfermero no se puede vivir», afirma el joven de 24 años.

Lea también: “Vendo café para redondear mi sueldo”, testimonios de enfermeras en paro indefinido

Posgrados vacíos

Las especializaciones a las que optan los graduados al terminar la carrera —Pediatría y puericultura, Nefrología, Oncología y Hemoterapia— tienen matrículas aún más reducidas.

«En la especialización de Enfermería Oncológica se inscribieron 80 estudiantes y solo terminaron 43″, especifica Secundina Cárdenas, coordinadora del posgrado.

La misma situación se repite en las otras aulas. En 2016, la especialización de Enfermería Nefrológica empezó con 15 estudiantes. Si no hay más retiros, en abril del año que viene se graduarán seis enfermeros.

Lourdes Maruri, coordinadora del posgrado de Nefrología, ve con preocupación cómo la deserción ha socavado las matrículas.

«En la última corte, la de 2017, ingresaron cuatro estudiantes a la especialización de Nefrología, pero ahora solo cursan dos personas. Dicen que la carga horaria no les permite estudiar y trabajar al mismo tiempo. Otros explican que no pueden continuar con sus estudios por el problema de transporte», agrega.

Menos docentes

Las aulas de la escuela de Enfermería se vacían de estudiantes y de profesores por igual. Osorio precisa que los docentes han tenido que duplicar sus cargas de trabajo para no cerrar ninguna asignatura. Mientras, una parte de los colegas se retiran para jubilarse o irse del país.

“El impacto de la falta de profesores ha sido grande. Hay unos que nos manifiestan que no les importa que los jubilen y que se pueden quedar por más tiempo en la escuela por el déficit, pero la situación de transporte no se los permite”, cuenta la docente.

Los profesores tratan de que los estudiantes no interrumpan su formación. Sin embargo, este esfuerzo ha significado también un cambio en la dinámica de los horarios de los jóvenes.

“Antes veíamos Bioestadística dos veces por semana pero, como el profesor se fue, ahora la vemos una vez cada siete días”, explica Campos.

La falta de reactivos y de insumos es otro problema que interfiere con la formación de las próximas generaciones de enfermeros. Campos recuerda que, para su primera práctica, le pidieron que llevara sus propios guantes y mascarillas para atender a los pacientes de Gastroenterología del Hospital Universitario de Caracas.

Lea también: Enfermeras venezolanas recurren a la economía informal para no abandonar la profesión

Pese a las adversidades y las protestas del gremio de Enfermería para exigir mejores remuneraciones salariales, la escuela continúa multiplicando sus esfuerzos.

“Estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano para formar a las enfermeras que necesita el país ¿Quiénes van a cuidar a los enfermos y a quiénes necesitan asistencia?”, inquiere Osorio.

SALUD · 24 JULIO, 2018

200 estudiantes abandonaron la carrera de Enfermería en la UCV en un año

Texto por Julett Pineda Sleinan | @JulePineda

Los hospitales no son los únicos que se están quedando sin enfermeras. En las escuelas de Enfermería del país la demanda de la carrera es cada vez menor y, quienes se matriculan para formarse, difícilmente llegan a obtener la licenciatura. La hiperinflación y la búsqueda de oportunidades en el exterior terminan por postergar el título universitario.

Esta es la situación que vive la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde la profesora Maribel Osorio trabaja como directora desde hace 10 años. Asegura que este 2018 ha sido el año más difícil para el gremio, los docentes y los estudiantes.

“Si había una escuela de la UCV con gran demanda esa era Enfermería, pero las matrículas han bajado y van a seguir bajando. En 2017 había 850 estudiantes en la escuela. Este año disminuyó a unos 650”, explica Osorio.

La cifra contrasta con el número de jóvenes matriculados en 2010, cuando la carrera tenía más de mil personas inscritas.

Osorio detalla que, solo en el semestre de julio a diciembre de 2017, 82 estudiantes se retiraron de la carrera. “Aún no calculamos los retiros de estos últimos seis meses, pero hemos tenido una gran cantidad. Hay secciones en las que la matrícula se ha reducido hasta en 50%”, precisa.

Frente a las presiones económicas, explica la directora de la escuela, una parte del estudiantado solo culmina sus estudios hasta el sexto semestre para recibir el título de Técnico Superior Universitario (TSU). El número de jóvenes que llega hasta el quinto año de la carrera y obtiene la licenciatura en Enfermería ha disminuido.

“Tenemos menor cantidad de estudiantes en los semestres superiores. Ahora llegan a TSU y se retiran. No llegan a la licenciatura, sino que agarran su título de técnico superior y se van. La mayoría escoge irse a Chile, Perú, Colombia o Ecuador”, explica Osorio.

Claudia Campos acaba de pasar al sexto semestre de Enfermería en la UCV y se trasladó desde Monagas para estudiar en la capital. La situación económica se le hace cuesta arriba para costear los gastos de comida, transporte y alquiler, pero aún así quiere convertirse en licenciada.

La Escuela de Enfermería de la UCV depende de sus docentes y sus estudiantes para mantenerse en funcionamiento

“Mi meta es graduarme de TSU y seguir estudiando, si se puede, hasta tener mi licenciatura. Mi sueño es ser licenciada en Enfermería, pero voy a seguir los estudios hasta donde pueda”, dice la joven de 20 años.

Sin embargo, gran parte de sus compañeros de clase tienen pensado culminar el sexto semestre e irse del país. “Muchos de ellos tienen que trabajar o estudiar y no les rinde el dinero. Cuando yo empecé la carrera en 2015, éramos 120 personas. Ahora en mi sección solo somos unos 40”, añade Campos.

Andrea Stavridis y Francisco Contreras cursan el décimo semestre de la carrera y están próximos a graduarse. Ambos trabajan en clínicas privadas, pero no se ven el país por mucho tiempo. Los choques con la escasez de insumos y los bajos sueldos han hecho que se planteen un futuro fuera del país.

«Yo sí quisiera irme, pero con experiencia. Por eso estoy trabajando. Tenemos muchos compañeros que se han ido de Venezuela y no pueden ejercer la profesión afuera porque no terminaron de formarse. Cuando empezamos éramos más de 100 en la sección y ahora somos unos 20», dice Stavridis.

Contreras también se ha planteado lo mismo. Acumula experiencia hasta que pueda migrar a un país de habla hispana, preferiblemente Chile o Argentina, y obtener los ingresos necesarios para ser independiente. «El sueldo que ganan los enfermeros es algo simbólico. En mi familia vendemos tortas y eso es lo que nos ayuda a cubrir los gastos. Con un sueldo de enfermero no se puede vivir», afirma el joven de 24 años.

Lea también: “Vendo café para redondear mi sueldo”, testimonios de enfermeras en paro indefinido

Posgrados vacíos

Las especializaciones a las que optan los graduados al terminar la carrera —Pediatría y puericultura, Nefrología, Oncología y Hemoterapia— tienen matrículas aún más reducidas.

«En la especialización de Enfermería Oncológica se inscribieron 80 estudiantes y solo terminaron 43″, especifica Secundina Cárdenas, coordinadora del posgrado.

La misma situación se repite en las otras aulas. En 2016, la especialización de Enfermería Nefrológica empezó con 15 estudiantes. Si no hay más retiros, en abril del año que viene se graduarán seis enfermeros.

Lourdes Maruri, coordinadora del posgrado de Nefrología, ve con preocupación cómo la deserción ha socavado las matrículas.

«En la última corte, la de 2017, ingresaron cuatro estudiantes a la especialización de Nefrología, pero ahora solo cursan dos personas. Dicen que la carga horaria no les permite estudiar y trabajar al mismo tiempo. Otros explican que no pueden continuar con sus estudios por el problema de transporte», agrega.

Menos docentes

Las aulas de la escuela de Enfermería se vacían de estudiantes y de profesores por igual. Osorio precisa que los docentes han tenido que duplicar sus cargas de trabajo para no cerrar ninguna asignatura. Mientras, una parte de los colegas se retiran para jubilarse o irse del país.

“El impacto de la falta de profesores ha sido grande. Hay unos que nos manifiestan que no les importa que los jubilen y que se pueden quedar por más tiempo en la escuela por el déficit, pero la situación de transporte no se los permite”, cuenta la docente.

Los profesores tratan de que los estudiantes no interrumpan su formación. Sin embargo, este esfuerzo ha significado también un cambio en la dinámica de los horarios de los jóvenes.

“Antes veíamos Bioestadística dos veces por semana pero, como el profesor se fue, ahora la vemos una vez cada siete días”, explica Campos.

La falta de reactivos y de insumos es otro problema que interfiere con la formación de las próximas generaciones de enfermeros. Campos recuerda que, para su primera práctica, le pidieron que llevara sus propios guantes y mascarillas para atender a los pacientes de Gastroenterología del Hospital Universitario de Caracas.

Lea también: Enfermeras venezolanas recurren a la economía informal para no abandonar la profesión

Pese a las adversidades y las protestas del gremio de Enfermería para exigir mejores remuneraciones salariales, la escuela continúa multiplicando sus esfuerzos.

“Estamos haciendo un esfuerzo sobrehumano para formar a las enfermeras que necesita el país ¿Quiénes van a cuidar a los enfermos y a quiénes necesitan asistencia?”, inquiere Osorio.

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