El Paraíso, parroquia ubicada al suroeste de Caracas, no ha tenido tranquilidad desde el 19 de abril, fecha en la que las manifestaciones contra el Gobierno se adueñó de la rutina diaria.  La represión de los cuerpos de seguridad del Estado y ataques de civiles armados han cambiado el día a día de los residentes.

La organización vecinal ha sido clave para pasar los días más duros y prepararse por si se repiten. En el Conjunto Residencial Victoria, uno de los más afectados, los propietarios se han dado la mano para recuperar los espacios destrozados por el ataque con bombas lacrimógenas que perpetró la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) el 1 de mayo, lo que dejó un saldo de tres apartamentos incendiados y tres vehículos siniestrados.

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“¿Para dónde me voy? Esta es mi casa y yo me quedo”

De las viviendas afectadas, una ubicada en la torre tres fue la más deteriorada. Las llamas, que comenzaron cuando entró una bomba lacrimógena a uno de los cuartos, ardieron tan vorazmente que el friso de las paredes desapareció y el cableado eléctrico se derritió. El humo negro se esparció hasta la cocina. La propietaria, que no quiere dar declaraciones a la prensa, perdió comida, camas y muebles. Los vecinos le han ayudado con lo que pueden en materia de limpieza y con algún insumo; sin embargo, no es suficiente para la recuperación total. El seguro se niega a cubrir todos los gastos.

Esta situación hizo que la dueña del inmueble se traslade a casa de un familiar, pues la condición le ha afectado emocionalmente. Entretanto, su caso, como el de los otros apartamentos dañados, ha sido denunciado en la Fiscalía y ya el Cicpc hizo las pesquisas correspondientes.

Así como ella, muchos otros residentes han recibido la propuesta de hijos o sobrinos para mudarse con ellos por cuestiones de seguridad. Algunos se han ido, otros se niegan a hacerlo, aunque admitan que los gases lacrimógenos no les han dado tregua.

“Mi hija me dice ‘nos tenemos que ir de aquí’ y yo le digo que no. ¿Por qué me tengo que ir? Este es mi casa y yo me quedo. Además, no tengo con qué comprar otra”, sentenció una propietaria cuyo apartamento fue atacado dos veces.  El 19 de abril, una bomba lacrimógena rompió la ventana panorámica de la casa y el 18 de mayo, una bala impactó la ventana de su baño mientras ocurría el enfrentamiento entre manifestantes y GNB.

Ante esta situación, los vecinos se han visto en la necesidad de cubrir sus ventanas con mallas, tablas y hasta cuadros para proteger los vidrios o para “reparar” los daños ocasionados por perdigones y bombas lacrimógenas en jornadas de protestas pasadas.

Los dueños de vehículos han tenido que reorganizar la distribución de los puestos. Después del 1 de mayo, temen que sus carros queden chamuscados, como uno que estaba estacionado en el sótano tres. Los otros dos afectados sufrieron daños parciales, aunque los maleteros fabricados por los propietarios quedaron hechos cenizas.


Sistemas de seguridad

Los habitantes del Conjunto Residencial Victoria también han tenido que reorganizar la vigilancia. Cuentan que el domingo 21 de mayo, en horas de la madrugada, cuando todos dormían, personas a bordo de cuatro vehículos blancos, uno negro y un camión, arrastraron, con la ayuda de una guaya, los portones de una de las torres. Sin embargo, por la reacción de los vecinos -que gritaron, hicieron sonar pitos y se prepararon para enfrentarlos- los agresores se fueron.

Ahora, varios jóvenes se turnan frente al portón que queda para verificar quién entra a los edificios. Denuncian que, aún así, han sido amedrentados durante el día. De acuerdo con sus testimonios, la mañana de este jueves, 25 de mayo, un grupo de motorizados encapuchados se paró frente a las residencias para tomar fotografías a los edificios.

“Imagínate, si es así con la Constitución que ellos (el Gobierno) no quieren, cómo será con la que ellos quieren. Dios nos libre”, expresó una residente al hacer referencia a la violencia vivida desde que su comunidad rechazó el proceso constituyente.

Aunque el panorama pudiera parecer oscuro, quienes hacen vida en el conjunto residencial han dejado atrás muchas de sus diferencias en favor de la protección de su propiedad.

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“Estamos más unidos que nunca”, aseguró con optimismo una de las integrantes de la junta de condominio. “Si tenemos que limpiar, limpiamos; si tenemos que pintar, pues pintamos”, respondió su compañera.

Autogestión en Terrazas El Paraíso

El Conjunto Residencial Terrazas El Paraíso también ha sido afectado. Ubicado entre un centro comercial y un establecimiento de comida rápida, en plena avenida Páez, ha sido blanco de presuntos colectivos y efectivos del Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro (Conas) de la GNB.

Un trabajador del complejo habitacional recordó que el pasado 19 de abril las bombas lacrimógenas y el chorro de agua del equipo antimotín de la GNB llegaron hasta la entrada de la torre F, pero el episodio de mayor violencia se registró el 1 de mayo. Ese día, según contó, el Conas utilizó en horas de la mañana tanquetas por las cercanías desde donde lanzaban gases lacrimógenos y perdigones. Pero en la noche, civiles armados fueron los responsables de los mayores daños: el portón derribado y la garita de seguridad destruida.

Armados y con la cara cubierta, estos sujetos subieron hacia los primeros edificios e intentaron ingresar. Rompieron los vidrios de la entrada de la torre más expuesta y dispararon dentro de los ascensores.

A casi un mes de este suceso, la pequeña edificación se ha ido levantando de a poco con la ayuda de propietarios, que han donado pintura, cemento y otros materiales para restaurarla y, lo que no ha podido arreglarse, está remendado con rejas, cabillas, y cartones.

Por ahora, las juntas de condominio se mantienen en comunicación constante para crear un sistema de alarma eficaz que mantenga a los vecinos a salvo.

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