Finalizada la Navidad y la celebración del Año Nuevo, toca volver a la realidad. Una realidad que siempre ha estado allí pero que un decreto cultural implícito trata de ignorar durante las fiestas más importantes de la humanidad.
Volver a la realidad quizás sea volver a la infelicidad, pero no, tampoco es así. Aunque, en este articulo solo referiré algunos azotes universales para asumirlos como retos que pudieran entusiasmarnos a lograr en este 2022.
La pandemia
A dos años de la aparición del Covid-19, mundialmente, se están produciendo más casos diarios que en el aquel aciago comienzo del 2020. Más casos, a estas alturas, no significan más afectaciones graves en salud y más muertes. No. Significa más desasosiego ante la incertidumbre de cuándo esto se acabará y más temor expandido a resultar positivo de un momento a otro.
Parece que pronto el Covid dejará de ser pandemia para ser decretada por la OMS como endemia. Es decir, un virus y sus mutantes que seguirán por allí, amenazándonos por años, como el de la gripe o el VIH-SIDA. Tendremos que aprender a convivir con ellos y a estar atentos a los llamados de las autoridades sanitarias a qué hacer en determinados momentos. Por lo pronto, hay que seguir usando mascarilla, evitar las aglomeraciones y vacunarse cada vez que nos digan.
Las migraciones
El mundo sigue moviéndose pero no solo sobre su propio eje geográfico, sino por agitados conflictos sociales que tienen muchas consecuencias y, entre las más dramáticas, la migración. Los cinco continentes, ya por ser región receptora o productora de corrientes migratorias, enfrentan un grave problema humanitario: el de los seres que son obligados a escapar de su tierra natal y buscar un país que los acoja y les permita mejores condiciones de vida.
La migración tiene cara de perro bravo cuando es obligada por situaciones bélicas o económicas hasta la hambruna. La migración problema es la de los pobres. Los que cruzan fronteras por caminos verdes o aguas peligrosas. Los que emigran sin papeles legales, sin mayores recursos económicos, sin mayor capacitación profesional, sin apoyo seguro al otro lado de la frontera. Emigran entregados a la buena de Dios aún a costa de sus propias vidas. Son los parias de la tierra. Y son muchos, cada día más.
La migración es un problema mundial que, como la pandemia del Covid, pareciera no tener fin. Por el contrario, pica y se extiende.
La violencia machista
La violencia hacia las mujeres sigue siendo un grave azote en todo el mundo. Podría decirse la violencia, en general, incluyendo la de los hombres hacia los hombres, la que vemos en las bandas de los maras, el narcotráfico, en las cárceles de los países pobres, pero hay que destacar la de los hombres hacia las mujeres porque es una violencia desigual.
Cuando un hombre (o un grupo de ellos) se enfrenta violentamente a otro hombre (o a un grupo de ellos) es una lucha entre semejantes o casi iguales, pero cuando esa violencia es hacia una mujer es una lucha desigual, con ventajas para ellos por fuerza física y cultural.
La violencia hacia la mujer es una violencia cotidiana, a veces con sutiles tonos, pero que puede aumentar hasta herirla o matarla. Es una violencia pandémica, universal e histórica que trasciende niveles educativos y sociales y hay que pararla pero todavía no se logra. No hay territorio libre de violencia machista en ninguna parte del mundo. Hay que lograrlos.
La salud mental
En estos tiempos de tanto estrés y angustias, de tantas amenazas físicas, la atención de la llamada salud mental ha pasado a ser una prioridad. A pesar de ella, aún no es atendida ni por las personas, ni por los gobiernos o los entes responsables de la salud pública como debe ser.
Universalmente, sigue predominando la creencia de que estar bien es tener salud física, véase en kilos, energías, ausencia de enfermedades orgánicas. Lo psicológico, lo emocional, lo que tradicionalmente se llama salud mental sigue subestimado. Ignorándose, lo que es peor.
Las personas, en particular muchos hombres, no saben identificar síntomas de depresión o de angustia. Creen que eso es cosa de mujeres. Muchas mujeres pueden saberse afectadas por esos sufrimientos pero no tienen tiempo, disposición o recursos económicos para atenderlos. Hay otras prioridades.
Los organismos de salud, en colapso como suelen estar en los países pobres y puntualmente lo están por el embate del Covid en los países ricos, le dan prioridad a la atención de la salud física. Inclusive, pudieran saber la necesidad de atención psicológica que parte de la población pero, siguen creyendo, como es tradicional, que eso “puede esperar”.
Aunque la demanda de atención psiquiátrica o psicológica suele disminuir antes y durante las fiestas de Navidad, también puede incrementarse cuando esas fiestas pasan. Recordemos que en esos días nos hemos vestido de fiesta, hemos sido más solidarios que en otro momento del año. Hemos sido “happy” y al terminar la fiesta volvemos a la realidad, dura o muy dura para algunos.
Nos queda
Junto a estos retos que la humanidad enfrenta en este 2022 también hay logros a celebrar y que entusiasman, ya escribiremos sobre ellos.
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