medios claves libertad de expresion

No recuerdo con precisión si la anécdota con la que quiero ilustrar lo que plantearé fue a finales del año 2008 o a principios del 2009.  En todo caso, hace más de una década. 

Twitter había generado una especie de fiebre en Venezuela y un grupito de comunicadores hervíamos de entusiasmo. No todos éramos periodistas, también había gente de la movida bloguera, publicistas, activistas sociales y, por supuesto, profesores e investigadores del campo de la comunicación. 

Fueron legendarios los encuentros Tweets & Tequeños, organizados (más apropiado sería decir auto-organizados) en restaurantes y cafés, para ponerles caritas a las arrobas. Es decir, para conocernos face to face. Aunque las reuniones se iniciaron en Caracas, se logró que se extendieran a otras ciudades del país. 

Vigilante de la progresiva reducción de los espacios de libertad informativa y, como consecuencia, del auge de las redes sociales, le propuse a un pequeño medio impreso local abrir una cuenta en esa red social. Entonces ya se veía la necesidad, no solo de abrir otras avenidas para la expresión, sino de escuchar voces ausentes de los medios públicos, privados y comunitarios. Allí pasaba algo.

De entrada, la respuesta me sorprendió: “Nosotros somos un medio serio”. 

Lamentablemente, no fue el caso único. Mientras el gobierno iba construyendo el cerco rojo —expresión acuñada por el profesor Oscar Lucien, de la Universidad Central de Venezuela— mediante expropiaciones, compras, manipulación de líneas editoriales e informativas, presiones fiscales, judiciales y un intrincado etcétera, los pocos medios independientes que sobrevivían no demostraron habilidades para la comprensión del nuevo horizonte digital.

No voy a pasar revista a los detalles de la década transcurrida hasta hoy, pero no cabe duda de que el control hegemónico del sistema de comunicaciones —y el compromiso de resistir a la censura sin cortapisas— fue lo que provocó la respuesta en un notable grupo de periodistas que apostó por la creación de medios alternos.

Una respuesta digital

Durante la segunda década del siglo XXI, un conjunto de nuevos medios dirigidos por periodistas fue ocupando un espacio clave y formando otras audiencias. Hoy los contamos de todo tipo y para todos los gustos: Efecto Cocuyo, fundado por tres experimentadas periodistas; El Pitazo, el único de cobertura nacional y con impronta popular; Armando.Info, dedicado a la investigación y con una política abierta de transparencia en cuanto a los fondos que recibe; El Estímulo, un portal de portales diversificado; Prodavinci, una revista de ideas y de muy alto vuelo; y portales polémicos como La Patilla, pionero en abrir los fuegos digitales en 2010, entre otros singulares e interesantes.

¿Qué pasará con estos medios de producirse un cambio político en el país cualquiera este sea? ¿Cuáles serán sus nuevos sentidos? ¿Qué pasará con los periodistas que tuvieron que exiliarse? Pero también: ¿cuál será el rumbo de medios de sólida infraestructura cuyos propietarios permanecen en la sombra? ¿Cuál será el destino de las frecuencias radioeléctricas expropiadas y confiscadas? ¿Se podrá concretar el viejo sueño de un sistema público de medios no gubernamentalizado?

O sea, ¿cómo será el nuevo ecosistema de medios redefinido por la digitalización y la transformación política del país? ¿Cuáles serán los nuevos retos? 

Venezuela ha sido devastada. Su aparato productivo está en el piso y su población ha sido empobrecida y diezmada, como lo evidencia la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (Encovi). La reconstrucción no será fácil y en esa tarea el papel de los medios, del periodismo —y de los periodistas—será crucial. ¿Cómo se están preparando? ¿Con qué aprendizajes nos quedamos? 

Como muchos otros hitos de nuestra historia política reciente, que ya supera las dos décadas, el último semestre de este “interesante 2020″ pareciera demarcar una encrucijada. Cualquiera sea el camino que se abra, hacia mayores restricciones o hacia una gradual apertura, lo que viene sin duda será muy duro. Es propicio el llamado a reflexionar concienzudamente sobre el trabajo hecho y la lista de tareas por hacer. 

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