La lamentable noticia sobre la reciente detención de una adolescente de 17 años en Calabozo por un caso de infanticidio. Dio a luz en el baño de su casa y le quitó la vida al bebé con unas tijeras.
Sin embargo, este caso cobra más relevancia cuando se revisan las cifras del Observatorio Social Humanitario que ubica a Venezuela como la tercera nación con mayor tasa de embarazos adolescentes en el continente. Es decir, con 95 nacimientos por cada mil adolescentes entre 15 y 19 años, según datos del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas.
Esta realidad exige que la prevención se convierta en una política pública, prioritaria, con programas que propician la activa participación de las familias, centros educativos y comunidades. Un embarazo cambia la vida de los adolescentes y puede poner en peligro su salud física y emocional porque no está preparada ni es suficientemente madura para asumir tal responsabilidad. El hombre, aunque también se embaraza, solo que culturalmente la responsabilidad cae sobre la mujer. Los bebés también tienden a sufrir riesgos importantes, porque suelen nacer prematuros, con partos complicados que pueden comprometer su salud y vida.
En el caso de los embarazos no deseados son altas las posibilidades de que los bebés sean víctimas de violencia física o emocional, abandono.
Vivimos en una sociedad erotizada. Basta ver un programa de televisión, los videoclips, las letras de las canciones, películas, novelas, páginas en internet, entre otros, hacen que los mensajes explícitos o subliminales lleguen por todas las vías. Pero paradójicamente existe mucho tabú para hablar abiertamente sobre la sexualidad y sus diferentes expresiones.
En la educación se aborda el tema desde el punto de vista biológico, reproductivo, pero no de manera sistemática e integral.
Formar para una sexualidad sana, placentera y responsable. Hablamos de formar y no solo de informar. La información por sí sola no basta. Hay que considerar otros aspectos como, por ejemplo: el valor que se le da culturalmente a la maternidad. La necesidad de conseguir el afecto en unos brazos, aunque sea a través de una relación sexual no protegida. La búsqueda de salidas de hogares inhóspitos o donde el abandono está presente, la presión social, las resistencias en torno al uso de métodos anticonceptivos.
Revisar y transformar las creencias que se tienen en torno a los roles y condicionantes culturales del género. Es común la creencia de que son las chicas las que se tienen que cuidar durante las relaciones sexuales, las que se embarazan son las mujeres. Sin embargo, creemos que se debe hablar de embarazo de adolescentes porque los varones también se embarazan.
Sensibilizar sobre la importancia de que el inicio sexual se dé en el momento y las condiciones oportunas. No se trata de promover la abstinencia, cosa que no es real para la mayoría de los chicos y chicas en el contexto en el que nos movemos. Sin embargo, sí se puede reflexionar sobre la posibilidad de que el inicio sexual se dé en el momento en que se sientan preparados para que el encuentro sea placentero, seguro y gratificante desde el punto de vista físico y emocional.
Conocer cuáles son los métodos de anticoncepción. De tal forma que podamos, en el momento que se presente la oportunidad, conversar.
Se tiene la percepción de que hablar sobre estos temas puede despertar el interés de nuestros hijos e inclusive estimular las relaciones sexuales y la promiscuidad. La información es clave para que los adolescentes tomen las decisiones correctas.
Concebir la salud sexual y reproductiva como un derecho. Según el artículo 50 de la LOPNNA: todos los adolescentes tienen derecho a ser informados y educados, de acuerdo a su desarrollo y el Estado debe garantizar servicios y programas de atención de salud sexual y reproductiva a todos los adolescentes.
Recalcar que el alcohol y las drogas no son buenos aliados. Sabemos que son desinhibidores y que es más difícil para un adolescente que está bajo los efectos de alcohol y otras sustancias tomar las precauciones necesarias para tener relaciones sexuales seguras. Es conveniente evitar que en las actividades propias de los adolescentes (fiestas de grado, pro-graduación, verbenas) el alcohol sea el estímulo más importante para “darle sabor” a la celebración.
Respetar la privacidad y la confidencialidad. Una cosa es informar, comunicarse y conversar sobre el tema, y otra intimidar o hacer preguntas que sean incómodas para los adolescentes.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Del “no nacimos pa´ semilla” a derrumbar la violencia en la cultura urbana
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La lamentable noticia sobre la reciente detención de una adolescente de 17 años en Calabozo por un caso de infanticidio. Dio a luz en el baño de su casa y le quitó la vida al bebé con unas tijeras.
Sin embargo, este caso cobra más relevancia cuando se revisan las cifras del Observatorio Social Humanitario que ubica a Venezuela como la tercera nación con mayor tasa de embarazos adolescentes en el continente. Es decir, con 95 nacimientos por cada mil adolescentes entre 15 y 19 años, según datos del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas.
Esta realidad exige que la prevención se convierta en una política pública, prioritaria, con programas que propician la activa participación de las familias, centros educativos y comunidades. Un embarazo cambia la vida de los adolescentes y puede poner en peligro su salud física y emocional porque no está preparada ni es suficientemente madura para asumir tal responsabilidad. El hombre, aunque también se embaraza, solo que culturalmente la responsabilidad cae sobre la mujer. Los bebés también tienden a sufrir riesgos importantes, porque suelen nacer prematuros, con partos complicados que pueden comprometer su salud y vida.
En el caso de los embarazos no deseados son altas las posibilidades de que los bebés sean víctimas de violencia física o emocional, abandono.
Vivimos en una sociedad erotizada. Basta ver un programa de televisión, los videoclips, las letras de las canciones, películas, novelas, páginas en internet, entre otros, hacen que los mensajes explícitos o subliminales lleguen por todas las vías. Pero paradójicamente existe mucho tabú para hablar abiertamente sobre la sexualidad y sus diferentes expresiones.
En la educación se aborda el tema desde el punto de vista biológico, reproductivo, pero no de manera sistemática e integral.
Formar para una sexualidad sana, placentera y responsable. Hablamos de formar y no solo de informar. La información por sí sola no basta. Hay que considerar otros aspectos como, por ejemplo: el valor que se le da culturalmente a la maternidad. La necesidad de conseguir el afecto en unos brazos, aunque sea a través de una relación sexual no protegida. La búsqueda de salidas de hogares inhóspitos o donde el abandono está presente, la presión social, las resistencias en torno al uso de métodos anticonceptivos.
Revisar y transformar las creencias que se tienen en torno a los roles y condicionantes culturales del género. Es común la creencia de que son las chicas las que se tienen que cuidar durante las relaciones sexuales, las que se embarazan son las mujeres. Sin embargo, creemos que se debe hablar de embarazo de adolescentes porque los varones también se embarazan.
Sensibilizar sobre la importancia de que el inicio sexual se dé en el momento y las condiciones oportunas. No se trata de promover la abstinencia, cosa que no es real para la mayoría de los chicos y chicas en el contexto en el que nos movemos. Sin embargo, sí se puede reflexionar sobre la posibilidad de que el inicio sexual se dé en el momento en que se sientan preparados para que el encuentro sea placentero, seguro y gratificante desde el punto de vista físico y emocional.
Conocer cuáles son los métodos de anticoncepción. De tal forma que podamos, en el momento que se presente la oportunidad, conversar.
Se tiene la percepción de que hablar sobre estos temas puede despertar el interés de nuestros hijos e inclusive estimular las relaciones sexuales y la promiscuidad. La información es clave para que los adolescentes tomen las decisiones correctas.
Concebir la salud sexual y reproductiva como un derecho. Según el artículo 50 de la LOPNNA: todos los adolescentes tienen derecho a ser informados y educados, de acuerdo a su desarrollo y el Estado debe garantizar servicios y programas de atención de salud sexual y reproductiva a todos los adolescentes.
Recalcar que el alcohol y las drogas no son buenos aliados. Sabemos que son desinhibidores y que es más difícil para un adolescente que está bajo los efectos de alcohol y otras sustancias tomar las precauciones necesarias para tener relaciones sexuales seguras. Es conveniente evitar que en las actividades propias de los adolescentes (fiestas de grado, pro-graduación, verbenas) el alcohol sea el estímulo más importante para “darle sabor” a la celebración.
Respetar la privacidad y la confidencialidad. Una cosa es informar, comunicarse y conversar sobre el tema, y otra intimidar o hacer preguntas que sean incómodas para los adolescentes.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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