En nuestras narices están generándose avances tecnológicos que no sabemos cómo terminarán. En ocasiones, el futuro parece oscuro, pero otras tantas se siente optimista. Lo que sí tenemos claro es que, como de costumbre, la aparición de las nuevas tecnologías produce efectos mezclados, desde el miedo hasta el encantamiento.
En las últimas décadas, hemos estado inundados de innovaciones, tales como nanotecnología, sensores, robótica, impresión en 3D, realidad virtual, realidad aumentada, big data, el internet de las cosas, computación en la nube, biotecnología, etc.
Ahora es el turno del ChatGPT. Para los que no han escuchado sobre esta nueva aplicación operada bajo las herramientas de la inteligencia artificial, podemos resumir que es un nuevo modelo de lenguaje que es capaz de responderte todo lo que le preguntes, por lo tanto, te puede redactar una tesis académica; brindar un consejo financiero o parental; sugerir ideas de negocio; escribir un artículo de opinión similar al que leen ahora; en fin, resolver dudas simples o complejas de forma instantánea sin que la mayoría pueda notar si fue hecho por alguien de carne y hueso o por una máquina.
Cuando vi de cerca el funcionamiento del ChatGPT, mis primeras impresiones fueron dudas: ¿dónde queda el pensamiento crítico? , ¿cómo podremos identificar si lo que leemos es creación humana u obra de un robot? , ¿definitivamente el proceso pedagógico humano será reemplazado por un sistema automatizado?, ¿nuestras capacidades cognitivas se verán disminuidas o potenciadas?, ¿será peligroso seguir externalizando nuestras decisiones en las máquinas?, ¿podemos preservar lo humano?
De nuevo, a primera vista solo hay un mar de incógnitas que solo nos anima a suponer determinada tendencia, pero, a decir verdad, nadie podría atribuirse una conclusión definitiva.
Sin embargo, este tipo de innovaciones solo remarcan un punto: las brechas entre los dueños/diseñadores de robots y el resto seguirán profundizándose. Claramente, aquellos que se dediquen a tareas con mayores grados de especialización y conocimiento técnico pertenecerán a un grupo privilegiado, mientras que aquellos que se dediquen a tareas automatizadas sufrirán un poco más.
Por otra parte, da la impresión de que el mundo se desplaza hacia el aumento de la diversión y el ocio (puesto que reduciremos el tiempo que dedicamos a ciertas tareas gracias a la inteligencia artificial), donde la mecanización o robotización de los quehaceres cotidianos nos reducirán nuestras capacidades cognitivas (concentración, comprensión lectora, razonamiento, pensamiento sistémico, expresión verbal, etc.).
Aparentemente, también en ese futuro que ya nos visita sea más fácil de falsear/engañar a través de videos o imágenes modificadas; los países más ricos se distanciarán con mayor velocidad de los países más pobres; la gobernabilidad sea más frágil; o la perseverancia, la creatividad y la compasión serán bienes escasos. O tal vez sea todo lo contrario. No sabemos.
Generalmente, la incertidumbre incomoda y atemoriza. Y el mundo de hoy está sintiendo esto porque no entiende muy bien qué es lo que viene y cuáles son sus implicancias, y aquellos que sí lo logran entender, tampoco están muy seguros. En palabras de Peter Diamandis y Steven Kotler en su libro El futuro va más rápido de lo que crees: «Olvídate de las diferencias generacionales; en la actualidad unos pocos meses pueden traernos una revolución. Pero nuestro cerebro — que en realidad no ha pasado por una actualización de hardware en doscientos mil años — no está diseñado para entender tanta velocidad».
Pese a lo anterior, no es tan difícil predecir que los nuevos empleos estarán más seguros en la programación, ingeniería, ciencia de datos, supervisión de máquinas y sistemas automatizados; que ser original y sofisticado puede ser ventajoso; o que la curiosidad y la capacidad de entendimiento y colaboración constructiva serán apreciadas por muchos.
Hoy es ChatGPT, mañana será un computador portátil que tendrá la capacidad y potencia de todos los cerebros humanos del planeta Tierra y pasado mañana ya estaremos habilitados para transferir nuestra conciencia a una máquina. No sé si se concrete esta secuencia, pero ya lo están pensando y trabajando.
Y, como nos han demostrado los últimos años, lo que parece ciencia ficción, muchas veces se convierte en realidad.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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En las últimas décadas, hemos estado inundados de innovaciones, tales como nanotecnología, sensores, robótica, impresión en 3D, realidad virtual, realidad aumentada, big data, el internet de las cosas, computación en la nube, biotecnología, etc.
Ahora es el turno del ChatGPT. Para los que no han escuchado sobre esta nueva aplicación operada bajo las herramientas de la inteligencia artificial, podemos resumir que es un nuevo modelo de lenguaje que es capaz de responderte todo lo que le preguntes, por lo tanto, te puede redactar una tesis académica; brindar un consejo financiero o parental; sugerir ideas de negocio; escribir un artículo de opinión similar al que leen ahora; en fin, resolver dudas simples o complejas de forma instantánea sin que la mayoría pueda notar si fue hecho por alguien de carne y hueso o por una máquina.
Cuando vi de cerca el funcionamiento del ChatGPT, mis primeras impresiones fueron dudas: ¿dónde queda el pensamiento crítico? , ¿cómo podremos identificar si lo que leemos es creación humana u obra de un robot? , ¿definitivamente el proceso pedagógico humano será reemplazado por un sistema automatizado?, ¿nuestras capacidades cognitivas se verán disminuidas o potenciadas?, ¿será peligroso seguir externalizando nuestras decisiones en las máquinas?, ¿podemos preservar lo humano?
De nuevo, a primera vista solo hay un mar de incógnitas que solo nos anima a suponer determinada tendencia, pero, a decir verdad, nadie podría atribuirse una conclusión definitiva.
Sin embargo, este tipo de innovaciones solo remarcan un punto: las brechas entre los dueños/diseñadores de robots y el resto seguirán profundizándose. Claramente, aquellos que se dediquen a tareas con mayores grados de especialización y conocimiento técnico pertenecerán a un grupo privilegiado, mientras que aquellos que se dediquen a tareas automatizadas sufrirán un poco más.
Por otra parte, da la impresión de que el mundo se desplaza hacia el aumento de la diversión y el ocio (puesto que reduciremos el tiempo que dedicamos a ciertas tareas gracias a la inteligencia artificial), donde la mecanización o robotización de los quehaceres cotidianos nos reducirán nuestras capacidades cognitivas (concentración, comprensión lectora, razonamiento, pensamiento sistémico, expresión verbal, etc.).
Aparentemente, también en ese futuro que ya nos visita sea más fácil de falsear/engañar a través de videos o imágenes modificadas; los países más ricos se distanciarán con mayor velocidad de los países más pobres; la gobernabilidad sea más frágil; o la perseverancia, la creatividad y la compasión serán bienes escasos. O tal vez sea todo lo contrario. No sabemos.
Generalmente, la incertidumbre incomoda y atemoriza. Y el mundo de hoy está sintiendo esto porque no entiende muy bien qué es lo que viene y cuáles son sus implicancias, y aquellos que sí lo logran entender, tampoco están muy seguros. En palabras de Peter Diamandis y Steven Kotler en su libro El futuro va más rápido de lo que crees: «Olvídate de las diferencias generacionales; en la actualidad unos pocos meses pueden traernos una revolución. Pero nuestro cerebro — que en realidad no ha pasado por una actualización de hardware en doscientos mil años — no está diseñado para entender tanta velocidad».
Pese a lo anterior, no es tan difícil predecir que los nuevos empleos estarán más seguros en la programación, ingeniería, ciencia de datos, supervisión de máquinas y sistemas automatizados; que ser original y sofisticado puede ser ventajoso; o que la curiosidad y la capacidad de entendimiento y colaboración constructiva serán apreciadas por muchos.
Hoy es ChatGPT, mañana será un computador portátil que tendrá la capacidad y potencia de todos los cerebros humanos del planeta Tierra y pasado mañana ya estaremos habilitados para transferir nuestra conciencia a una máquina. No sé si se concrete esta secuencia, pero ya lo están pensando y trabajando.
Y, como nos han demostrado los últimos años, lo que parece ciencia ficción, muchas veces se convierte en realidad.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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