Vivimos y morimos una pandemia. Ya tenemos 16 meses de padecimiento, muerte, y lo peor, miedo, mucho miedo. Además, toma un cariz de eternidad, cuando muchos especialistas -epidemiólogos, virólogos, neumólogos y otros circunspectos logos-, aseguran que el COVID llegó para no irse. A diferencia de la gripe española de 1918, que duró 1 año, en esta oportunidad, con vacunas o sin vacunas, parece que el “bicho” se transforma, muta, varía, pero no se va. No sé porque me acabo de acordar de Cristina Kirchner, ¿será por los cambios que le producen el colágeno en la cara? ¡No lo sé!

Guerra Z

¿Será que esta extraña situación que vivimos se aleja poco de la realidad planteada en el film Guerra Mundial Z, cuyo argumento es un virus que convierte en zombies a toda la población mundial? En la película, protagonizada por Brad Pitt, solo él y su familia se salvan y los demás tenían que comerse entre sí, sino se jodían. ¿Será que los tapabocas, que todos usamos, son bozales y no me he dado cuenta? Mejor, no sigo imaginando cosas.

Me pregunto si el COVID y la metamorfosis social en la que nos sumió, también cambiará en el largo plazo temas sociales, políticos y financieros. Cuestiono si las sociedades globales tendremos que decidir entre vivir en un nuevo orden o el desorden en que ancestralmente hemos estado zambullidos.

Leyendo en estos días una interesante presentación de la gigante consultora KPMG, refiere que el COVID-19 precipitará una serie de tendencias en negocios y consumo. Tal aceleramiento era previsto por el equipo de investigación de la firma hacia el año 2030. Debido a lo interesante del material, dedicaré dos entregas.

Los colectivos

KPMG nos habla de que estamos entrando en la Era de las Personas, en la cual “la cooperación y no el individualismo, hasta ahora imperante, será la única respuesta para el manejo de los temas económicos, sociales y políticos globales, predominando una nueva ética interpersonal, no unipersonal, como la única manera de arbitrar los problemas que surjan”.

Esto, entre otros, me recuerda el innegable espíritu imperial de los gringos y otras potencias mundiales, incapaces de aceptar, integrar, y aún menos cooperar, con países, localidades y sujetos, que no piensan, según sus parámetros restrictivos y etnocéntricos. Eso, aunque les cueste la vida a millones de personas, ya sea por pobreza o por conflictos bélicos. Total, no son gringos, son pobres carajos de países inferiores.

No menos puedo señalar de la Unión Europea, encabezada por Alemania, el nuevo imperio. Velando por sus propios intereses, pelean por las vacunas contra el COVID, porque los gringos y los chinos se les adelantaron en la producción y ya vacunaron a la mayoría de su población. Ahora la Unión Europea se quedó “corta” en la inmunización de sus pobladores. No he escuchado a un solo dignatario de la Comisión o del Congreso Europeo, quejarse porque el resto del mundo subdesarrollado, africano, asiático, latinoamericano; apenas ha podido vacunar al 10% de su población.  De los gringos y de los chinos, no esperaba menos, pero de los “sensibles y humanistas” países europeos, hubiera esperado más solidaridad. Siguen el mismo juego imperial de “sálvense quien pueda” y “muérase quien tenga que morir”.

Bueno, bueno, no vayamos tan lejos, acá en nuestra casa chiquita, la patria, vemos una imposibilidad cooperativa entre el gobierno y la oposición –si ésta existe-, para atender la grave crisis humanitaria que estamos atravesando, siendo también evidente en el tema de las vacunas.

Ojalá la recién instalada -por vigésima vez- mesa de diálogo, permita llegar a acuerdos entre gobierno y oposición respecto a aspectos sociales, económicos, y humanitarios; dejando de un lado momentáneamente la reyerta política.

Negro futuro

Otro elemento que KPMG resalta -en negrillas, diagonales, subrayado y amarillo- es la obligatoriedad de la diversidad e inclusión, referido a la igualdad de oportunidades y trato a los diferentes géneros, razas, orígenes geográficos, religiones, clases sociales, oficios, etc. Todos, coexistiendo armónicamente en cada uno de los sectores económicos y sociales, donde se desenvuelven en las diferentes geografías del orbe.

El recientemente movimiento Me Too es una clara muestra de la creciente importancia que se da a la igualdad de género. Pero mientras perseguimos a los bárbaros que cometen abuso sexual y estupro, nos olvidamos de que la pobreza prevalece más en los negros y marrones del mundo.

Suscribiendo totalmente en lo personal la validez del Me Too, habría que promover también un “Dark Too”, “Negro Too” o como queramos llamarlo. Las minorías somos las mayorías en maltrato y exclusión. Y eso, mucho más marcado y notorio, en el llamado mundo desarrollado.

En ese sentido, Venezuela culturalmente suele ser de naturaleza más inclusiva. Para nosotros negro es un mote lleno de cariño, al igual que marico, enano, gordo, gago, mocho, turco y muchos otros más. La familia venezolana incluye la diversidad de razas, géneros, religiones como parte de su grupo nuclear o extendido, sin mayores diferencias, y contrariamente, con mucho cariño. Sin duda, hay excepciones en temas de género, que recientemente han salido a relucir.

En el aspecto en que los venezolanos no somos inclusivos todavía, es respecto a las clases sociales, así como lamentablemente nos hemos vuelto intolerantes a las diferencias políticas. Las oligarquías económicas y políticas de la IV república, pusieron en bandeja de plata a Chávez la marcada desigualdad social venezolana, para que pudiera surgir la V república, con su ya gastado discurso de igualdad social.

Paradójicamente, la V república con nuevas oligarquías y élites económicas y políticas -la así llamada boliburguesía – está sirviendo la mesa a una VI república. Esta posibilidad, en lo personal, me llena de pánico.

Dólares más verdes

Otro de los elementos que destaca el manifiesto de KPMG son las finanzas sostenibles o finanzas verdes, como se les llama recientemente. En el mismo, se increpa a la banca y al mercado de valores a una rápida migración hacia la promoción y financiamiento de empresas sostenibles orientadas a lo ecológico y a la preservación de la biodiversidad. Además, sugieren establecerlo como una exigencia y requisito para brindar financiamiento.

A mis queridos amigos de KPMG, no solo aplaudo esta iniciativa, sino además salto de felicidad al leerla, aunque no puedo dejar de comentarles que eso va en contra de la naturaleza de la mayoría de los financieros a nivel mundial.

Si no existiesen regulaciones para las finanzas, los financieros estarían siempre quitando dinero a los pobres, para prestarle a los ricos –sé que estoy contrariando mi precepto, porque a las finanzas me dedico-. Lo único “verde” que les interesa a los banqueros, son los dólares y en ingente cantidad, y si eso mancilla la ecología, ya verán como comprarla después.

Me bajo un ratico de mi carro cáustico, para decir que, en Venezuela, no obstante, la paupérrima situación social y económica que estamos viviendo, no solo nos empuja a abrazar la diversidad, sino también el amor al prójimo y un mayor colectivismo, en comparación con otras latitudes del mundo.

En la siguiente entrega abundaremos más en el tema, con más foco en nuestra Venezuela, tierra de gracia.

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Del mismo autor: Nuevo orden mundial criollo