Punto de quiebre. Gobierno bloquea paso de la ayuda humanitaria

Existe mucha tensión por el evento del 23 de febrero, porque los analistas concluyen que el escenario tiene muchos ingredientes para el quiebre de los opresores. Igualmente, se respira en el ambiente muchos rumores e hipótesis violentas, pero la mayoría confía que no habrá uso abusivo de la fuerza militar en ningún bando.

Cuando declaran mensajes bélicos o divisionistas, la verdad es que no generan ni una pizca de temor. Cualquier nota de odio lo aturde un furor colectivo de unidad nacional. Un intento de prender una vela al resentimiento social es apagado por una lluvia de fe por el cambio. Ciertamente, ya están vacíos sus eslóganes mediáticos y no podrán escribir más la historia deformada.

Esta semana ocurrió un hecho curioso: Nicolás Maduro le pide a Juan Guaidó que convoque a elecciones. Y esto es un detalle no menor, pues, es un reconocimiento franco de la autoridad que representa Juan Guaidó, le resalta su investidura y le solicita que llame a un evento electoral. Maduro sabe que no existe para millones y no tiene poder de convocatoria ni para reunir a tres amigos a tomarse un café.

Nadie quiere guerra

Las expectativas por el punto de quiebre están a mil por segundo. La presencia de voluntarios en la frontera el día de mañana, van a ridiculizar el número de militares que intentará bloquear el acceso de la ayuda humanitaria. Aunque en esta oportunidad, ya verán que muchos no estarán dispuestos a reprimir ni a morir por Maduro, Padrino López, los hermanos Rodríguez, Arreaza o Cabello. Entenderán que defender a estos personajes no es defenderse a sí mismos. Que ya el poder del narcoestado no protege a nadie.

Ha transcurrido un tiempo suficiente para reflexionar y convencerse de que  la obligación  moral debe empujarlos  a ponerse del lado de las necesidades del ciudadano. De la solidaridad mundial, y por supuesto, de la Constitución. Han pasado varios días para  comprender que es una ayuda para salvar vidas y nadie está interesado en una guerra ni un conflicto infinito. Sólo se les pide apoyar los esfuerzos para aminorar el hambre y responder a las emergencias sanitarias.

No sean indiferentes al sufrimiento. Rompan esa unidad maquillada a lo interno de las Fuerzas Armadas y permitan que las razones vayan guiando sus acciones. Quizás seamos el primer caso de transición sin necesidad de un tiro. Tranquilos, la fuerza militar no será utilizada. La ruta es pacífica, democrática, electoral y constitucional.

Aparentemente, esta vez es sin retorno. La luz de la libertad alcanza para todos.

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