Numerosas razones convergen sobre la brecha que hay entre la política y la educación. El abordaje de este temas desde la perspectiva académico–universitaria adquiere un mejor sentido para concienciar no sólo acerca de la importancia que implica, sino sobre el efecto que generan en el ejercicio profesional. Incluso, en medio de la actitud que, en lo social y en lo familiar vive el ser humano.
Es así que, como bien explicaba el brasileño Paulo Freire, «(…) se impone reexaminar el papel de la educación que, sin ser la hacedora de todo, es un factor fundamental en la reinvención del mundo» (Aut. cit. Política y Educación. Siglo XXI Editores. Sao Paulo, 1996). Del mismo modo, «(…) el papel de la política luce trascendental por cuanto el hombre dispone de la capacidad y potencial que su humanidad y biología le provee, en la medida que la política puede favorecerle» (Monagas, Antonio José. Política, Gobierno y Gobernabilidad Democrática. Universidad de Los Andes, Mérida 2000).
Una forma de acentuar y valorar el interés y entusiasmo es activando las aspiraciones de cada estudiante para que se compenetre con la complejidad de las realidades
La extensa y prolífica cantidad de problemas y necesidades que agobian las realidades asociadas con la política y la educación, exige debatirse desde la academia. De esa manera, podría incentivarse el discurso necesario que advierta el nivel de influencia de la política en la educación. O viceversa. No sólo de cara a los efectos que genera el tiempo al compenetrarse con las circunstancias. Sino también, por la utilidad teórico-conceptual y teórico-metodológica que reside entre ambos contextos. Y que de no ser aprovechada la misma -al máximo- generaría más problemas y confusiones de los que hasta ahora se conocen. Además, que la incidencia de esos problemas, en nada contribuirían a avanzar hacia estadios de desarrollo tal como los apuntala una educación debidamente comprendida desde el ejercicio de la política.
Por ahí es posible dar cuenta de cómo realidades azoran el devenir de la educación en todas sus manifestaciones. Es justo, cuando las realidades resultan tan complicadas como está sucediendo en la actualidad. Por tanto, es imprescindible retomar lo que bien inquietó al educador brasileño Paulo Freire al escribir sobre la pertinencia de analizar en perspectiva, la relación entre Política y Educación.
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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
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Una forma de acentuar y valorar el interés y entusiasmo es activando las aspiraciones de cada estudiante para que se compenetre con la complejidad de las realidades
La extensa y prolífica cantidad de problemas y necesidades que agobian las realidades asociadas con la política y la educación, exige debatirse desde la academia. De esa manera, podría incentivarse el discurso necesario que advierta el nivel de influencia de la política en la educación. O viceversa. No sólo de cara a los efectos que genera el tiempo al compenetrarse con las circunstancias. Sino también, por la utilidad teórico-conceptual y teórico-metodológica que reside entre ambos contextos. Y que de no ser aprovechada la misma -al máximo- generaría más problemas y confusiones de los que hasta ahora se conocen. Además, que la incidencia de esos problemas, en nada contribuirían a avanzar hacia estadios de desarrollo tal como los apuntala una educación debidamente comprendida desde el ejercicio de la política.
Por ahí es posible dar cuenta de cómo realidades azoran el devenir de la educación en todas sus manifestaciones. Es justo, cuando las realidades resultan tan complicadas como está sucediendo en la actualidad. Por tanto, es imprescindible retomar lo que bien inquietó al educador brasileño Paulo Freire al escribir sobre la pertinencia de analizar en perspectiva, la relación entre Política y Educación.
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