OPINIÓN · 10 SEPTIEMBRE, 2021 04:50

Plácido dólar

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Oscar Doval

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QUÉ CHÉVERE
QUÉ INDIGNANTE
QUÉ CHIMBO

En estos días, escuchando una aria de Turandot, interpretada por Plácido Domingo -suena elegante, ¿verdad? -, se me vino a la cabeza que el precio del dólar paralelo se había mantenido bastante plácido durante las últimas semanas.

Una pregunta frecuente que me hacen los “panas” es: ¿por qué el dólar no sube de precio?, ¿el dólar va a subir?

La respuesta inmediata que me viene a la cabeza es: —¡que sé yo, ni que fuese adivino!

Obviamente, esa no es la respuesta que doy, porque no podría comer, dado mi oficio de consultor financiero.

Agosto, quieto

El mes de agosto estuvo signado por una sorprendente estabilidad en la tasa de cambio paralelo, cerrando su precio en 4.017.164,27 Bs o 4,00 en bolívares convertidos, lo que muestra una revaluación o apreciación de nuestro signo monetario de 3%, en contraste con los 4.144.785,84 ó 4,14 registrados a finales de julio.

Este fenómeno de pasmosa quietud en el precio del dólar no la habíamos visto desde el mes de septiembre de 2019, como un suceso aislado.

¿Será un signo de los tiempos?, ¿el precio del dólar va a tender a bajar y nuestra moneda por fin recuperará su valor, como pasaba allá en la primera mitad del siglo XX?, cuando el dólar se mantuvo en 4,30 un chorro de años.  La dolorosa y realista respuesta es: ¡NO!

¿Por qué entonces el dólar, sube y se queda quieto, sube y se queda quieto? La verdad es que el dólar no ha dejado de subir desde principios de año. Recordemos que cerramos diciembre de 2020 con un dólar a 1.035.000Bs y al cierre de agosto, con quietudes y espasmos, tenemos ya a la «gringa divisa» colocada sobre los 4 millones. Esto comprende una devaluación acumulada de 300%, a lo largo del presente año.

Lo anterior, si bien refleja una considerable mejora respecto a 2018, cuando conquistamos el récord de 57 mil % de devaluación y 1,5 millones % de inflación, no es algo baladí, ya que con un 300% de devaluación y un 400% de inflación acumulada a finales del mes pasado, todavía podemos considerar que estamos en un entorno hiperinflacionario.

De hecho, estamos sobrepasando el cuarto año continuo de hiperinflación, pudiendo compararnos con Nicaragua y Grecia, que vivieron los períodos de hiperinflación más largos de la historia.

¿A qué se debe que el dólar pueda pasar períodos de quietud? Como todo fenómeno macroeconómico, los determinantes de la tasa de cambio suelen ser de origen multifactorial.

Probablemente, la causa más importante de un dólar más estable, es la dolarización de facto, informal, cada vez más extendida que vive Venezuela.

Actualmente, se estima que entre 85% y 87% de las transacciones de cobro y pago a nivel nacional son en divisas en cash.

De hecho, después de las sanciones financieras y la huida en estampida de los corresponsales bancarios extranjeros, tenemos un ecosistema monetario bastante cerrado, en el cual los bolívares – en encaje o libres -, poco superan los 550 millones de dólares, y contamos con un continuo floating o saldo de divisas en cash, que deben situarse alrededor de los 4 millardos de dólares.

Esta cantidad de divisas en cash en el sistema monetario, derivadas de las remesas de nuestros migrantes, así como de los ingresos por concepto de exportaciones petroleras, auríferas, de otros minerales y de chatarra, así como algo de dinero ilícito, suman los 10 a 12 millardos de dólares que ingresan en parte a Venezuela, después de hacer pagos a proveedores del Estado.

Sobre los ingresos por lícitos tan cacareados por la oposición radical y sus países aliados, Venezuela actualmente está tan vigilada por los gringos, que nuestros vecinos productores de estupefacientes prefieren usar el eje centroamericano y México, para la exportación de sustancias a EEUU y Europa.

Los pagos realizados en cash al Estado venezolano son inyectados por el BCV y otros mecanismos, al sistema bancario y al mercado en general, a razón de unos 30 a 50 millones de dólares por semana.

Si bien, parte de estos capitales, según aseguran fuentes extra-oficiales, se escapan por la frontera colombo-venezolana y antillana, mes a mes, ese cash es repuesto por ingresos frescos devenidos de las exportaciones referidas, dejando un saldo promedio país que puede bajar o subir la barrera de los 4 millardos de dólares, como afirmáramos anteriormente.

A lo descrito, se suma, una sorprendente disciplina fiscal por parte del gobierno este año, que poco ha aumentado los gastos derivados del inmenso aparato estatal, el cual carga un talego de más de 3 millones de empleados públicos.

Nos referimos con esto, que, a diferencia de la fiesta de emisión inorgánica y financiamiento monetario en bolívares de 2017, 2018 y hasta 2019 -con crecimientos monetarios de 1.120%, 63.257%, 4.945%, respectivamente, y la subsecuente hiperinflación- durante este último año, el BCV ha sido mucho más cuidadoso con la publicación o generación de bolívares sin respaldo.

De hecho, el año pasado revirtiendo la tendencia referida, la expansión monetaria en bolívares bajó considerablemente a 1.286%, y en lo que corre de 2021 -aunque entre la banca y el BCV existe la insultante cifra (antes de la reconversión) de 2.318 trillones de bolívares- sólo hemos ampliado la masa monetaria un 400%.

Incluso, el pasado mes de agosto solo aumentó dicha liquidez en un 6%, lo que ayuda a que pueda mantenerse «quieto» el precio del dólar respecto al bolívar.

Otro factor que permite estabilizar el precio de la divisa imperial, es que el BCV, se puso la pilas, se dejó de pendejadas, y por fin asumió que somos pobres y no podemos estar subsidiando con dólares preferenciales a empresarios, aunque sean “amiguetes”.

Los subsidios actualmente son muy básicos y directamente dados a la población más vulnerable, ya sea a través de las CLAP, insumos de salud o de higiene. No más subsidios al sector productivo privado. ¡Por fin!

La tasa de cambio de dólar oficial es una sola, publicada diariamente por el BCV, y siempre está cabalgando la tasa de cambio del dólar paralelo.

De esta manera se evita el mercado cambiario especulativo, en virtud del cual, en el pasado reciente, divisas preferenciales y baratas eran compradas en la, y por la banca, y después eran vendidas en un mercado paralelo con ingente sobreprecio.

Lo referido, hace pocos años, comprendió un pingüe negocio que enriqueció a banqueros, bolseros, empresarios e incluso particulares, adeptos o contrarios al régimen chavista.

El fenómeno descrito y la lluvia de créditos dados por la banca a tasas de interés reales negativas – por debajo de la tasa de inflación-, dieron al traste con el aparato productivo venezolano y con toda la economía nacional. ¿Por qué producir y trabajar, si uno podía volverse rico vendiendo dólares preferenciales o pidiendo créditos “gratis” en bolívares, para después comprar dólares y sacarlos del país a cuentas internacionales?

Me pregunto, donde están los individuos, empresarios, y banqueros inescrupulosos que quebraron al país. ¡No he visto a ninguno preso!

¿Y el futuro?

En nuestro amado país no me atrevo a hablar de futuro, dadas la complejidades, sobresaltos y virajes políticos, sociales y económicos que vivimos en el día a día.

—¡Bueno, dejemos la cobardía y vamos a especular un poco!

Si la dolarización informal de la economía se extiende y supera la barrera del 95%, nos podemos olvidar de la devaluación y de la inflación. Como muchos países que han pasado rubicones inflacionarios, la moneda local será sustituida o anclada –hechos los pendejos- por una moneda más estable, dólar, euro, yuan u otras.

Con esta medida, ¡zas!, nos recostaremos de sistemas monetarios cuyos países tienen tasas de devaluación o inflación insignificantes y estabilizar «de facto» nuestro ecosistema monetario, –aspectp que no comparto en lo personal, pero funciona.

En el caso mencionado, insisto, adiós bolívar –digital o reconvertido-, inflación y devaluación y bienvenido un país multimoneda, donde el bolívar, prácticamente podría desaparecer.

Contrariamente, si decidimos mantener nuestra soberanía monetaria – lo que suscribo plenamente y otro día les cuento el por qué- y se nos ocurre imprimir bolívares inorgánicos, sin base en reservas o ahorros, ya sea por el próximo gasto electoral o las conocidas subvenciones decembrinas de perniles y demás parafernalia, nos encontraremos con un escenario de inexorable devaluación e inflación.

En el segundo caso podríamos encontrarnos con un precio del dólar al cierre del año 2021, cerca de los 7 millones de bolívares y una inflación cercana al 1000%.

En la próxima entrega vamos a aproximarnos al tema inflacionario, que resulta un animal particular en nuestro país. Como siempre digo, amanecerá y veremos, en esta, nuestra tierra de gracia.

***

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Piedra, Papel o Tijera…

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Una pregunta frecuente que me hacen los “panas” es: ¿por qué el dólar no sube de precio?, ¿el dólar va a subir?

La respuesta inmediata que me viene a la cabeza es: —¡que sé yo, ni que fuese adivino!

Obviamente, esa no es la respuesta que doy, porque no podría comer, dado mi oficio de consultor financiero.

Agosto, quieto

El mes de agosto estuvo signado por una sorprendente estabilidad en la tasa de cambio paralelo, cerrando su precio en 4.017.164,27 Bs o 4,00 en bolívares convertidos, lo que muestra una revaluación o apreciación de nuestro signo monetario de 3%, en contraste con los 4.144.785,84 ó 4,14 registrados a finales de julio.

Este fenómeno de pasmosa quietud en el precio del dólar no la habíamos visto desde el mes de septiembre de 2019, como un suceso aislado.

¿Será un signo de los tiempos?, ¿el precio del dólar va a tender a bajar y nuestra moneda por fin recuperará su valor, como pasaba allá en la primera mitad del siglo XX?, cuando el dólar se mantuvo en 4,30 un chorro de años.  La dolorosa y realista respuesta es: ¡NO!

¿Por qué entonces el dólar, sube y se queda quieto, sube y se queda quieto? La verdad es que el dólar no ha dejado de subir desde principios de año. Recordemos que cerramos diciembre de 2020 con un dólar a 1.035.000Bs y al cierre de agosto, con quietudes y espasmos, tenemos ya a la «gringa divisa» colocada sobre los 4 millones. Esto comprende una devaluación acumulada de 300%, a lo largo del presente año.

Lo anterior, si bien refleja una considerable mejora respecto a 2018, cuando conquistamos el récord de 57 mil % de devaluación y 1,5 millones % de inflación, no es algo baladí, ya que con un 300% de devaluación y un 400% de inflación acumulada a finales del mes pasado, todavía podemos considerar que estamos en un entorno hiperinflacionario.

De hecho, estamos sobrepasando el cuarto año continuo de hiperinflación, pudiendo compararnos con Nicaragua y Grecia, que vivieron los períodos de hiperinflación más largos de la historia.

¿A qué se debe que el dólar pueda pasar períodos de quietud? Como todo fenómeno macroeconómico, los determinantes de la tasa de cambio suelen ser de origen multifactorial.

Probablemente, la causa más importante de un dólar más estable, es la dolarización de facto, informal, cada vez más extendida que vive Venezuela.

Actualmente, se estima que entre 85% y 87% de las transacciones de cobro y pago a nivel nacional son en divisas en cash.

De hecho, después de las sanciones financieras y la huida en estampida de los corresponsales bancarios extranjeros, tenemos un ecosistema monetario bastante cerrado, en el cual los bolívares – en encaje o libres -, poco superan los 550 millones de dólares, y contamos con un continuo floating o saldo de divisas en cash, que deben situarse alrededor de los 4 millardos de dólares.

Esta cantidad de divisas en cash en el sistema monetario, derivadas de las remesas de nuestros migrantes, así como de los ingresos por concepto de exportaciones petroleras, auríferas, de otros minerales y de chatarra, así como algo de dinero ilícito, suman los 10 a 12 millardos de dólares que ingresan en parte a Venezuela, después de hacer pagos a proveedores del Estado.

Sobre los ingresos por lícitos tan cacareados por la oposición radical y sus países aliados, Venezuela actualmente está tan vigilada por los gringos, que nuestros vecinos productores de estupefacientes prefieren usar el eje centroamericano y México, para la exportación de sustancias a EEUU y Europa.

Los pagos realizados en cash al Estado venezolano son inyectados por el BCV y otros mecanismos, al sistema bancario y al mercado en general, a razón de unos 30 a 50 millones de dólares por semana.

Si bien, parte de estos capitales, según aseguran fuentes extra-oficiales, se escapan por la frontera colombo-venezolana y antillana, mes a mes, ese cash es repuesto por ingresos frescos devenidos de las exportaciones referidas, dejando un saldo promedio país que puede bajar o subir la barrera de los 4 millardos de dólares, como afirmáramos anteriormente.

A lo descrito, se suma, una sorprendente disciplina fiscal por parte del gobierno este año, que poco ha aumentado los gastos derivados del inmenso aparato estatal, el cual carga un talego de más de 3 millones de empleados públicos.

Nos referimos con esto, que, a diferencia de la fiesta de emisión inorgánica y financiamiento monetario en bolívares de 2017, 2018 y hasta 2019 -con crecimientos monetarios de 1.120%, 63.257%, 4.945%, respectivamente, y la subsecuente hiperinflación- durante este último año, el BCV ha sido mucho más cuidadoso con la publicación o generación de bolívares sin respaldo.

De hecho, el año pasado revirtiendo la tendencia referida, la expansión monetaria en bolívares bajó considerablemente a 1.286%, y en lo que corre de 2021 -aunque entre la banca y el BCV existe la insultante cifra (antes de la reconversión) de 2.318 trillones de bolívares- sólo hemos ampliado la masa monetaria un 400%.

Incluso, el pasado mes de agosto solo aumentó dicha liquidez en un 6%, lo que ayuda a que pueda mantenerse «quieto» el precio del dólar respecto al bolívar.

Otro factor que permite estabilizar el precio de la divisa imperial, es que el BCV, se puso la pilas, se dejó de pendejadas, y por fin asumió que somos pobres y no podemos estar subsidiando con dólares preferenciales a empresarios, aunque sean “amiguetes”.

Los subsidios actualmente son muy básicos y directamente dados a la población más vulnerable, ya sea a través de las CLAP, insumos de salud o de higiene. No más subsidios al sector productivo privado. ¡Por fin!

La tasa de cambio de dólar oficial es una sola, publicada diariamente por el BCV, y siempre está cabalgando la tasa de cambio del dólar paralelo.

De esta manera se evita el mercado cambiario especulativo, en virtud del cual, en el pasado reciente, divisas preferenciales y baratas eran compradas en la, y por la banca, y después eran vendidas en un mercado paralelo con ingente sobreprecio.

Lo referido, hace pocos años, comprendió un pingüe negocio que enriqueció a banqueros, bolseros, empresarios e incluso particulares, adeptos o contrarios al régimen chavista.

El fenómeno descrito y la lluvia de créditos dados por la banca a tasas de interés reales negativas – por debajo de la tasa de inflación-, dieron al traste con el aparato productivo venezolano y con toda la economía nacional. ¿Por qué producir y trabajar, si uno podía volverse rico vendiendo dólares preferenciales o pidiendo créditos “gratis” en bolívares, para después comprar dólares y sacarlos del país a cuentas internacionales?

Me pregunto, donde están los individuos, empresarios, y banqueros inescrupulosos que quebraron al país. ¡No he visto a ninguno preso!

¿Y el futuro?

En nuestro amado país no me atrevo a hablar de futuro, dadas la complejidades, sobresaltos y virajes políticos, sociales y económicos que vivimos en el día a día.

—¡Bueno, dejemos la cobardía y vamos a especular un poco!

Si la dolarización informal de la economía se extiende y supera la barrera del 95%, nos podemos olvidar de la devaluación y de la inflación. Como muchos países que han pasado rubicones inflacionarios, la moneda local será sustituida o anclada –hechos los pendejos- por una moneda más estable, dólar, euro, yuan u otras.

Con esta medida, ¡zas!, nos recostaremos de sistemas monetarios cuyos países tienen tasas de devaluación o inflación insignificantes y estabilizar «de facto» nuestro ecosistema monetario, –aspectp que no comparto en lo personal, pero funciona.

En el caso mencionado, insisto, adiós bolívar –digital o reconvertido-, inflación y devaluación y bienvenido un país multimoneda, donde el bolívar, prácticamente podría desaparecer.

Contrariamente, si decidimos mantener nuestra soberanía monetaria – lo que suscribo plenamente y otro día les cuento el por qué- y se nos ocurre imprimir bolívares inorgánicos, sin base en reservas o ahorros, ya sea por el próximo gasto electoral o las conocidas subvenciones decembrinas de perniles y demás parafernalia, nos encontraremos con un escenario de inexorable devaluación e inflación.

En el segundo caso podríamos encontrarnos con un precio del dólar al cierre del año 2021, cerca de los 7 millones de bolívares y una inflación cercana al 1000%.

En la próxima entrega vamos a aproximarnos al tema inflacionario, que resulta un animal particular en nuestro país. Como siempre digo, amanecerá y veremos, en esta, nuestra tierra de gracia.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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OPINIÓN · 24 MARZO, 2023 05:47

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