Omega-3: navegando entre beneficios y dilemas cardíacos
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Los ácidos grasos omega-3, comúnmente hallados en pescados grasos y suplementos de aceite de pescado, son reconocidos por sus múltiples beneficios para la salud, incluyendo la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas, demencia y dolor articular.

No obstante, estudios recientes, como el publicado en la revista BMJ Medicine, sugieren que mientras los suplementos de aceite de pescado pueden disminuir el riesgo en individuos con enfermedades cardiovasculares preexistentes, podrían incrementar la probabilidad de desarrollar problemas cardíacos o sufrir un accidente cerebrovascular en otros.

Tres tipos principales

Los omega-3 son esenciales para el bienestar general, ya que el cuerpo humano no tiene la capacidad de producirlos y deben ser obtenidos a través de la alimentación. Existen tres tipos principales de omega-3: el ácido alfa-linolénico (ALA), necesario para la síntesis de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA).

Los compuestos EPA y DHA se consideran importantes para la salud del corazón, los vasos sanguíneos, los pulmones, así como el mantenimiento de los sistemas inmunológico y endocrino. Además, el DHA es necesario para el desarrollo de la retina, el cerebro y el sistema nervioso durante la etapa infantil.

Las guías nutricionales actuales tienden a favorecer el consumo de pescado sobre los suplementos para obtener omega-3. El salmón y las sardinas, ejemplos de pescado azul, son fuentes abundantes de omega-3 EPA y DHA. Aunque el pescado blanco y los mariscos también contienen omega-3, sus niveles son significativamente menores en comparación con el pescado azul.

Para aquellos que no consumen pescado, las semillas de linaza, chía, las nueces y los aceites de canola y soya, son alternativas vegetales ricas en omega-3. Esta preferencia se basa en la evidencia que sugiere que los nutrientes obtenidos directamente de los alimentos pueden ofrecer un perfil más completo de beneficios para la salud.

Supervisión médica

Las autoridades de salud pública recomiendan la incorporación del pescado azul en la dieta semanal, al menos una porción, debido a su papel crucial en la prevención de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, advierten que las mujeres embarazadas o en período de lactancia deben moderar su consumo a un máximo de dos porciones por semana, para prevenir la acumulación nociva de mercurio en el organismo.

Algunos especialistas aconsejan su administración exclusivamente bajo supervisión médica, particularmente en situaciones donde los niveles de triglicéridos sean elevados.

El equipo de investigadores de la reciente publicación realizó un estudio por 12 años sobre 415.737 individuos inscritos en el Biobanco del Reino Unido, una vasta base de datos biomédica. Durante este periodo, se centraron en evaluar el impacto del consumo de suplementos de aceite de pescado en la incidencia de enfermedades cardíacas, incluyendo la fibrilación auricular, caracterizada por latidos cardíacos irregulares, así como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca.

Además, investigaron cómo estos suplementos podrían influir en la evolución de las patologías cardíacas existentes.

Los hallazgos revelaron que la ingesta regular de suplementos de aceite de pescado estaba vinculada con un incremento de 13% en el riesgo de desarrollar fibrilación auricular y un aumento de 5% en la probabilidad de experimentar un accidente cerebrovascular. Cabe destacar que este estudio se limitó al análisis de los suplementos de omega-3, por lo que no proporciona información sobre los riesgos y beneficios asociados al consumo de pescado azul.

Dieta nutritiva y variada

Estudios anteriores han reportado poca o ninguna evidencia de que los suplementos que contienen omega-3 EPA y DHA reduzcan el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un derrame cerebral o morir por una enfermedad cardíaca. Otro estudio realizado en los EE.UU. determinó que los suplementos de omega-3 sólo eran beneficiosos para las personas que no comían pescado.

Una publicación realizada en 2022 reveló que la ingesta regular de suplementos de aceite de pescado estaba vinculada a una reducción significativa en el riesgo de desarrollar diversos tipos de demencia en la población de adultos mayores. Sin embargo, el consumo de estos suplementos no demostró un impacto preventivo en la incidencia de la enfermedad de Alzheimer.

Estos hallazgos sugieren que los ácidos grasos omega-3 presentes en el aceite de pescado podrían tener un efecto protector contra ciertas formas de deterioro cognitivo, aunque su eficacia varía dependiendo del tipo específico de demencia.

Por otro lado, los científicos sostienen que no existe evidencia que sugiera que el consumo de pescado sea perjudicial para la salud. Subrayan la importancia de preferir una dieta equilibrada y saludable sobre la suplementación y recomiendan seguir las pautas que aconsejan la ingesta semanal de pescado azul, lo cual es ventajoso para obtener omega-3, vitamina D y otros micronutrientes esenciales.

Además, aclaran que, aunque los suplementos pueden ser útiles para personas con necesidades dietéticas particulares, la mayor parte de la población se puede beneficiar más de una dieta variada. Estas opiniones reflejan un consenso en la comunidad científica sobre la priorización de una dieta nutritiva y variada como la mejor estrategia para la salud cardiovascular, sin descartar el papel complementario que los suplementos pueden desempeñar en circunstancias específicas.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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