Hay quienes piensan que la terrible situación que vivimos en Venezuela es un estado definitivo de destrucción, que estamos en un apocalipsis sin final y que esta tragedia no tiene solución. Confieso que en algún momento de desesperación, esta sensación de abatimiento y derrota me ha invadido hasta los tuétanos.

Tan angustiante es nuestro contexto que millones optaron por huir a otros países (cambiaron unos problemas por otros o se les abrió el horizonte) y unos cuantos venezolanos no han percibido más alternativa que la muerte ([los índices de suicidios se han incrementado de manera exponencial).

Pero si algún provecho he extraído de esta hecatombe es la capacidad de resistir con templanza y fortaleza (dos de las virtudes cardinales) los embates de los obstáculos que la mayoría de los venezolanos debemos sortear en nuestra cotidianidad.

Desde cuando te despiertas en total oscuridad, vas al baño a asearte con tobitos hasta que sales a la calle a trabajar y te das cuenta de que tienes menos de medio cuarto del tanque de gasolina. Entonces te toca pescar dónde abastecerte y luego calarte una kilométrica cola en la estación de servicio donde solo puedes “comprar” (entrecomillas porque prácticamente la regalan) 30 litros del preciado combustible.

Si con esta sucinta exposición de eventos desafortunados usted no ha enloquecido, entonces es parte del clan de los resilientes que somos la mayoría de los venezolanos. En estos últimos 6 años he aprendido tantas lecciones de la crisis social, económica, política y espiritual que padecemos en Venezuela, que quisiera compartir mi experiencia sobre cómo se sobrevive en Venezuela. Seguramente cada quien desde sus vivencias tendrá mucho que aportar para confeccionar otras listas de sugerencias. Voy con la mía:

  • Cuide su salud física, mental, emocional y espiritual por sobre todas las cosas. Enfermarse en Venezuela puede convertirse en un verdadero calvario, porque no solo corre el riesgo de perecer en el intento de sanarse (los hospitales sin insumos, las medicinas escasas o inalcanzables por su costo, las clínicas carísimas), sino que también su cuenta bancaria podría entrar en coma.
  • Refúgiese en la familia, su más preciado tesoro. Debemos compartir más tiempo de calidad con quienes convivimos, expresarles nuestro cariño y devoción (muchas palabras amorosas y abrazos acogedores]. También vale intercambiar pareceres sobre lo bien o mal que nos fue en el día para que entre nosotros mismos nos convirtamos en válvulas de escape emocional. Sabemos que son muchísimas las familias rotas por la emigración, pero echemos mano de la tecnología para acercar los corazones y latir a un mismo ritmo, porque los que están afuera también necesitan de los que nos quedamos aguantando la pela, y viceversa.
  • Diversifique sus ingresos para que la hiperinflación no lo devore. Independientemente de su oficio o profesión, observe qué está demandando el mercado y arriésguese en alguna actividad económica que, aunque no esté relacionada con su campo laboral, pudiera proporcionarle un flujo de caja que le permitirá sufragar el pan nuestro de cada día.
  • Emprenda proyectos que le den sentido a su vida. No solo se trata de negocios, sino de cualquier labor que brinde un nuevo significado a su existencia. Por ejemplo, participar en grupos de solidaridad con niños o ancianos, convertirse en facilitador de algún curso y cualquier otra acción que enriquezca su lado humano.
  • Dedique tiempo para usted mismo. Estar a solas (entre 10 minutos a 45 minutos diarios son suficientes) orando, meditando, planeando algún proyecto, soñando con un mejor porvenir o haciendo ejercicios (caminar, trotar, hacer yoga, entre otros) es el mejor antídoto para recargar energías y tener mejor disposición para enfrentar las adversidades.
  • Fortalezca la relación con sus amigos. Las amistades representan un apoyo importantísimo en momentos de aflicción (un hombro donde recostarse, un oído presto a escuchar), pero también son ideales para compartir alegrías y unos cuantos tragos.
  • Aléjese de vez en cuando de las redes sociales, especialmente cuando aparezcan los haters que con sus comentarios lanzan veneno que pudiera contaminar a ratos su espíritu. Evite caer en estériles discusiones que son una pérdida de tiempo y arrebatan su paz.
  • Ignore a la gente tóxica. La avaricia, la envidia y el egoísmo (sobre todo, esto último) nos han hecho tanto daño como sociedad que es urgente alejarse de las imbecilidades (asumiendo el concepto griego de imbécil como “aquel que no ve más allá de sus narices”). Asumir una actitud más compasiva y generosa hacia los otros y hacia nosotros mismos, ayudará a reconstruir la Venezuela que tanto anhelamos.
  • Haga el amor tantas veces como pueda. Evite que el estrés, la depresión y la ansiedad cotidiana lo alejen de la cama caliente tan necesaria en estos tiempos. El encuentro íntimo verdadero es una conjugación de almas conectadas con una chispa de infinito divino que trasciende la dimensión carnal.
  • Respire (sienta, lea y escuche con atención), respire, respire… pausada y profundamente cuando perciba que el mundo lo agobia (estamos sumergidos en guerras, conflictos, desastres naturales, emergencias humanitarias complejas, politiquerías y situaciones absurdas]. Solo respire y sentirá alivio. ¡Se lo aseguro!

Por el uso deliberado de técnicas periodísticas, titulé este artículo Manual de supervivencia 2020, pero propongo lo siguiente: elimine de su mente el prefijo “super” y quédese con la palabra “vivencia”. Que es muy humano sentirse estresado, triste, desanimado, frustrado o rabioso, es válido sentirse así. Vamos a darnos el permiso de sentir lo que sea y drenar esas emociones enclosadas en el corazón para que luego no se somaticen en dolores corporales, enfermedades crónicas, cáncer, infartos, entre otras patologías.

Si decidió quedarse en Venezuela, recuerde que lo único real es el aquí y ahora. Desperdiciar este momento presente en quejas, amarguras y angustias nos hará más difícil la trágica cotidianidad. Lo sustancial es ¡vivir! Eso sí: sin perjudicar al prójimo y contribuyendo para transformarnos en una mejor sociedad.

Publicado originalmente en el blog de Thairy Baute

Manual de supervivencia 2020

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