hombres vulnerables

El título de este artículo pudiera ser una paradoja.   Decir los olvidados para hablar de los hombres – léase los varones – pudiera ser hasta una provocación a las feministas, un desatino.  ¿Olvidados ellos, los privilegiados, los que hacen y deshacen socialmente?, ¿Los que han  logrado que casi todas las sociedades sean heterocentradas, falocentradas, patercentradas y son el centro del universo?.   Sin embargo, algo dice que sí.

El Día internacional del Hombre existe -sí, como el de la mujer-,  se celebra el 19 de noviembre de cada año pero casi siempre pasa desapercibido sobre todo en los países que no son desarrollados.  Tanto que este año el hashtag en Latinoamérica fue #InternationalMensDay, en inglés. como que si no existieran hombres hispanos, por mencionar unos no angloparlantes.  ¿Importará que entiendan?.

Ese día, también llamado el día del bigote, comenzó siendo un día para alertar acerca de la salud de los hombres quienes, a pesar de su fortaleza, valentía, privilegios, prepotencia; sufren, se enferman y hasta se mueren, como las mujeres.

Con los años, el día del hombre ha diversificado su significado para incluir otros aspectos que conciernen a la masculinidad comenzando por la necesidad de reflexionar sobre la condición de ser hombre, sus derechos y deberes. Aún así el cómo asumen su cuerpo sigue siendo un tema crucial.

El problema es que muchos hombres, paradójicamente, son cobardes, le tienen pánico a una enfermedad, a hacerse un chequeo médico, a sentirse débiles, que los descubran y vean sus flaquezas físicas y emocionales.  La debilidad es propia de las mujeres, de los mariquitos.  Hombre que se honre no se enferma, es una máxima machista. Y si se enferma, se calla y si se calla, se muere, como las mujeres.

Y ese paradigma, esa forma masculina de pensar hay que cambiarla, está cambiando pero falta mucho. Por eso es necesario darle relevancia al día internacional del hombre, recordarle a ellos, a la sociedad, que los hombres son vulnerables y que a pesar de lo fuertes y  privilegiados, sufren, se enferman, se mueren como las mujeres.

No en vano, uno de los post que ese día de este año se publicaron, resumía el status de salud de los hombres en el mundo. Aunque carece de fuente y desconozco la veracidad de los datos, da pista de lo que puede estar pasando porque no está lejos de lo que se ve, de lo que se sabe.

Dice el post: Son hombres el 75 % de los suicidas del mundo, el 85 % de las personas que viven en la calle, el 70 % de las victimas de violencia callejera.  Y sin cifras disponibles se puede decir que de ese  sexo es la inmensa mayoría de quienes se pudren en la cárceles y la policía, las familias, la sociedad, suele ser más cruenta con los varones.  Ser hombre jode.

Sin embargo, poco se dice de este desbalance de género.  Los hombres, a cuenta de privilegios y de una fortaleza atribuida socialmente, suelen ser olvidados por las instituciones. No existen casi programas o proyectos sociales dirigidos a atender las necesidades de ellos.  Se da por sentado que no los necesitan, mientras ellos se consumen en el alcohol, otras drogas, la soledad, la depresión, la violencia, o mueren por causas naturales, por no consultar al médico.  No saben el estado de su próstata.

Los problemas de los hombres también hay que visibilizarlos

En materia social prevalece la política del Titanic: primero las mujeres, los niños, los ancianos, y, si queda espacio, los hombres.  Si no queda, que se mueran. Y las instituciones sociales como casi  siempre tienes pocos recursos o los destinan a los grupos vulnerables, los hombres quedan fuera, como que si no tuvieran necesidades, como que si no existieran.

Esa invisibilidad del hombre comienza por ellos mismos. Pocos reflexionan, por ejemplo, sobre su condición de explotados económicamente por algunas mujeres (y algunos hombres), por lo que pesa el rol de proveedor, la obligación de ser activo y exitoso sexualmente.

Ser hombre al igual que ser mujer significa diversidad.  Al sexo se le agrega el género y la atracción sexual. Hay hombres heteros, gays, trans, entre otros.  El paradigma de la “normalidad” y los privilegios del poder han hecho a los hombres, particularmente a los heterosexuales, menos reflexivos sobre su condición, su estilo de vida, sus derechos y limitaciones. Otra paradoja: en materia de género,  el poder castra.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.