Este artículo se publicó originalmente el 20 de mayo.
El día internacional contra la homofobia fue establecido para informar, sensibilizar a la población y denunciar el sufrimiento de centenares de miles de personas que son discriminadas, agredidas, lesionadas y hasta asesinadas por expresar una condición sexual distinta a la de la mayoría heterosexual.
En muchos países, la lucha de las personas gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros, transexuales e intersexuales (lo que se ha popularizado como la comunidad LGBTI) ha logrado libertad de expresión, visibilidad e incluso protección legal. Pero persiste –a veces, con mucha fuerza– la homofobia y sus variantes: la institucional y la que está en la cabeza de la gente.
La homofobia es una enfermedad
Una fobia, sea a lo que sea, es un trastorno de ansiedad o miedo excesivo e irracional hacia algo o alguien que distorsiona la realidad, altera la conducta y produce sufrimiento a quien la padece, a quienes están a su alrededor y, sobre todo, al objeto de la fobia cuando se trata de una persona o grupo social.
Hay fobias a las circunstancias (las alturas, lugares cerrados o abiertos) y a los animales (cucarachas, culebras, ratas). Las fobias pueden producir grandes sustos, parálisis momentáneas, crisis de pánico, desmayos. También se pueden sentir fobias hacia personas por su raza, condición socioeconómica, nacionalidad, expresión sexual, entre otras.
La homofobia es un conjunto de creencias erradas que se manifiestan en conductas de rechazo, hasta el asco, hacia las personas que son distintas a las heterosexuales, como los gays, las lesbianas, las transexuales. Por tanto, hay quienes sienten lesbofobia, transfobia, bifobia y así hacía tantas expresiones de género alternativas como existan.
La homofobia, como todas las fobias sociales, es producto de creencias infundadas, distorsiones, prejuicios y estereotipos con los que las religiones y grupos oscurantistas han sembrado a la sociedad por siglos.
Las creencias erradas y el miedo irracional de las fobias pueden llevar a sentir rechazo hacia uno mismo o hacia grupos que se perciban semejantes a uno pero amenazantes. La homofobia endógena, hacia sí mismo, hace que gente gay, lesbiana o trans rechace a gente con esas conductas, así como el endorracismo y el endoclasismo hace que gente rechace a los de su misma raza o clase social.
La homofobia tiene cura
Siendo las fobias un trastorno mental que desajusta a las personas, les impide adaptarse y sentirse bien son consideradas una enfermedad y, por ello, se recomienda atención psicológica o psiquiátrica a quien la sufra.
La homofobia, como cualquier otra fobia o enfermedad mental, puede prevenirse; pero si ya se siente, tiene cura. En este caso, por ser la homofobia un trastorno psicosocial, que proviene de información errada y prejuicios infundados, la información correcta a través de la educación es fundamental para superarla.
Las experiencias positivas con personas de los grupos hacia los cuales se siente fobia pueden contribuir en el cambio de creencias, actitudes y conductas de la gente homófoba.
Las familias, las escuelas, los medios de comunicación y las redes virtuales son claves para lograr un mundo mejor, un mundo más tolerante, más amplio, más abierto hacia la diversidad sexual, con menos ataduras por prejuicios y respetuoso de los derechos humanos de las minorías sexuales.
La gente homófoba, víctima de la desinformación y prejuicios, puede superarlos informándose. Aun cuando, por lo general, nos exponemos a la información que afianza nuestras creencias y rechazamos la que nos pudiera crear dudas, queda la esperanza de que cada vez serán menos los oscurantistas.
La gente gay, lesbia, bi, transexual no es una amenaza para nadie. La gente homófoba, enferma, irracional y agresiva, sí. Por el bien de la humanidad, ojalá se cure.
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