"Tengo vecinos con huecos en las paredes", dicen residentes de la Cota 905 tras enfrentamiento

Por:
Oscar Doval | @oscardoval_

El Coqui, el perfil

Nació en Caracas el 1 de Febrero de 1978, tiene hoy pues, 43 años. Su nombre real es Carlos Luis Revete. Tras el asesinato de su líder, alias “El Chavo”, a manos del CICPC, en 2015, el Coqui, tomó el control de la banda “Los Chiches”, con larga y reconocida actividad criminal en la Cota 905.

Tiene múltiples cargos por homicidio, trafico de estupefacientes, secuestro, extorsión y robo. Principalmente reside en la Cota 905, a nivel de La Vega, donde realiza la mayoría de su trabajo criminal.

Existe un célebre grito de guerra del Coqui, grabado y publicado en todos los medios y redes, donde dice: —“a todo el que suba por ahí, láncele con el lanzagranadas, toda vaina que pueda, que sepan, que ‘tamos locos, ¿oyeron?”

A modo de iniciación en su banda pide a los nuevos miembros que asesinen dos o tres contrincantes de bandas rivales y los lancen desde el cerro a la Cota 905. De allí, que el pasado 14 de abril, el CIPCP, tuviera que levantar tres cadáveres sin identificación, que fueron lanzados desde La Vega.

Autogol del Gobierno

En 2013, ya era más que evidente la desbordada actividad criminal en múltiples barriadas populares del país, que diezmaban a muchos habitantes de los propios barrios.

La mayoría de los crímenes eran motivados por “culebras” (problemas personales) entre miembros de bandas o individuos, tales como: — “me quitó la jeva”, “se están agarrando mis clientes pal’ robo, secuestro o extorsión”, “te estás metiendo en mi zona de trabajo”, “estás sapiando con los pacos”, etc.

El Gobierno Nacional -aparentemente- se percató de la incompetencia de los cuerpos de seguridad del Estado, para controlar los barrios y las agotadas capacidades de las morgues de Caracas y del interior del país, para contener a los “pobres muertos, pobres”.

El tren ejecutivo de entonces estableció mediante decreto, las llamadas “Zonas de Paz”, en diferentes áreas “rojas” del país.

En virtud de este decreto, se llegaba a acuerdos entre los “azotes de barrio” y “jefes de bandas criminales”, para que éstos se comprometieran a deponer su actividad criminal, erigiéndose como garantes de la seguridad y tranquilidad ciudadana en el lugar. A cambio, las fuerzas de seguridad del Estado tenían prohibido entrar a las Zonas de Paz.

La Cota 905 -donde el Coqui hacía su formación criminal- fue una de las 30 Zonas de Paz decretadas.

El Coqui y su gran empresa criminal

Se estima que la banda del Coqui cuenta con unos 180 integrantes, que hacen vida en la Cota 905, a nivel de La Vega, pero también pueden ser eventualmente encontrados en otros lugares de Caracas y del país.

Cuenta con dos lugartenientes, “Vampi” y “Garbi” que podrían ser su relevo en caso de ausencia temporal por encarcelamiento o por fallecimiento.

Además, tiene cerca de 40 “gariteros” (término procedente de garita, o lugar de vigilancia), quienes son individuos entrenados para “cantar la zona”, si está llegando cualquier cuerpo de seguridad. De esta manera, la banda puede estar alerta para la ofensiva, defensiva o huida. Cada uno de estos gariteros cobra aproximadamente 50 dólares diarios, que equivale entre 1000 y 1500 dólares al mes.

El Coqui hace que todo su cuerpo criminal reciba algún tipo de beneficio económico, independientemente que participe o no en la “actividad delictiva productiva del momento”.

Si el hombre y sus secuaces logran sus metas criminales, organizan fiestas de hasta 3 días, con música, caña, comida y todo tipo de estupefacientes. A veces contratan a reconocidos artistas, entre ellos, recientemente al cantante y DJ de música electrónica, Alex de Castro

No sólo hacen fiestas, a veces, el Coqui, se pone más creativo y lleva a los miembros de su banda a pasarse un buen rato en un club. Esto ocurrió a principios de abril, cuando tomaron por la fuerza las instalaciones del Club Social y Deportivo de la Policía Metropolitana, en los alrededores de El Paraíso. Allí pasaron un buen rato bañándose en la piscina, ante la vista atónita de la comunidad y las autoridades.

Equipado para una guerra

Cuenta con un arsenal de más de 400 armas cortas y largas, la mayoría, armas de guerra que han sido robadas o agenciadas de los cuerpos de seguridad del Estado.

Además, de las conocidas pistolas automáticas, también la banda tiene fusiles AR15 y AK47, subametralladoras Ingram, Fal 762, granadas fragmentarias y lanzagranadas.

El arma personal del Coqui es una ametralladora Browning Calibre 0,5, que solo han sido entregadas en Venezuela a funcionarios de alto rango, esto dicho por el director de las FAES.

Además, contraviniendo la prohibición expresa del ejecutivo, cuenta con incontables “drones” que usan para vigilar sus zonas de control y hacer seguimiento a sus víctimas, civiles, policiales o militares

Alarmante expansión de su radio criminal

En el área metropolitana ya cuenta con presencia criminal en La Vega, Coche, El Valle, Caricuao y Petare. Además, está desarrollando y haciendo crecer su banda en el interior del país: Falcón, Zulia, Aragua, Carabobo y Lara. También, tiene presencia en las principales cárceles venezolanas.

Nos cuentan que -recientemente y con una clara visión multi-latina del negocio- el Coqui está generando franquicias en Perú, Argentina, Colombia y Ecuador. ¡Todo un empresario criminal, pues!

Su “cable palao” es con las autoridades

En declaraciones públicas, incluso dadas a algunos periodistas, el Coqui ha afirmado, que su “rollo” y máxima molestia es con los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. Asegura que “la tienen agarrada con él y su gente” y que por eso les declaró la guerra.

Manifiesta, además, franco malestar con Maduro y el Ejecutivo Nacional, que le prometieron en 2017 que la Cota 905, sería una Zona de Paz, y que violaron incluso un trato de caballeros que sellaron con un apretón de manos.

De hecho, comenta que, en el mes de enero en La Vega, con la excusa de la OLP (Operación para la Liberación del Pueblo) masacraron a más de 30 personas, entre las que había miembros de la banda y civiles.

El Coqui pudo huir a tiempo porque los “gariteros” y los “drones” le advirtieron de la “sampablera” que se iba a formar.

Solamente, en el mes de abril ha habido no menos de cuatro enfrentamientos entre la banda del Coqui y cuerpos de seguridad.

De hecho, en una reciente emboscada en los túneles de El Paraíso y de El Valle, fueron gravemente heridos cuatro funcionarios del CICPC, teniendo que ser rescatados por un camión blindado del BAE, para que el comando no muriera acribillado por una balacera imparable, procedente de la banda.

El Coqui y su banda aseguran que ellos no matan civiles, sino sólo los roban, secuestran o extorsionan y que su furia asesina es con los cuerpos de seguridad, insisten.

Incluso, lamentan la muerte de la Sra. Deisy Rivas, mujer de 55 años herida por una bala perdida, producto del tiroteo proveniente de la Cota 905. Incluso, la banda envió públicamente sus condolencias a la familia.

Robin Hood, malandro

El Coqui reparte comida, medicamentos e insumos de higiene básicos a los habitantes de la Cota 905. En Navidad reparte juguetes entre los niños del barrio. Eso hace que, muchos vecinos del área lo vean como un “Robin Hood”.

Asimismo, hace pocos días, individuos de su banda, despojaron de una moto al Dr. John Fernández, galeno en ejercicio, y cuando el Coqui se enteró que se trataba de un médico, castigó con “un tiro en la pierna” al ladrón y mandó regresar al doctor su vehículo, cosa que éste agradeció públicamente.

Por otra parte, cuando decretan semana de cuarentena radical, la banda del Coqui, después de las 8 pm, “llena de plomo toda La Vega”, para mantener a la gente en su casa y evitar “corona-parties” y contagios

Además, se asegura que el Coqui ha logrado la vacunación de mucha población susceptible del barrio, incluyendo claro está, a los miembros de su propia banda.

El colmo…

¡Vamos señores del Ejecutivo Nacional!, el Coqui y su banda, parecen estar mejor organizados —y pagan mucho mejor— que cualquiera de nuestros cuerpos de seguridad. De alli, su supremacia frente a las fuerzas del Estado.

¿Vamos a permitir que el Coqui se vuelva el nuevo Wilexis -por cierto- nunca capturado? Una suerte de criminal-líder popular de barrio, empoderado por un error del gobierno, y ahora imbatible para las fuerzas de orden público.

Bueno, aunque sea a los ciudadanos de a pie como yo, nos queda el consuelo que sólo nos roba, secuestra o extorsiona, pero no le gusta matarnos. ¡no todo es malo!

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