Este artículo se publicó originalmente el pasado 25 de marzo.
El poder de las mujeres crece cada vez más en todo el mundo, aún en países donde a ellas se les prohíbe mostrar la cara.
La presión de las mujeres identificadas como feministas ha logrado, con el apoyo de algunos hombres, aprobar leyes a su favor, alcanzar puestos destacados en el gobierno, aumentar el número de representantes en la asamblea o congreso nacional, en el gabinete ejecutivo, y una numerosa asistencia, sobre todo de mujeres jóvenes, a manifestaciones de calle defendiendo sus derechos.
La fuerza del feminismo es innegable y temida por los grupos de poder político – ejercido por una inmensa mayoría de hombres – en casi todos los países.
El feminismo del siglo XXI
El feminismo que viene del siglo XX se ha convertido en una forma de pensar estructurada en movimiento político (ojo, no en partido político) que en el siglo XXI viene sacudiendo las plataformas políticas, inclusive a las más conservadoras.
La inmensa mayoría de las sociedades y grupos sociales han reconocido que sin la presencia de las mujeres en todos los planos, no hay demandas, ni progreso social.
Lo femenino, las mujeres, son tendencia no solo en el mundo del espectáculo y de las redes virtuales sino en la realidad. La significativa presencia de mujeres y sus opiniones en los asuntos públicos nos dice que los importantes cambios sociales iniciados por ellas, en el siglo anterior, se ha extendido y fortalecido en este siglo y señala las tendencias para el porvenir.
El feminismo del siglo XXI es una ola de presión para lograr transformaciones sociales.
La fuerza del feminismo
Las mujeres, las sociedades, han tenido importantes logros en estas últimas décadas gracias al feminismo. Son logros que han transformado la vida, por la capacidad organizativa y la acción no solo de grupos políticos, de ONGs, sino por la gente del común pero progresista.
El feminismo se ha convertido no solo en una postura política (ojo, no una ideología) sino en una corriente del pensamiento, una forma de ver la vida, una actitud ante la cotidianidad asumida, cada vez, por más mujeres y hombres.
Feminismo es el reconocimiento de que las mujeres tenían que salir del ámbito del hogar, que son imprescindibles para el desarrollo social, mucho más allá que embarazarse, parir, de criar hijas e hijos, servir al hombre y atender lo concerniente a lo doméstico.
El feminismo ha llevado a que cada vez más mujeres y hombres estén conscientes de los derechos de las mujeres y los defiendan en el plano de la cotidianidad, como compartir obligaciones en la cotidianidad del hogar.
El feminismo es una posición política pero no partidista, aunque también puede expresarse a través de plataformas de ese tipo. Es una posición política como posición ante la vida.
Ni un paso atrás
Hay hombres y mujeres, sectores en cualquier sociedad, que temen y se resisten al avance del feminismo. Lo ven como una amenaza al statu quo, a la estabilidad social. Las y los feministas están dispuestas a ir por más y a consolidar lo logrado.
Las fuerzas oscurantistas de la sociedad saben del poder del feminismo (distinto al poder que las mujeres han tenido tradicionalmente dentro del hogar), de su potencial; por lo que le temen y se organizan para impedir que avance.
Uno de los conflictos más interesantes y definitorios de la política actual, en cualquier país, es la lucha de las mujeres y los hombres que le apoyan, por más poder femenino y con ello más libertad individual y social.
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