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Aunque la lucha es tan compleja y a veces deseamos  lograr ayuda de donde sea, la verdad es que la solución de nuestra catástrofe humanitaria está en nuestro patio. Aunque en muchas oportunidades creemos que la comunidad internacional podría entregarnos el remedio definitivo, la realidad nos dice que solo es una pieza en el rompecabezas y que cada uno de estos países también tienen sus problemas de política interna que deben resolver.

Hemos visto que la totalidad de las Fuerzas Armadas no hace un pronunciamiento oficial y decisivo. Por momentos se cree que quieren evitar una guerra civil, pero en otras oportunidades toman decisiones que prolongan la agonía nacional. A ratos pareciera que no aceptan intervenciones extranjeras, pero luego salen 5 informes que desnudan la fuerte intromisión de los agente cubanos en instituciones públicas claves.

Tenemos un país sin funcionamiento o medio funcionando. Todos los sectores se están apagando poco a poco. Existen muchos hechos que demuestran la necesidad de hacer las cosas distintas y queda claro que la tiranía no tienen herramientas para enfrentar ni superar el drama social, y su permanencia solamente es sinónimo de empeoramiento y mayores sacrificios para la población.

En muchos aspectos se necesita colaboración internacional, sobre todo cuando se mira las experiencias de los países que transitaron de regímenes autoritarios a regímenes democráticos. Sin embargo, de ahí a creer que la mejor solución está fuera de nuestras fronteras, al menos parece ingenuo.

Acuerdos para el fin del conflicto

El fin del conflicto más eficiente para todos surgiría desde adentro con acuerdos nacionales, consensos al interior de las Fuerzas Armadas, reconocimiento del adversario y salvaguardas saludables para la transición. Porque hay que decirlo también: la transición es indispensable para evitar la regresión infinita que sufrimos.

En el escenario actual, el juego está trancado. Pese a que las circunstancias momentáneamente nos muestra como alcanzable el cambio de régimen, en otros momentos es invisible. Hoy se nota la nula actividad comercial e industrial, no obstante, mañana un psiquiatra nos vende la esperanza de que ahora sí seremos la Venezuela potencia. Ahora nos cachetea la explotación de los dineros públicos de 4 malhechores, sin embargo, en 1 semana vienen con bombos y platillos a paliar el hambre con una caja de alimentos.

Después del chaparrón, pase lo que pase, esperemos que los militares y civiles alcancen próximamente acuerdos y alimenten la solidez institucional. Luego de todo este lío doloroso, esperemos que los militares regresen a los cuarteles, pongan en cintura a los colectivos armados y se recupere el profesionalismo militar y su servicio pleno a la seguridad del país. Finalmente, ruego para que los miembros de la sociedad civil en su conjunto nos escuchemos con tolerancia y aceptemos que solamente tenemos un país.

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