Comienza un nuevo año con la violencia como protagonista en una guerra que se sigue extendiendo en Ucrania; en la agresión a docentes y jubilados en las calles; en las series más vistos en todas las plataformas; en los videojuegos de mayor aceptación; en la información más viral en las redes sociales. Los centros educativos no constituyen «burbujas» y reproducen lo que se vive en las familias, comunidades y país.
Es por ello que cobra especial vigencia que estemos conmemorando el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Cada 30 de enero, desde 1964, tomando como referencia la fecha en que mataron a Gandhi, propulsor de la resistencia pacífica.
Educar para la convivencia, para celebrar el encuentro con otros implica una responsabilidad fundamental en los tiempos que vivimos. Desarrollar habilidades para resolver conflictos pacíficamente, implica preguntarnos para qué sociedad estamos educando y la respuesta hará que estemos satisfechos con los métodos que estamos utilizando.
Necesariamente debemos repensar un modelo educativo que contribuya con la solidaridad y la paz, y no uno que promueva individualismo y competitividad.
En el documento Reimaginar juntos nuestros futuros: Un nuevo contrato social para la educación (2022), UNESCO alerta sobre la urgente necesidad de replantearnos por qué, cómo, qué, dónde y cuándo aprendemos dado que «la educación todavía no cumple la promesa de ayudarnos a forjar un futuro más pacífico, justo y sostenible».
Es preciso que la atención pedagógica se desplace, desde las lecciones impartidas por un docente y centradas en la realización individual, a otra modalidad que haga hincapié en la cooperación, la colaboración y la solidaridad; con planes de estudio que lo hagan posible enfatizando en los aspectos ecológicos, interculturales e interdisciplinarios del aprendizaje.
Desde marzo del año pasado el acoso escolar ha sido noticia en el país gracias a las acciones emprendidas por la Fiscalía General. Hay un proyecto de ley sobre la materia en la Asamblea Nacional.
Los centros educativos deberían tener un accionar más proactivo que propositivo al respecto en este 2023. Una educación para la solidaridad y la cooperación exige la revisión a fondo de su razón de ser. Si lo que se busca es solo instruir y no formar para el ejercicio democrático y ciudadano, es poco lo que se puede hacer. Si lo que se desea es convertir los centros educativos en ambientes de aprendizaje en los que la razón no esté reñida con el corazón es mucho lo que se puede innovar. Se trata de ir más que memorizar contenidos, es generar oportunidades y posibilidades para participar, soñar, recrear. Hay que redimensionar lo que significa la educación, y que le dé una razón de ser a generaciones permeadas por la depresión y la desesperanza.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Hablemos de pornografía
En la entrega pasada, hablamos sobre la posibilidad de que Venezuela se erija a futuro como un país líder energético en la región. Esto, apalancado en las inmensas reservas de petróleo, gas y minerales que tenemos. Tan solo en yacimientos minerales, incluyendo petróleo y gas, en el subsuelo de Venezuela, reposan reservas naturales certificadas, que […]
Un gobierno que militarizó la gestión pública y asume a Venezuela como un cuartel, le incomoda la acción autónoma de instituciones y ciudadanos. Su filosofía es controlar y ahogar la libertad. Se empeña en garantizar obediencia a toda costa. Se pretende modelar gente que adule a quienes están en el poder o que por lo […]
Recientemente visitamos un centro educativo en Caracas donde todas las semanas la convivencia entre los estudiantes se afecta por algún nuevo reto en la plataforma TikTok. Darle un «lepe» a un compañero para que vaya pasando sucesivamente o bajar los pantalones de gimnasia a un compañero descuidado y dejarlo expuesto ante un grupo van generando […]
Quiero contarles la historia de la fundación de AVEM (Alianza Venezolana Empresarial por el Liderazgo de las Mujeres) por considerarlo un caso inédito en el país y un intento de organización en red lleno de solidaridad y voluntariado por las mujeres empresarias y trabajadoras. Hace casi seis años, Scarlet Gutiérrez, en ese momento Líder del […]
Comienza un nuevo año con la violencia como protagonista en una guerra que se sigue extendiendo en Ucrania; en la agresión a docentes y jubilados en las calles; en las series más vistos en todas las plataformas; en los videojuegos de mayor aceptación; en la información más viral en las redes sociales. Los centros educativos no constituyen «burbujas» y reproducen lo que se vive en las familias, comunidades y país.
Es por ello que cobra especial vigencia que estemos conmemorando el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Cada 30 de enero, desde 1964, tomando como referencia la fecha en que mataron a Gandhi, propulsor de la resistencia pacífica.
Educar para la convivencia, para celebrar el encuentro con otros implica una responsabilidad fundamental en los tiempos que vivimos. Desarrollar habilidades para resolver conflictos pacíficamente, implica preguntarnos para qué sociedad estamos educando y la respuesta hará que estemos satisfechos con los métodos que estamos utilizando.
Necesariamente debemos repensar un modelo educativo que contribuya con la solidaridad y la paz, y no uno que promueva individualismo y competitividad.
En el documento Reimaginar juntos nuestros futuros: Un nuevo contrato social para la educación (2022), UNESCO alerta sobre la urgente necesidad de replantearnos por qué, cómo, qué, dónde y cuándo aprendemos dado que «la educación todavía no cumple la promesa de ayudarnos a forjar un futuro más pacífico, justo y sostenible».
Es preciso que la atención pedagógica se desplace, desde las lecciones impartidas por un docente y centradas en la realización individual, a otra modalidad que haga hincapié en la cooperación, la colaboración y la solidaridad; con planes de estudio que lo hagan posible enfatizando en los aspectos ecológicos, interculturales e interdisciplinarios del aprendizaje.
Desde marzo del año pasado el acoso escolar ha sido noticia en el país gracias a las acciones emprendidas por la Fiscalía General. Hay un proyecto de ley sobre la materia en la Asamblea Nacional.
Los centros educativos deberían tener un accionar más proactivo que propositivo al respecto en este 2023. Una educación para la solidaridad y la cooperación exige la revisión a fondo de su razón de ser. Si lo que se busca es solo instruir y no formar para el ejercicio democrático y ciudadano, es poco lo que se puede hacer. Si lo que se desea es convertir los centros educativos en ambientes de aprendizaje en los que la razón no esté reñida con el corazón es mucho lo que se puede innovar. Se trata de ir más que memorizar contenidos, es generar oportunidades y posibilidades para participar, soñar, recrear. Hay que redimensionar lo que significa la educación, y que le dé una razón de ser a generaciones permeadas por la depresión y la desesperanza.
***
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.
Del mismo autor: Hablemos de pornografía