No fui discípulo de Eleazar Díaz Rangel, no trabajé con él en ningún momento de mi vida, no trabamos amistad a pesar de que coincidimos en varios ámbitos periodísticos. Antes que verle cara a cara, le conocí primero como lector de sus trabajos de investigación, y eso tal vez ayudó a suavizar mi crítica hacia su rol como periodista militante que asumió en los últimos años.
Antes de que Hugo Chávez llegara al poder en 1999, Díaz Rangel ya era uno de los grandes referentes de la comunicación social en Venezuela como periodista, investigador y autor de libros académicos, gremialista y profesor.
A partir de que comencé a tratarle en persona me pareció zamarro, esos de quien no logras ver todas las cartas que tienen en la mano. Siempre con una sonrisa incluso cuando iba a lanzarte un ataque, cosa que pocas veces hacía cara a cara. Si le tocabas alguna tecla, por ejemplo de hechos históricos de la Venezuela contemporánea o sobre el beisbol, descubrías a un gran conversador.
Cuando Chávez llegó al poder, Díaz Rangel podría decirse que ya estaba de vuelta. Había dirigido el canal del Estado Venezolana de Televisión, estuvo al frente de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, presidió largamente la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), había estado entre los fundadores del Movimiento al Socialismo (MAS), venía de regreso de estar más vinculado al espectro político.
Podría decirse que fue el destino, y esa es mi interpretación, que puso a Díaz Rangel y a Chávez a nacer en el mismo pueblo, Sabaneta de Barinas. Ese hecho, más que la afinidad ideológica, a mi juicio fue lo que hizo que el viejo profesor se bajara del caballo del periodismo veraz (una de sus grandes banderas) para montarse en el periodismo militante.
Aquello lo percibí en la entrevista que le hizo Díaz Rangel a Chávez a fines de 2007. La admiración del viejo periodista de izquierda por el hombre fuerte se hizo pública y notoria. Fue una larga entrevista, de más de dos horas. Aquello me parece que pudo ser el punto de inflexión.
Y no estoy diciendo que Díaz Rangel haya sido un inocente periodista cautivado por Chávez. Nada de eso. Díaz Rangel, gracias a su amistad con figuras como José Vicente Rangel, era ya un operador favorable al chavismo, pero siempre, siempre cuidándose, de mostrarse como supuestamente imparcial.
En aquel 2007 estuvimos en las antípodas en una sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos. Era una sesión posterior al cese de la concesión al canal RCTV. La Relatoría de la Libertad de Expresión me invitó para que le expusiera mis puntos de vista al consejo. El gobierno de Venezuela metió en la agenda a Díaz Rangel como una suerte de contrapeso. Y cumplió su misión, justificó la decisión de Chávez.
Otro punto de inflexión, al menos en las acciones públicas de Díaz Rangel se observan tras la muerte de Chávez. El sostenimiento del modelo chavista una vez muerto el caudillo implicaba que todos se emplearan a fondo, también lo hizo Díaz Rangel.
Dirigió Últimas Noticias hasta el día de su muerte, pero se trató en realidad de dos periódicos. Estuvo aquel que siendo parte de la tradicional Cadena Capriles, en el cual se hizo posiblemente el mejor trabajo periodístico de Venezuela en aquellos años (2011-2013). Luego vino el otro Últimas Noticias, bajo una propiedad opaca, censurando contenidos que eran problemáticos para el régimen de Maduro. El periodismo militante, aunque en realidad deberíamos decir propaganda.
Tras la venta y con el giro editorial, Díaz Rangel vio salir del holding periodístico a figuras muy destacadas, unas por decisión propia, otras por instrucciones del poder. No pareció movérsele un pelo ante aquello.
En algunos trabajos de análisis de contenido, que fueron parte de tesis de grado en la UCAB, constatamos lo que era público y notorio. La primera plana de Últimas Noticias, y luego también sus contenidos, pasaron a estar al servicio del régimen de Nicolás Maduro. Todo bajo la dirección del viejo maestro del periodismo, quien ha fallecido en días pasados.
* * *
Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores
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No fui discípulo de Eleazar Díaz Rangel, no trabajé con él en ningún momento de mi vida, no trabamos amistad a pesar de que coincidimos en varios ámbitos periodísticos. Antes que verle cara a cara, le conocí primero como lector de sus trabajos de investigación, y eso tal vez ayudó a suavizar mi crítica hacia su rol como periodista militante que asumió en los últimos años.
Antes de que Hugo Chávez llegara al poder en 1999, Díaz Rangel ya era uno de los grandes referentes de la comunicación social en Venezuela como periodista, investigador y autor de libros académicos, gremialista y profesor.
A partir de que comencé a tratarle en persona me pareció zamarro, esos de quien no logras ver todas las cartas que tienen en la mano. Siempre con una sonrisa incluso cuando iba a lanzarte un ataque, cosa que pocas veces hacía cara a cara. Si le tocabas alguna tecla, por ejemplo de hechos históricos de la Venezuela contemporánea o sobre el beisbol, descubrías a un gran conversador.
Cuando Chávez llegó al poder, Díaz Rangel podría decirse que ya estaba de vuelta. Había dirigido el canal del Estado Venezolana de Televisión, estuvo al frente de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, presidió largamente la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), había estado entre los fundadores del Movimiento al Socialismo (MAS), venía de regreso de estar más vinculado al espectro político.
Podría decirse que fue el destino, y esa es mi interpretación, que puso a Díaz Rangel y a Chávez a nacer en el mismo pueblo, Sabaneta de Barinas. Ese hecho, más que la afinidad ideológica, a mi juicio fue lo que hizo que el viejo profesor se bajara del caballo del periodismo veraz (una de sus grandes banderas) para montarse en el periodismo militante.
Aquello lo percibí en la entrevista que le hizo Díaz Rangel a Chávez a fines de 2007. La admiración del viejo periodista de izquierda por el hombre fuerte se hizo pública y notoria. Fue una larga entrevista, de más de dos horas. Aquello me parece que pudo ser el punto de inflexión.
Y no estoy diciendo que Díaz Rangel haya sido un inocente periodista cautivado por Chávez. Nada de eso. Díaz Rangel, gracias a su amistad con figuras como José Vicente Rangel, era ya un operador favorable al chavismo, pero siempre, siempre cuidándose, de mostrarse como supuestamente imparcial.
En aquel 2007 estuvimos en las antípodas en una sesión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos. Era una sesión posterior al cese de la concesión al canal RCTV. La Relatoría de la Libertad de Expresión me invitó para que le expusiera mis puntos de vista al consejo. El gobierno de Venezuela metió en la agenda a Díaz Rangel como una suerte de contrapeso. Y cumplió su misión, justificó la decisión de Chávez.
Otro punto de inflexión, al menos en las acciones públicas de Díaz Rangel se observan tras la muerte de Chávez. El sostenimiento del modelo chavista una vez muerto el caudillo implicaba que todos se emplearan a fondo, también lo hizo Díaz Rangel.
Dirigió Últimas Noticias hasta el día de su muerte, pero se trató en realidad de dos periódicos. Estuvo aquel que siendo parte de la tradicional Cadena Capriles, en el cual se hizo posiblemente el mejor trabajo periodístico de Venezuela en aquellos años (2011-2013). Luego vino el otro Últimas Noticias, bajo una propiedad opaca, censurando contenidos que eran problemáticos para el régimen de Maduro. El periodismo militante, aunque en realidad deberíamos decir propaganda.
Tras la venta y con el giro editorial, Díaz Rangel vio salir del holding periodístico a figuras muy destacadas, unas por decisión propia, otras por instrucciones del poder. No pareció movérsele un pelo ante aquello.
En algunos trabajos de análisis de contenido, que fueron parte de tesis de grado en la UCAB, constatamos lo que era público y notorio. La primera plana de Últimas Noticias, y luego también sus contenidos, pasaron a estar al servicio del régimen de Nicolás Maduro. Todo bajo la dirección del viejo maestro del periodismo, quien ha fallecido en días pasados.
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