Cepal vacuna
Cepal. Foto: Getty Images

¿Quién da con la vacuna? Por la gran importancia que tiene el tema y por el enorme peso de la  geopolítica global, esta “pelea” cuerpo a cuerpo, es más o menos similar a la carrera armamentista durante la guerra fría o la que hubo por la conquista de la luna. Tras la  búsqueda desesperada de la vacuna, China, Rusia y EE.UU. llevan la delantera, obviamente. Pero también hay que considerar a países como  Alemania y Reino Unido, que también figuran en esa disputa cuyo desenlace estamos por ver en las próximas semanas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido acerca del empeoramiento de las perspectivas sobre la crisis sanitaria y varios países emprenden una carrera biotecnológica para dar con una vacuna.

Ganar la carrera, además de controlar la peligrosa pandemia, te expone a una posición privilegiada en el concierto internacional. En esta guerra biotecnológica, se trata de consolidar  una vacuna con inmunidad sostenible en el tiempo y de alta seguridad para que los países que la desarrollen puedan beneficiarse masivamente. Aunque también tiene su trasfondo, las ganancias de las multinacionales farmacéuticas, junto al  estado de miedo generalizado por el virus, las consecuencias  económicas generadas por las cuarentenas y, naturalmente, el liderazgo de los países en la crisis sanitaria.

Lamentablemente, una vez más, vemos cómo en lugar de una  unión sincera para avanzar lo más rápidamente posible a una solución internacional a la pandemia, los intereses particulares de gobiernos, junto a determinados grupos provocan respuestas más ralentizadas ante una crisis de esta naturaleza.

Y es que cuando la política se coloca por encima del problema real, en este caso, de salud pública internacional, apreciamos disputas más asociadas a intereses minúsculos que en favor  de la voluntad general.

La desesperada carrera por encontrar una vacuna afronta un triple desafío. En primer lugar, tratar de acortar los plazos  para  conseguir acelerar esa relativa lentitud que caracteriza al proceso de desarrollo. En segundo lugar, hay que considerar que la vacuna realmente exitosa no tiene que ser solo efectiva, sino que además debe poder producirse a una escala nunca antes conocida, por lo que la implicación de la industria farmacéutica es fundamental. Y en tercer lugar, asegurar campañas masivas de vacunación. La suma de estos tres grandes objetivos convierten a este reto en uno de los más importantes a los que se ha enfrentado la ciencia. Por ello, la coordinación internacional es extremadamente estratégica para avanzar aceleradamente.

En pleno siglo XXI existe una imperiosa necesidad de cambiar los esquemas del ejercicio de la política en todo el mundo. Los desafíos que se nos han mostrado con la pandemia del coronavirus y el calentamiento global, implican, necesariamente, respuestas más coordinadas y audaces. Estas deben estar más alejadas de los intereses geopolíticos y más cercanas al sentido de civilización y humanidad. Así como han evolucionado la ciencia y la tecnología en apenas unas décadas es necesario que el ejercicio de la política nos brinde un modelo de actuación en contraste con siglos y siglos de aferramiento al poder y no al servicio público de las civilizaciones.

Ojalá que con la pandemia aprendamos a acercarnos más a la solidaridad y al bien común como elementos claves de la convivencia humana.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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