Durante el año 2009, la Organización Mundial de la Salud declaró que existía una pandemia de influenza. Se presentaron varios miles de casos confirmados en Venezuela. Junto con estas cifras recordamos la sorpresa, la neurosis, la psicosis y la incredulidad que la alerta nos causó debido a la contingencia sanitaria. Mientras el Ministerio para la Salud remarcaba su pronta actuación, los rumores fueron la verdadera epidemia, su contagio fue innegable. Evidenciando que en la población, hay en cierta medida desconfianza e incluso miedo a la Ciencia.

Aún cuando nos basamos en la experiencia, los rumores son la consecuencia de una importante brecha de comunicación entre los científicos y la sociedad. Hay razones para estas actitudes: ignorancia o tergiversación de la ciencia, cobertura mediática inexacta o sesgada, además de la falta de control público sobre las aplicaciones de la Ciencia y Tecnología. Sobre todo, la incapacidad de algunos colegas científicos para comunicar ideas en lenguaje llano. La cuestión de la eliminación de los desechos nucleares es un ejemplo de cómo la brecha entre los científicos y la opinión pública puede crear oposición al uso de las tecnologías nucleares a pesar que existe una intensa investigación que ha permitido un tratamiento seguro de los residuos.

Podemos considerar a los medios de comunicación como un importante transmisor de conocimiento científico en aquellas áreas que afectan directa y fuertemente la vida de las personas. Por ejemplo, antes, durante y después de un desastre natural como las tormentas, erupciones volcánicas y terremotos, así como en el área general del cambio climático, minería o agotamiento de los recursos naturales. Es así que el Eurobarómetro mostró claramente cuáles son las fuentes de información sobre temas científicos para los ciudadanos de los Estados miembro de la Unión Europea: Televisión: 60,3 % y Prensa: 37 %. Esto corrobora inequívocamente que el público se siente atraído por la información científica, pero este interés no va unido a una sensación de estar bien informado por los medios de comunicación.

Al comunicar sus ideas, los científicos debemos aclarar los alcances de las predicciones y otros pronunciamientos, explicándolos cuidadosamente en base a las conclusiones científicas. En el ámbito venezolano, existen pocos estudios sobre cómo los medios de comunicación transmiten temas científicos a la sociedad, pero hay diversos trabajos que determinan que los medios de comunicación trivializan en exceso la información científica y tienden a convertir las noticias científicas y médicas en un espectáculo. Para mejorar la calidad del periodismo científico, los medios de comunicación deben involucrar a más periodistas con formación científica. Al mismo tiempo, se debe entrenar a los científicos como portavoces y familiarizarlos con las expectativas y los parámetros operativos de los medios de comunicación.

Aparte de la comunicación de los medios de comunicación de masas, que es en gran parte unidireccional, la comunicación en el sentido de un diálogo continuo entre científicos, el público y los responsables políticos también es importante. Esto puede tomar muchas formas: consultas de políticas públicas y comités, ferias científicas y servicios de información pública proporcionadas por las universidades, institutos de investigación y empresas privadas. A medida que crece la demanda de transparencia y rendición de cuentas en la ciencia, se hace imprescindible la comunicación de este tipo, así como la participación pública en la toma de decisiones sobre las aplicaciones de la ciencia y tecnología.

La educación científica, en particular la formación con enfoque multidisciplinario y en equipos de investigación, también necesita un refuerzo. Muchos programas escolares y universitarios de educación científica aún se centran en las asignaciones individuales a los estudiantes y la evaluación particular, mientras que la tendencia en el sector público y privado es hacia el trabajo en equipo y las necesidades de la sociedad son cada vez más satisfechas por los esfuerzos concertados de muchas áreas de investigación.

La ciencia, si es para atraer a los jóvenes, necesita que sea desmitificada por los educadores, es decir, presentada de una manera atractiva y estimulante, con las abstracciones de la teoría ligadas a la vida cotidiana. Además, los estudiantes necesitan estar más involucrados en la discusión pública de la ciencia y sus aplicaciones. No solo son los que se verán más afectados por la dirección actual de la ciencia, sino que también serán los científicos y los responsables políticos del mañana.

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