Estamos creciendo económicamente, incluso, tendremos el más alto de toda la región latinoamericana. Según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) la economía nacional creció 12,3% en el primer semestre de 2022, con respecto al mismo período de 2021. Se trata de una recuperación «desde el sótano» donde estábamos, pues en los últimos seis años, la contracción del PIB se puede estimar en torno al 80%. Sin embargo, no deja de ser positivo que las principales variables macroeconómicas comiencen a mejorar.

La expansión de la economía se debe al ascenso de la producción petrolera respecto al año anterior (36,3%), el fin de la hiperinflación durante el mes de febrero del año en curso, y por supuesto, a los altos precios del petróleo producto de la invasión de Rusia a Ucrania.

Según OVF la economía crecerá un 11% en 2022. Sin embargo, expertos aseguran que con ese número estaremos llegando a un techo donde se hará inminente la necesidad de cambios estructurales que permitan acelerar el crecimiento de manera sostenida.

El gobierno y el sector empresarial tienen claro que los esfuerzos realizados hasta ahora no son suficientes, por ello, repasaremos hitos recientes, que podrían ser palancas, para que el país se encamine hacia un desarrollo sostenible.

Zonas de activación económica

Más allá del debate generado en estos días tras la aprobación de la Ley de Zonas Económicas Especiales (ZEE), estas, podrían erigirse como un vehículo para el desarrollo de regiones estratégicas donde se asientan. Incentivos fiscales, facilidades burocráticas, operativas y logísticas, a las que faltaría sumar mayor seguridad jurídica y confianza, a través de una nueva Ley de Inversiones —que estamos esperando—, podrían ser un interesante punto de partida para que potenciales inversionistas foráneos vean en ellas un negocio atractivo.

Si bien, la experiencia histórica de China, Vietnam y Singapur, entre otras, dan cuenta de que las ZEE pueden ser un motor para la atracción de inversión extranjera; la implantación de estas no es tarea fácil, ya que requiere de férrea disciplina, buena gobernanza, transparencia y seguridad para las inversiones.
La Tortuga, La Guaira, Margarita, Puerto Cabello-Morón y Paraguaná hacen alarde de atributos logísticos y turísticos para convertirse en excepcionales ZZE. En este momento, distan de contar con la infraestructura mínima requerida para su desarrollo. En resumen, todavía falta «mucha tela por cortar».


Salida al mercado de valores

Si bien, la mayoría de los medios de comunicación, así como actores financieros nacionales e internacionales, han visto con buenos ojos la oferta en el mercado de valores de empresas del Estado venezolano, como lo son el Banco de Venezuela y Cantv, también cuestionan que el pequeño porcentaje de las acciones en venta, de entre 5% y 10% del capital de dichas empresas, no garantiza el control de la productividad, eficiencia y principios de buena gobernanza, a las que obliga el mercado bursátil nacional e internacional.

Fuera de Venezuela todavía la salida al mercado de empresas públicas nacionales es leída como una «carta de buena intención». Los potenciales inversionistas internacionales, solicitan mayor celeridad en el proceso de privatización —democratización— del capital, más significativa participación en este, así como seguridad jurídica y nuevos acuerdos respecto a las sanciones financieras, que permitan realizar pagos internacionales y repatriación de dividendos.

Tanto la Ley de ZEE, como el hecho de que las empresas estatales estén haciéndose del mercado de valores, nos parecen hitos de gran relevancia, tanto retóricos, como pragmáticos, en el necesario viraje de Venezuela hacia una economía orientada al mercado global.

Petróleo y gas

Después de muchos esfuerzos se ha logrado estabilizar la producción petrolera en 700 mil barriles diarios durante el primer semestre del año, a través de acuerdos bilaterales con países aliados, como Irán. Esto que podría traducirse en 1,5 mil millones de dólares mensuales por concepto de exportaciones, se diluye en el uso de la mayoría del crudo producido para atender las necesidades internas de los venezolanos, especialmente de combustible.

Duplicar la producción petrolera actual en los siguientes 18 meses requiere una inversión de unos 10 mil millones de dólares, según la Cámara Petrolera venezolana. Esta cifra que parece chica no está disponible en las arcas del Estado venezolano, por lo que se requiere el concurso de inversión extranjera para poder alcanzarla.

Ante esta prerrogativa, los inversionistas privados o países alineados surgen como la única alternativa posible para la activación petrolera. Hasta el momento hemos visto en los medios dos fondos de inversión, uno americano y otro europeo, ligados a tradicionales empresas petroleras venezolanas, que parecen dispuestos a inyectar 2 mil millones de dólares para activar la industria del gas y petróleo.


Infraestructura para servicios básicos

Para dar mantenimiento mínimo y estabilizar nuestro golpeado sistema eléctrico, así como el servicio de agua, múltiples expertos dan cuenta de una inversión cercana a los 5 mil millones de dólares. Una cifra similar se requiere para mejorar servicios básicos de educación y salud.

Si sumamos los números hasta ahora mencionados, una reactivación elemental de la economía del país se traduce en una demanda de capital por encima de los 20 mil millones de dólares durante el primer año.

Las multilaterales como el FMI, Banco Mundial, BID, y otras, se muestran reticentes a financiar a Venezuela, ya sea por el default de la deuda externa, las sanciones internacionales, o por temas políticos, ya que consideran ilegítimo el gobierno de Maduro, e incluso, algunas suscriben la validez del nefasto gobierno interino de Guaidó.

Cuando conversamos con potenciales inversionistas del mundo interesados por Venezuela, en nuestra diaria labor de exaltar el país como destino de inversión, al unísono piden lo mismo: garantías jurídicas, revisión de la ley de hidrocarburos, formulación de una ley de inversiones que brinde mayor seguridad jurídica y laxitud en las sanciones gringas. Esto, a sabiendas de que Venezuela bien podría ser un aliado de excepción en materia petrolera y energética en general, ante la escasez y altos precios de recursos generadores de energía, por el conflicto Rusia-Ucrania.


Inversión extranjera

Los inversionistas extranjeros están a la mano, así como la voluntad de estos, pero el «dinero es cobarde» y busca destinos muy seguros.

Queda pues en manos del gobierno venezolano y de nosotros como ciudadanos el facilitar y ejercer presión para acercarnos a lo que los potenciales inversionistas solicitan: nuevo marco jurídico, negociaciones ciertas en la mesa de diálogo para que los gringos laxen el secuestro sancionatorio, invitar al gobierno nacional a que retome el manejo y nuevos términos de pago de la deuda externa, y sobre todo trabajar sin descanso para hacer saber al mundo que Venezuela es un destino de inversión excepcional, lejos de toda agenda e intereses políticos.

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