Un acuerdo global para frenar la deforestación y la degradación de los bosques es uno de los primeros resultados tangibles de la Cumbre de Cambio Climático (COP26), que se celebra esta semana en Glasgow, Escocia. Venezuela, sin embargo, no forma parte de los 124 países firmantes, que se comprometieron a cambiar las prácticas de la minería, la agricultura y la tala industrial en esta década.
“Nunca antes tantos líderes, de todas las regiones, en representación de todos los tipos de bosques, habían unido sus fuerzas de esta manera y Colombia se ha comprometido a desempeñar su papel. Vamos a consagrar en una ley el compromiso de deforestación neta cero para 2030 y proteger el 30% de nuestros recursos terrestres y oceánicos para 2030” aseguró el presidente de Colombia, Iván Duque, durante la firma del acuerdo en medio de la COP26.
Colombia forma parte de los 13 países latinoamericanos que se comprometieron a “conservar los bosques” y a “acelerar su restauración” durante esta década. En la lista de firmantes del pacto también aparecen por la región: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú y Uruguay.
En cambio, Venezuela es uno de los pocos países latinoamericanos que no se unieron a este acuerdo global cuya meta central es detener que los bosques sean talados y su tierra sea utilizada para la siembra de productos agrícolas o para la instalación de puntos de extracción minera, como ocurre en el Amazonas venezolano desde que se creó el Arco Minero del Orinoco en el año 2016.
INVESTIGACIÓN | Arco Minero del Orinoco: crimen, corrupción y cianuro
Cuba y Nicaragua, que son aliados ideológicos de la administración de Nicolás Maduro, son otros de los países latinoamericanos que tampoco se unieron a este compromiso global. La lista de siete países latinoamericanos por fuera de este acuerdo contra la deforestación lo completan Bolivia, Paraguay, El Salvador y Haití.
El nuevo pacto actúa sobre un elemento crucial para contener el cambio climático: las emisiones de gases producidas por el uso de la tierra. El conjunto de actividades como la tala industrial, la agricultura y la deforestación representan casi una cuarta parte (23%) de todas las emisiones asociadas con el aumento de la temperatura global.
El acuerdo global para frenar la deforestación recién firmado se concentrará en seis objetivos puntuales que incluyen promover una agricultura sostenible y rentable, el rediseño de las políticas agrícolas y el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales para que puedan proteger y acelerar la restauración de los bosques.
Los otros objetivos del pacto global en donde se incluyen grandes productores forestales como Brasil, Indonesia o la República del Congo consideran la alineación de los flujos financieros para apoyar la iniciativa. El Reino Unido, por ejemplo, ya anunció que destinará 2.045 millones de dólares en los próximos cinco años para ayudar a la protección de los bosques en todo el mundo y a las tareas de transición a una economía que haga un uso sostenible de la tierra.
Venezuela al no ser firmante del acuerdo global se excluye automáticamente de apoyarse en esta clase de fondos globales para reinventar su economía y evitar que se continúe con la pérdida de la superficie de los bosques en todo el territorio nacional.
Las amenazas para los bosques venezolanos incluyen actividades como la minería, tanto la autorizada por el Ejecutivo como la ilegal en el Amazonas, y otras talas inescrupulosas por parte de familias que buscan un terreno para construir una nueva vivienda o simplemente encontrar leña para cocinar en su día a día.
Ni el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ni el Ministerio de Ecosocialismo publicaron alguna cifra reciente sobre la deforestación en Venezuela. La estimación de la organización no gubernamental Provita es que 2.822.000 hectáreas de bosques se perdieron en el país entre 2010 y 2015. Esto supone una superficie casi tan grande como todo el Parque Nacional Canaima que posee 3.000.000 de hectáreas protegidas.
Firmar este acuerdo global para frenar la deforestación hubiese sido un buen primer paso para que Venezuela comience a encargarse de proteger su riqueza natural, pero también de insertarse en una nueva economía mundial en donde el petróleo ya no es producto tan bien cotizado.
Foto principal: Unsplash | Sharad Bhat
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Un acuerdo global para frenar la deforestación y la degradación de los bosques es uno de los primeros resultados tangibles de la Cumbre de Cambio Climático (COP26), que se celebra esta semana en Glasgow, Escocia. Venezuela, sin embargo, no forma parte de los 124 países firmantes, que se comprometieron a cambiar las prácticas de la minería, la agricultura y la tala industrial en esta década.
“Nunca antes tantos líderes, de todas las regiones, en representación de todos los tipos de bosques, habían unido sus fuerzas de esta manera y Colombia se ha comprometido a desempeñar su papel. Vamos a consagrar en una ley el compromiso de deforestación neta cero para 2030 y proteger el 30% de nuestros recursos terrestres y oceánicos para 2030” aseguró el presidente de Colombia, Iván Duque, durante la firma del acuerdo en medio de la COP26.
Colombia forma parte de los 13 países latinoamericanos que se comprometieron a “conservar los bosques” y a “acelerar su restauración” durante esta década. En la lista de firmantes del pacto también aparecen por la región: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú y Uruguay.
En cambio, Venezuela es uno de los pocos países latinoamericanos que no se unieron a este acuerdo global cuya meta central es detener que los bosques sean talados y su tierra sea utilizada para la siembra de productos agrícolas o para la instalación de puntos de extracción minera, como ocurre en el Amazonas venezolano desde que se creó el Arco Minero del Orinoco en el año 2016.
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Cuba y Nicaragua, que son aliados ideológicos de la administración de Nicolás Maduro, son otros de los países latinoamericanos que tampoco se unieron a este compromiso global. La lista de siete países latinoamericanos por fuera de este acuerdo contra la deforestación lo completan Bolivia, Paraguay, El Salvador y Haití.
El nuevo pacto actúa sobre un elemento crucial para contener el cambio climático: las emisiones de gases producidas por el uso de la tierra. El conjunto de actividades como la tala industrial, la agricultura y la deforestación representan casi una cuarta parte (23%) de todas las emisiones asociadas con el aumento de la temperatura global.
El acuerdo global para frenar la deforestación recién firmado se concentrará en seis objetivos puntuales que incluyen promover una agricultura sostenible y rentable, el rediseño de las políticas agrícolas y el apoyo a los pueblos indígenas y las comunidades locales para que puedan proteger y acelerar la restauración de los bosques.
Los otros objetivos del pacto global en donde se incluyen grandes productores forestales como Brasil, Indonesia o la República del Congo consideran la alineación de los flujos financieros para apoyar la iniciativa. El Reino Unido, por ejemplo, ya anunció que destinará 2.045 millones de dólares en los próximos cinco años para ayudar a la protección de los bosques en todo el mundo y a las tareas de transición a una economía que haga un uso sostenible de la tierra.
Venezuela al no ser firmante del acuerdo global se excluye automáticamente de apoyarse en esta clase de fondos globales para reinventar su economía y evitar que se continúe con la pérdida de la superficie de los bosques en todo el territorio nacional.
Las amenazas para los bosques venezolanos incluyen actividades como la minería, tanto la autorizada por el Ejecutivo como la ilegal en el Amazonas, y otras talas inescrupulosas por parte de familias que buscan un terreno para construir una nueva vivienda o simplemente encontrar leña para cocinar en su día a día.
Ni el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ni el Ministerio de Ecosocialismo publicaron alguna cifra reciente sobre la deforestación en Venezuela. La estimación de la organización no gubernamental Provita es que 2.822.000 hectáreas de bosques se perdieron en el país entre 2010 y 2015. Esto supone una superficie casi tan grande como todo el Parque Nacional Canaima que posee 3.000.000 de hectáreas protegidas.
Firmar este acuerdo global para frenar la deforestación hubiese sido un buen primer paso para que Venezuela comience a encargarse de proteger su riqueza natural, pero también de insertarse en una nueva economía mundial en donde el petróleo ya no es producto tan bien cotizado.
Foto principal: Unsplash | Sharad Bhat