“Nosotros aún estamos hospitalizados”, dice Carmen Ruiz, mamá de Óscar Navarrete, cuando se le pregunta por la situación actual de su hijo. Y es que para ella, el hospital se ha convertido en su segunda casa durante estos últimos cuatro meses.

Ruiz, quien dejó su trabajo como docente para atender a Óscar, ha tenido que ingeniárselas para conseguir dinero: vende plátanos con el apoyo de su pareja en Puerto La Cruz (Anzoátegui), ha tenido que negociar algunas pertenencias personales, recibe colaboraciones de su hermana, de otros familiares y también de particulares. Así lo contó, vía telefónica a Efecto Cocuyo.

Óscar fue uno de los 1.958 heridos que, según el Ministerio Público, dejó el periodo de protestas antigubernamentales que se llevó a cabo en Venezuela desde el 1 de abril y hasta finales del mes de julio.

El 18 de mayo, el joven recibió un impacto de bomba lacrimógena en el costado izquierdo cuando protestaba en Altamira (Caracas). Cuenta Ruiz que se le ha hecho muy difícil conseguir el tratamiento que requiere su hijo.

“El clonazepan de 0.5 miligramos no lo conseguimos, o cuesta mucho dinero. Nos lo han tenido que traer de fuera”, dice. También se les ha dificultado hallar la toxina botulínica de 200 unidades Allerganen, que ayuda a relajar el cuerpo de Óscar, el cual había quedado “totalmente rígido”.

El joven, de 18 años de edad, estaba a punto de graduarse de bachiller. En vez de prepararse para recibir su título académico, ha tenido que recorrer, desde ese 18 de mayo, un camino que lo ha puesto al borde de la muerte en más de una ocasión.

Cuenta la madre que, al ser impactado por la bomba, el joven quedó sin signos vitales por 40 minutos. El trabajo de los médicos lo hizo regresar, pero inmediatamente entró en estado de coma. El 3 de junio Óscar sufrió un paro cardíaco que lo dejó nuevamente sin signos vitales por 25 minutos. No se rindió ni tampoco el personal médico. Sus signos vitales regresaron. El 12 de julio, tras cuarenta días en coma, comenzó a reaccionar, llenando de alegría a los suyos.

Sin embargo, las dificultades continúan, pues Óscar sigue hospitalizado. La madre del jovencito contó a Efecto Cocuyo que el joven presenta complicación digestiva. “Él quedó en estado vegetativo y, aunque milagrosamente salió, ha perdido mucho peso”.

Uno de los temas que más preocupa a la familia tiene que ver con la dieta que ahora debe cumplir Óscar. “El tiene que hacer siete comidas diarias, además de unos complementos alimenticios que debemos darle y que llevan leche y azúcar. Imagínate. Esos productos o no se consiguen o están por las nubes”.

La hermana de Óscar, quien trabajaba en un centro de llamadas, también tuvo que dejar su trabajo para ayudar con el cuidado el jovencito. Pero estas cuatro manos no han sido suficientes. Contrataron a una enfermera que pudiera brindar una atención más adecuada. “Gracias a Dios que la enfermera, a quien le tenemos que pagar semanalmente, es amiga de la familia, y más bien nos ayuda mucho”.

El muchacho se encuentra en un centro de salud en Caracas, cuyo nombre la madre prefiere mantener en reserva. Sin embargo, asegura que permanentemente tiene que trasladarlo a distintas clínicas para realizarle estudios, exámenes, tomografías o chequeos con diferentes especialistas.

Tras el suceso, ocurrido hace casi cuatro meses, Ruiz dejó su casa en Anzoátegui y se vino a la capital. “Nos quedamos a dormir ahí en el hospital, con él; ese lugar es como nuestra casa, prácticamente. Ahí estamos, esperando a ver cómo reacciona al tratamiento”, dice la mujer, quien pone a disposición los números telefónicos 0424-2265564, 0424-8550050 y 0424-2347182 para quienes puedan brindar algún tipo de ayuda.

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