A Sandra Camacho le estaban practicando una histerectomía en la Maternidad Concepción Palacios la tarde del lunes, 25 de abril, cuando ocurrió una filtración en el techo del quirófano. Los doctores lo taparon con una sábana, pero ya era tarde: agua contaminada entró en su herida. “Se tuvo que resolver pegando unas sábanas del techo, porque no podíamos mover la camilla, pues la paciente estaba intubada”, relata Natasha Chirinos, residente de tercer año de ginecología y obstetricia.

Aunque se le realizó un lavado de cavidad y se le recetó antibióticos, Sandra continúa presentando fiebre. Debe realizarse exámenes, pero en la Maternidad no hay reactivos y ella no tiene dinero para hacérselos en un consultorio privado.

Chirinos cuenta que a diario se le comunica este tipo de situaciones a las autoridades del hospital para buscar respuestas. “Está la voluntad humana; sin embargo, no contamos con recursos que nos permitan solucionar los problemas a los pacientes”.

El caso de Camacho fue uno de los presentados por la doctora Moraima Hernández, presidenta de la Asociación de Médicos de la Maternidad. “Queremos informarle a los pacientes la condición real en la que se encuentra el hospital y hacer un exhorto a la Defensoría del Pueblo y la Asamblea Nacional para que investiguen este tema”.

Además de la grave escasez de insumos y medicinas, en la Concepción Palacios los pacientes no tienen comida. La cantidad de alimentos no alcanza para garantizarle desayuno, almuerzo y cena a los cerca de 400 pacientes que ahí se tratan.

También se dañó la planta eléctrica del centro. Aunque hizo énfasis en que una vez por semana se le hace la prueba, durante el apagón que afectó la zona de San Martín el lunes en la mañana se quedaron sin energía. “Estamos intentando solucionar los problemas, pero no tenemos presupuesto. La capacidad de la directiva es prácticamente nula”. 

Cuando se fue la luz no habían empezado los procedimientos quirúrgicos. En el Hospital General José Ignacio Baldó, mejor conocido como El Algodonal, no tuvieron la misma suerte. Marietta Rea, médico de ese centro de salud y presente en la rueda de prensa, relató que el Domingo de Ramos tuvieron que terminar una operación a oscuras, alumbrándose únicamente con la luz de los celulares.

Rea cuenta que en El Algodonal no tienen ni siquiera récipes. Verónica Martínez, de neumonología pediátrica de ese hospital, detalló que tampoco hay personal suficiente: 14 residentes y entre 15 a 20 médicos adjuntos en el hospital pediátrico. No hay pediatras que atiendan las emergencias. 

“Tenemos cinco o seis años sin tomógrafo. No tenemos lo básico para atender ni una crisis de asma”.  Tampoco hay bolsas de basura, las tienen que donar los pacientes. “El Gobierno exige que los consultorios privados tengan bolsas especiales, ¿y los hospitales qué? Las agujas las desechamos en envases vacíos plásticos”.

Testimonios de la escasez 

La historia de Sandra Camacho no es la única en la Maternidad. Selena Romero tiene 17 años y desde hace cuatro meses está en la Concepción Palacios. Le diagnosticaron un microcarcinoma y no consigue las quimioterapias para tratarlo. “Ya yo estoy cansada de tanto sufrir. Esto me causa dolores, me pone mal”, afirma.

“El Gobierno tiene que hacer algo. No están haciendo lo bueno. En vez de ayudar a los enfermos no está haciendo nada”, dice con lágrimas en los ojos.

La Maternidad atiende unos 900 partos al mes. En el primer trimestre de este año la muerte neonatal ha aumentado 50% en relación con el año pasado. Si bien Hernández señala que por la cantidad de casos de alto riesgo que atienden la cifra suele ser alta, la escasez y la contaminación del hospital hacen que aumenten y sufran madres y niños.

Un ejemplo de esto es Laura Urbano, de 24 años, recluida desde el 13 de abril, cuando le practicaron una cesárea y se infectó. “A veces no hay medicamentos. Los baños están horribles, contaminados. No hay cloro, no hay comida”, asegura.

“Estoy desesperada, me estoy volviendo loca. Busqué con tantas ganas a mi niño y mira lo que me está pasando”, exclamó.

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