La violencia y la inseguridad son un problema real, pero el miedo de la ciudadanía lo empeora, explicó el brasileño Jose Luiz Ratton, especialista en seguridad ciudadana, en una entrevista con Efecto Cocuyo durante su estancia en la capital venezolana en la segunda semana de mayo de este año, donde participó en varios foros sobre estos temas. A su juicio, la prevención del delito comienza por conseguir que la sociedad vuelva a ocupar las calles.

Ratton es doctor en Sociología de la Universidad Federal de Pernambuco y miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública desde 2008. En 2007 creó Pacto por la Vida, un programa de políticas públicas para el estado de Pernambuco, al noreste de Brasil, enfocado en la reducción de homicidios a través de la investigación de estos crímenes.

El programa fue realmente efectivo desde su creación hasta 2013, periodo en el cual se redujeron en 40% los homicidios en el estado. “El secreto para disminuir la criminalidad es investigar a los homicidios, pero para sostenerlo a largo plazo, se hubiese requerido un programa de prevención“, paso que se omitió debido a que el Gobierno localno quiso comprometerse a institucionalizar el cambio” ya que significaba un gran gasto público. “Habría que invertir para suprimir el miedo a la criminalidad“, dijo.

Pero, según su criterio, para lograr que la sociedad vuelva a tomar los espacios públicos, es imprescindible que gocen de una buena economía y poder adquisitivo. Con más dinero, las personas gastan más, salen y pasean más, expresó. “La mala iluminación de las vías también evita que se disfrute de la calle”, que, por lo que ha podido observar, es un error que comparten Caracas y Recife (capital de Pernambuco).

“En Caracas me siento como en casa: la forma de ser de sus habitantes se parece a los de recifenses; pero también es una ciudad muy violenta, donde las personas tienen miedo de salir, hay poca iluminación en la noche y los gobiernos no priorizan la seguridad“, lamentó.

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Para conseguir la prevención también hubiese sido necesario otorgar acompañamiento psicológico a las víctimas y sus familias, para evitar que opten por la venganza; a los victimarios, para que se puedan reinsertar en la sociedad y cuenten con una vigilancia policial cercana; y a los familiares de los criminales, para prevenir que sigan el camino de la violencia que han visto en casa.

Desde su experiencia, el diseño de políticas públicas debe comenzar por el diagnóstico, que en el caso de la localidad brasilera, fue realizado por académicos y especialistas; mas resulta indispensable incluir a la sociedad. Pacto por la Vida requirió de 16 cámaras técnicas en las que participaron alrededor de 500 personas de diferentes movimientos civiles.

Además de la reducción de los asesinatos, el programa alcanzó otras pequeñas victorias: la población pernambucana retomó la confianza en los cuerpos de seguridad del Estado y le otorgó mayor legitimidad al gobierno local, al mismo tiempo que disminuyó la desigualdad social en materia de acceso a la policía, al patrullaje y la justicia.

Pero, para Ratton el plan falló en otros dos aspectos claves que tampoco fue posible atacar por falta de compromiso de la Gobernación.

En primer lugar, no se invirtió en la formación policial, pues durante décadas, la policía brasilera -“como posiblemente ocurre también en Venezuela“, dijo- no suele investigar homicidios, “porque es más fácil dedicarse al menudeo de la droga“. Están acostumbrados a asesinar a los jóvenes en lugar de llevarlos ante la justicia, lo que contrario a reducir los homicidios, los aumenta. Tampoco hubo inversión en los demás cuerpos de seguridad ni en la policía científica.

El segundo factor fue el sistema penitenciario. “En Brasil se aprende mucho, sobre todo en las cárceles, pero se aprende mal” ya que que cuando un joven ingresa a la prisión por microtráfico de drogas, aprende de aquellos que están más avanzados en la criminalidad, termina “debiendo favores“, y al final, se convierte también en asesino.

Después del accidente de avión que terminó con la vida del gobernador Eduardo Campos cuando aspiraba a la presidencia de Brasil en 2014, se dio fin al programa tal como se había manejado hasta entonces. Para Ratton, Pacto por la Vida quedó como una campaña de marketing que lucen los automóviles de la policía, pero al que el nuevo gobierno local no le hace seguimiento.

Mientras el programa fue aplicado, se creó un órgano específico que cada día difundía la información sobre los homicidios, con nombre, género y lugar del crimen. Pero en la actualidad, publican cada quincena del mes siguiente las cifras por ciudad, sin datos de las víctimas.

Ahora, a cuatro meses de las elecciones generales que se celebraran en Brasil en octubre de 2018, “los políticos llaman a nuevos sociólogos para replantear el programa de políticas públicas” y expresó con preocupación que la seguridad, tan importante para los ciudadanos, se tornó una moneda electoral de campaña.

“Durante cinco años se comprobó que es posible reducir los homicidios con políticas públicas adecuadas. Es perfectamente posible que se repita en Brasil si el Gobierno así lo desea; igual que se puede replicar en otros países Latinoamericanos, como en Venezuela, si se hacen los ajustes necesarios para adaptarlos a su situación individual”, concluyó.

José Luiz Ratton estuvo en Venezuela en calidad de invitado por la Red de Activismo e Investigación por la Convivencia (Reacin), como parte de la iniciativa internacional Instinto de Vida que busca la reducción de homicidios en siete países de América Latina. Su presencia en la ciudad contó con el apoyo de con el apoyo del Centro de Actualización Profesional (Ciap), el Instituto de Ciencias Penales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Efecto Cocuyo y Redes Ayuda.

El programa “Pacto por la Vida” logró reducir los homicidios en Pernambuco #InstintoDeVida

Foto: Lucrecia Cisneros

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