El miércoles pasado Venezuela lloró

Después de una ola de calor inusitada acompañada de una sequía implacable por fin calló un palo de agua la noche del 17 de abril.

Nos quitaron la 44…

La Licencia General 44, revocada el pasado 17 de abril, había establecido ciertas autorizaciones para actividades relacionadas con el sector petrolero y de gas en Venezuela. Esta licencia permitía la producción, extracción, venta y exportación de petróleo y gas venezolanos, además de la provisión de bienes y servicios necesarios para dichas actividades. También autorizaba nuevas inversiones en el sector petrolero y de gas en el país.

Con “la 44” otorgada apenas en octubre de 2023, tras la firma del acuerdo de Barbados, se abrió la posibilidad de vender petróleo venezolano al mundo abiertamente, no a escondidas y sin los descuentos de hasta 40% que mermaban los ingresos de la nación. Asimismo, se permitía la operación de hidrocarburos a empresas nacionales y multinacionales lo que avizoraba un significativo aumento en la producción petrolera este año. 

Lo mencionado, bien pudo haberse traducido en un crecimiento económico para Venezuela, que, según diferentes analistas, se estimaba entre 10% y 15%. Esto, hubiera significado bienestar y mayor calidad de vida para todos los venezolanos.

Ya el Fondo Monetario Internacional (FMI), había previsto a finales del año pasado, un modesto crecimiento de 4,5% para Venezuela durante 2024, con o sin la Licencia 44. Para que tengamos una idea, de lo que significaban las proyecciones del FMI, durante 2023, después de un par de años de mayor expansión económica, nuestro país apenas logró un aumento del PIB de 4%, lo que los venezolanos vivimos como una economía ralentizada con muy poco consumo y “escasa plata en los bolsillos”.

Los absurdos…

Lamentablemente, en el acuerdo de Barbados, la oposición y el oficialismo supeditaron el bienestar económico de los venezolanos a un posible acuerdo político de cara a las elecciones presidenciales de este año. Decimos lamentablemente, porque llegar a un acuerdo político entre facciones que, ante todo, no se reconocen la una a la otra, resulta a claras luces muy difícil con o sin acuerdo de Barbados.

 Todo proceso de negociación pasa por el principio básico de recocer la validez de los interlocutores que participan en tal negociación. Para nadie es un secreto que la oposición no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro como legítimo, así como el gobierno tampoco reconoce a la oposición como un interlocutor válido. Por lo mencionado, podemos asegurar que el acuerdo de Barbados, estaba destinado a fracasar desde que se firmó.

Por otra parte, una oposición fragmentada, con 11 candidatos inscritos, que participarán en las elecciones del 28 de julio, pretende hacerse de un lugar político en el país, lo que resultará realmente difícil. Contrariamente, un oficialismo amalgamado en torno a la figura de Maduro, muy probablemente ganará en justa lid, la presidencia del país.

No obstante, lo mencionado, ambos, el oficialismo y la oposición, hicieron tal grado de ruido internacional por la imposibilidad de inscribir en el CNE a María Corina Machado y a su candidata de reemplazo, Corina Yoris; que los diferentes agentes internacionales, decidieron que Venezuela violaba el acuerdo de Barbados y decidieron reimponer las sanciones contra Venezuela.

Quizás lo más absurdo a mencionar, es que los EE. UU. con su ralea imperial y por motivos políticos, sanciona nuevamente al país sin importar que la mayoría de los venezolanos, según las diferentes encuestas, estamos en contra de las sanciones.

Los venezolanos, de sobra sabemos las consecuencias económicas de las sanciones para cada uno de nosotros, independientemente de nuestro pensar político. Incluso, el Congreso norteamericano reconoció el pasado 26 de enero, en un comunicado especial, que las sanciones no han cumplido su objetivo político de “sacar” a Maduro del poder y han contribuido con la crisis económica y humanitaria que vive el país.

No obstante, el ejecutivo norteamericano, se empeña en utilizar las sanciones como un mecanismo de presión para incidir sobre el gobierno de Maduro.

Las consecuencias

Las consecuencias están a la vista. Por el empeño injerencista de los EE. UU. al reimponer sanciones contra Venezuela, pasaremos un año más de penurias económicas. Obviamente, estas penurias las vivirá el ciudadano de a pie, no los actores políticos oficialistas u opositores.  

Por eso decimos, que el pasado miércoles 17, Venezuela, por la abundante lluvia, parecía que estaba llorando por la tristeza de un futuro económico incierto para su gente.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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