El Doctor José Gregorio Hernández (JGH) nunca se fue de su natal Isnotú, se quedó allí para siempre. Así lo evidencian los relatos de quienes toda una vida han crecido entorno a la figura de este trujillano global que será beatificado este viernes 30 de abril, pero que desde hace unos 70 años ya era un santo para quienes lo admiraban y le guardan devoción.
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A solo horas del acto de beatificación, las calles de Isnotú se llenan de alegría y colores que evidencian la emoción que le genera a su gente que un hijo del pueblo, que vivió allí su infancia y que luego regresó para servirle, llegue a los altares y sea un ejemplo para muchos.
En el Santuario Divino Niño Jesús de Isnotú, se tienen previstas dos celebraciones por la beatificación. La primera que será este viernes y comenzará a las 6:00 a.m. con el repique de campanas y se extenderá hasta las 7:00 p.m. entre conciertos y homenajes, más el enlace con lo que sucederá en Caracas.
La segunda será el próximo 8 de mayo, cuando José Gregorio Hernández vuelva a su pueblo en forma de reliquias traídas por el Cardenal Baltazar Porras, quien oficiará una eucaristía, bendecirá la imagen el santuario y un mosaico de tres metros de altura y 3.200 piezas de cerámica, que fue hecho como promesa del artista Larense, Luis Mogollón, para permanecer en la iglesia del pueblo Nuestra Señora del Rosario.
Entre tanto, los pobladores se preparan en sus hogares para agitar las banderas y con coloridos altares que montarán desde el jueves, vivir las emociones que los conectarán con Venezuela y el mundo a través de su paisano el médico de los pobres, su santo amigo.
“Esta emoción la esperamos por muchos años”
Teresa Lozada, quien ha vivido en Isnotú sus 70 años y que es devota de JGH “desde que tiene memoria” se prepara para instalar en la entrada de su casa un colorido altar con el que celebrará la beatificación, momento que ha esperado todo su vida, desde aquellos días en los que correteaba en los pasillos de piedra de la casa natal de Hernández y por el que su abuela los regañaba para que le guardarán respeto.
“Mi tatarabuelo le trabajó a Benigno su papá, y mi abuela desde pequeños nos enseñó a orar. En mi casa todos somos devotos, mi papá Carlos Lozada junto a Monseñor Camargo eran los encargados de registrar en unos libros las primeras visitas a Isnotú de aquellos que venían a agradecer los favores concedidos. Ya llegó la hora de darle su lugar y estamos muy emocionados”.
En su casa Teresa conserva con gran recelo la que para ella es su más preciada reliquia, un cuadro de la Santísima Trinidad que data de 1869, y frente al cual José Gregorio y su mamá rezaban todos los días. Este cuadro llegó a ella como herencia familiar, luego de que la nana de JGH se lo obsequió a su abuela.
“Me llamo como él”
Al llegar al Santuario, los colores en el casco central te reciben con sus muñecas de trapo, junto a las artesanías y estatuillas de JGH en los contados comercios que han resistido a la crisis del país. Con ellos también el pregonar de vendedores de reliquias, que como Gregorio Valera, esperan a los visitantes para ayudarlos a pagar las promesas.
“Yo me llamo como él, como nuestro santo al que mi mamá le pidió que naciera con bien, y aquí estoy”, afirma Gregorio quien recibe a los visitantes contándole la historia del beato, desde aquellos días en los que JGH siendo un niño se le perdía a su nana para orar solo en la iglesia del pueblo luego de la muerte de su madre, hasta la cronología de sus viajes que aprendió leyendo los tomos del libro “Nuestro tío José Gregorio”.
“José Gregorio está en el ambiente, en nuestros corazones. Mi abuela María Abreu murió con más de 100 años, y ella que vivió cuando JGH llegó siendo médico, nos contaba que en su visita a Isnotú, la gente decía que él no iba a durar mucho en el pueblo -ese muchacho no se queda mucho aquí- era una frase que repetían y todos procuraban conocerlo”.
Dentro de las reliquias que por años ha vendido, menciona que las que tienen figuras de piernas son las más buscadas, al igual que las de gargantas, ahora en el contexto pandemia, dice que las personas buscan la de la familia, pues le piden salud y protección. Gregorio sigue con su cajita de madera ofreciendo las reliquias, pese a que las ventas han bajado mucho.

“Mi familia se viene a celebrar”
Rosa Torres de 85 años, habla con JGH como si hablara con un amigo, le pide por Venezuela y por el fin de la pandemia. Su devoción por “Mano Goyo” como le dicen en el pueblo, la tuvo desde muy joven heredada por su abuela, misma que no logró conocerlo porque entre varias ocupaciones como partera, justo el día que logró ir, JGH se había marchado de Isnotú tras su visita como médico.
Para celebrar este día, Rosa espera a familiares de otros estados a los que el beato les ha concedido favores y que al igual que ella, están muy alegres por este momento histórico que vivirá su amado Isnotú.

“Es una alegría muy grande, es un orgullo por ser nuestro paisano. Doy gracias a él y a Dios porque desde joven esperaba este momento, fíjese con la edad que tengo y lo podre vivir”, relata mientras recuerda a quienes ya partieron y anhelaban presenciar este día.
Preparativos finales
La Diócesis de Trujillo está afinando detalles para que todo se realice según el programa y preparar el santuario para las visitas. Además las autoridades regionales ya están desplegadas en el lugar realizando jornadas de desinfección en el Santuario y simulacros de lo que será el operativo para garantizar las medidas de bioseguridad.
Para seguir lo que sucede en Isnotú durante la beatificación puede consultar @Isnotutrujillo y las distintas plataforma, de la diócesis de Trujillo.