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María Victoria Fermín Kancev | @vickyfermin
Foto por Radio Fe y AlegríaEl primer equipo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas llegó a Venezuela. Prevén proporcionar comidas escolares nutritivas a 185.000 niñas y niños para finales de año, “particularmente en las escuelas de educación preescolar y especial”.
La cifra de beneficiarios, en esta primera fase, representa cerca del 10 % de la matrícula de educación inicial en Venezuela para este año escolar 2020-2021: un total 1.896.243 niños y niñas, según declaró a principios del período académico el fallecido ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz.
De acuerdo a un comunicado del PMA, el acuerdo firmado con la administración de Nicolás Maduro también establece que invertirán en la rehabilitación de los comedores escolares y la capacitación del personal escolar sobre las prácticas de seguridad alimentaria.
Aún existen dudas sobre cómo se desarrollarán las operaciones. Sin embargo, ante estos planes, el movimiento educativo de Fe y Alegría, así como las Obras Educativas Salesianas, afirmaron que están dispuestos a compartir con Ejecutivo y los integrantes del PMA sus experiencias en cuanto al desarrollo de programas alimenticios en sus planteles.
“Tenemos una base, una experiencia, sabemos cuáles son las limitaciones y dificultades”, dijo a Efecto Cocuyo la secretaria ejecutiva de Servicios de Fe y Alegría, Yaika Weber.
Weber explicó que a través del «programa Niños, niñas y adolescentes sanos» se realiza una medición de peso y talla a todos sus estudiantes. La evaluación que les permite identificar a la población que puede estar en riesgo de malnutrición.
En condiciones normales, la organización realiza este procedimiento tres veces al año, pero con la llegada de la pandemia de coronavirus se ha complicado. Sin embargo, intentan hacerlo al inicio y al final del año escolar, como mínimo.
La vocera indicó que aún cuando no se hace con la frecuencia y metodología que en años anteriores, y pese a que el levantamiento de la información y procesamiento de la data se demoren más de lo previsto, han sumado esfuerzos para continuar con estas mediciones en donde las condiciones de bioseguridad así lo permitan.
El padre Carlos Méndez, coordinador de los Servicios Educativos Salesianos en Venezuela, señaló que cada una de sus instituciones educativas cuenta con al menos un trabajador social, que se encarga de realizar los estudios de las condiciones socioeconómicas del alumnado, para identificar a quienes estén en mayor situación de vulnerabilidad.
La organización católica ha desarrollado iniciativas de asistencia alimentaria en las 16 parroquias que tienen en todo el territorio, donde realizan actividades como ollas solidarias. Entre las jornadas más exitosas están la barrio El Consejo de Valencia (Carabobo) y la de La Dolorita (en Petare de la Gran Caracas).
Entre los beneficiarios hay niños, niñas, adolescentes, embarazadas, personas de la tercera edad, adultos y personas con discapacidad.
“Logramos conseguir recursos para comprar alimentos y se preparan algunos sectores una o dos veces a la semana o los fines de semana”, indicó. Para el proceso se apoyan en líderes de las comunidades donde se encuentran para identificar a las personas con más necesidades de asistencia.
“Empoderamos a la misma comunidad de la acción social para fomentar el sentido de solidaridad”, expresó.
En el caso de Fe y Alegría, explicó Yaika Weber, se ejecuta un modelo mixto.
De acuerdo a datos a los que tuvo acceso Efecto Cocuyo, de las 176 escuelas de Fe y Alegría el 76,5 % (134 planteles) cuentan con algún tipo de programa de alimentación escolar.
De estas instituciones en 68 opera la Corporación Nacional de Alimentación Escolar (Cnae), ente adscrito al Ministerio de Educación. En estos planteles trabajan las llamadas madres procesadoras, que reciben un pago por parte de ese despacho.
La vocera aseguró que para la organización “es una prioridad que toda la comunidad escolar participe del proceso de alimentación”. Por esto, “en la medida de las posibilidades” intentan incluir a las y los docentes así como otros miembros del personal de los planteles.
Planteó que la asistencia alimentaria para parte de su comunidad escolar es posible gracias a la suma de “muchas voluntades”. En el caso de los programas de alimentación independientes al Estado, cobra vida la figura de madres, padres, abuelas, abuelos y otros voluntarios que elaboran las comidas.
Algunas de las instituciones educativas de los Salesianos de Don Bosco (colegios y centros de capacitación laboral) también reciben algunos insumos por parte del Ministerio de Educación, señaló el padre Carlos Méndez.
Los productos que suelen distribuir son solo harina, arroz o pasta, por lo que se dificulta garantizar una dieta balanceada. Puso como otro ejemplo el caso del Colegio Salesiano Pio XII en Puerto La Cruz (Anzoátegui) donde operaba el Cnae con apoyo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
En el pasado, organizaciones del sector educativo y del gremio docente denunciaron las deficiencias del Programa de Alimentación (PAE) del Estado.
Méndez explicó que para sostener sus programas de alimentación propios también se apoyan en voluntarios, ONG y las congregaciones de los Salesianos en el extranjero. En promedio, estos programas benefician a 3.200 alumnos de sus escuelas y algunos centros de capacitación laboral.
En estos programas también han buscado incluir a las y los docentes de sus instituciones.
En las escuelas de Fe y Alegría funcionan modelos distintos según los recursos: en algunos colegios dan almuerzos, en otros desayunos o meriendas.
Por la pandemia del coronavirus los comedores escolares se encuentran cerrados, pero la organización migró a otras alternativas para mantener la asistencia.
“En las escuelas preparan los alimentos cuidando las medidas de bioseguridad. Los representantes llevan los envases y se les entrega la comida preparada y la llevan a casa. Así funciona en estos momentos el plato servido”, describió a Efecto Cocuyo la directora del Programa Escuelas de Fe y Alegría, Noelbis Aguilar.
En otros caso, dijo, se le entrega a madres y padres de bolsas de comida para que elaboren los alimentos en sus hogares.
La secretaria ejecutiva de Servicios de Fe y Alegría, Yaika Weber, agregó que una tercera alternativa incluye la transferencia de recursos a las familias.
El coordinador de los Servicios Educativos Salesianos en Venezuela, Carlos Méndez, señaló que los aportes para el funcionamiento de los programas disminuyeron por la pandemia. Mencionó que, debido a que no hay clases presenciales, algunos recursos también son redirigidos para apoyar a las familias y a su personal en situación de vulnerabilidad.
Comentó que, en 2020, lograron establecer una alianza con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para beneficiar a seis centros de capacitación y cuatro colegios con el programa “Education Cannot Wait” (La educación no puede esperar) como un mecanismo para garantizar la vinculación de los estudiantes con los centros educativos a través de la entrega de bolsas de comida.
Las instituciones educativas de los Salesianos cuentan con espacios para la preparación de alimentos y con comedores. Lo mismo ocurre con Fe y Alegría, aunque en algunas de las escuelas han tenido que habilitar áreas que originalmente no estaban dispuestas para esos fines.
Ambas organizaciones coincidieron en destacar que hacen esfuerzos para mantener los equipos e insumos mínimos necesarios para llevar adelante estos programas. Sin embargo, identificaron como un obstáculo en el proceso la crisis de servicios públicos: particularmente la escasez de agua y de gas doméstico.
“Ojalá nuestras obras puedan participar, que podamos aportar nuestra experiencia… estaríamos dispuestos como Salesianos”, expresó Méndez sobre la presencia del PMA en el país y sus proyectos.
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El primer equipo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas llegó a Venezuela. Prevén proporcionar comidas escolares nutritivas a 185.000 niñas y niños para finales de año, “particularmente en las escuelas de educación preescolar y especial”.
La cifra de beneficiarios, en esta primera fase, representa cerca del 10 % de la matrícula de educación inicial en Venezuela para este año escolar 2020-2021: un total 1.896.243 niños y niñas, según declaró a principios del período académico el fallecido ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz.
De acuerdo a un comunicado del PMA, el acuerdo firmado con la administración de Nicolás Maduro también establece que invertirán en la rehabilitación de los comedores escolares y la capacitación del personal escolar sobre las prácticas de seguridad alimentaria.
Aún existen dudas sobre cómo se desarrollarán las operaciones. Sin embargo, ante estos planes, el movimiento educativo de Fe y Alegría, así como las Obras Educativas Salesianas, afirmaron que están dispuestos a compartir con Ejecutivo y los integrantes del PMA sus experiencias en cuanto al desarrollo de programas alimenticios en sus planteles.
“Tenemos una base, una experiencia, sabemos cuáles son las limitaciones y dificultades”, dijo a Efecto Cocuyo la secretaria ejecutiva de Servicios de Fe y Alegría, Yaika Weber.
Weber explicó que a través del «programa Niños, niñas y adolescentes sanos» se realiza una medición de peso y talla a todos sus estudiantes. La evaluación que les permite identificar a la población que puede estar en riesgo de malnutrición.
En condiciones normales, la organización realiza este procedimiento tres veces al año, pero con la llegada de la pandemia de coronavirus se ha complicado. Sin embargo, intentan hacerlo al inicio y al final del año escolar, como mínimo.
La vocera indicó que aún cuando no se hace con la frecuencia y metodología que en años anteriores, y pese a que el levantamiento de la información y procesamiento de la data se demoren más de lo previsto, han sumado esfuerzos para continuar con estas mediciones en donde las condiciones de bioseguridad así lo permitan.
El padre Carlos Méndez, coordinador de los Servicios Educativos Salesianos en Venezuela, señaló que cada una de sus instituciones educativas cuenta con al menos un trabajador social, que se encarga de realizar los estudios de las condiciones socioeconómicas del alumnado, para identificar a quienes estén en mayor situación de vulnerabilidad.
La organización católica ha desarrollado iniciativas de asistencia alimentaria en las 16 parroquias que tienen en todo el territorio, donde realizan actividades como ollas solidarias. Entre las jornadas más exitosas están la barrio El Consejo de Valencia (Carabobo) y la de La Dolorita (en Petare de la Gran Caracas).
Entre los beneficiarios hay niños, niñas, adolescentes, embarazadas, personas de la tercera edad, adultos y personas con discapacidad.
“Logramos conseguir recursos para comprar alimentos y se preparan algunos sectores una o dos veces a la semana o los fines de semana”, indicó. Para el proceso se apoyan en líderes de las comunidades donde se encuentran para identificar a las personas con más necesidades de asistencia.
“Empoderamos a la misma comunidad de la acción social para fomentar el sentido de solidaridad”, expresó.
En el caso de Fe y Alegría, explicó Yaika Weber, se ejecuta un modelo mixto.
De acuerdo a datos a los que tuvo acceso Efecto Cocuyo, de las 176 escuelas de Fe y Alegría el 76,5 % (134 planteles) cuentan con algún tipo de programa de alimentación escolar.
De estas instituciones en 68 opera la Corporación Nacional de Alimentación Escolar (Cnae), ente adscrito al Ministerio de Educación. En estos planteles trabajan las llamadas madres procesadoras, que reciben un pago por parte de ese despacho.
La vocera aseguró que para la organización “es una prioridad que toda la comunidad escolar participe del proceso de alimentación”. Por esto, “en la medida de las posibilidades” intentan incluir a las y los docentes así como otros miembros del personal de los planteles.
Planteó que la asistencia alimentaria para parte de su comunidad escolar es posible gracias a la suma de “muchas voluntades”. En el caso de los programas de alimentación independientes al Estado, cobra vida la figura de madres, padres, abuelas, abuelos y otros voluntarios que elaboran las comidas.
Algunas de las instituciones educativas de los Salesianos de Don Bosco (colegios y centros de capacitación laboral) también reciben algunos insumos por parte del Ministerio de Educación, señaló el padre Carlos Méndez.
Los productos que suelen distribuir son solo harina, arroz o pasta, por lo que se dificulta garantizar una dieta balanceada. Puso como otro ejemplo el caso del Colegio Salesiano Pio XII en Puerto La Cruz (Anzoátegui) donde operaba el Cnae con apoyo de Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
En el pasado, organizaciones del sector educativo y del gremio docente denunciaron las deficiencias del Programa de Alimentación (PAE) del Estado.
Méndez explicó que para sostener sus programas de alimentación propios también se apoyan en voluntarios, ONG y las congregaciones de los Salesianos en el extranjero. En promedio, estos programas benefician a 3.200 alumnos de sus escuelas y algunos centros de capacitación laboral.
En estos programas también han buscado incluir a las y los docentes de sus instituciones.
En las escuelas de Fe y Alegría funcionan modelos distintos según los recursos: en algunos colegios dan almuerzos, en otros desayunos o meriendas.
Por la pandemia del coronavirus los comedores escolares se encuentran cerrados, pero la organización migró a otras alternativas para mantener la asistencia.
“En las escuelas preparan los alimentos cuidando las medidas de bioseguridad. Los representantes llevan los envases y se les entrega la comida preparada y la llevan a casa. Así funciona en estos momentos el plato servido”, describió a Efecto Cocuyo la directora del Programa Escuelas de Fe y Alegría, Noelbis Aguilar.
En otros caso, dijo, se le entrega a madres y padres de bolsas de comida para que elaboren los alimentos en sus hogares.
La secretaria ejecutiva de Servicios de Fe y Alegría, Yaika Weber, agregó que una tercera alternativa incluye la transferencia de recursos a las familias.
El coordinador de los Servicios Educativos Salesianos en Venezuela, Carlos Méndez, señaló que los aportes para el funcionamiento de los programas disminuyeron por la pandemia. Mencionó que, debido a que no hay clases presenciales, algunos recursos también son redirigidos para apoyar a las familias y a su personal en situación de vulnerabilidad.
Comentó que, en 2020, lograron establecer una alianza con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para beneficiar a seis centros de capacitación y cuatro colegios con el programa “Education Cannot Wait” (La educación no puede esperar) como un mecanismo para garantizar la vinculación de los estudiantes con los centros educativos a través de la entrega de bolsas de comida.
Las instituciones educativas de los Salesianos cuentan con espacios para la preparación de alimentos y con comedores. Lo mismo ocurre con Fe y Alegría, aunque en algunas de las escuelas han tenido que habilitar áreas que originalmente no estaban dispuestas para esos fines.
Ambas organizaciones coincidieron en destacar que hacen esfuerzos para mantener los equipos e insumos mínimos necesarios para llevar adelante estos programas. Sin embargo, identificaron como un obstáculo en el proceso la crisis de servicios públicos: particularmente la escasez de agua y de gas doméstico.
“Ojalá nuestras obras puedan participar, que podamos aportar nuestra experiencia… estaríamos dispuestos como Salesianos”, expresó Méndez sobre la presencia del PMA en el país y sus proyectos.