A las 12:30 pm, por segunda vez este martes, 2 de abril, Eduardo volvía a las laderas del río Guaire para surtirse del agua que no llega a su casa, en Los Magallanes de Catia, desde hace 10 días. Ha buscado agua en todos lados, pero solo encuentra largas colas.

“Esta agua es para lavar y bañarnos. Para cocinar tenemos que conseguir agua potable”, comentó Eduardo, mientras subía una pequeña loma con las manos cargadas de pipotes llenos. Los metió en su vehículo y sacó otros vacíos.

Debajo de la avenida Las Acacias, frente al estadio Olímpico de la UCV, una tubería desemboca agua con apariencia cristalina. Forma un pequeño pozo entre barro y piedras, que luego termina fluyendo hasta el Guaire.

Eduardo, que solo prefirió ser identificado con su primer nombre, volvía a bajar para llenar otro pote. Le ayudaban personas en situación de calle que viven bajo este puente. Tres de ellos se adentraban en el pequeño pozo, llenaban los tobos y se los alcanzaban a las personas.

“He buscado en distintos lugares desde que empezó a faltar el agua por los cortes eléctricos de marzo”, comentaba. De nuevo tomabas los otros envases y se marchaba hacia su carro.

Había poca gente, pero al menos seis pipotes esperaban sobre la barrosa superficie su turno para ser llenados de agua en este pozo. Otros habitantes, de San Agustín, comentaron mientras se surtían que a esta parroquia el líquido no llega desde hace 10 días.

Los muchachos que llenaban los pipotes se encontraban con el agua hasta los tobillos. Frecuentan esta zona y aseguraron que desde los apagones del mes pasado, muchas personas se acercan a buscar el líquido para sus hogares. Les pagan su ayuda con dinero en efectivo o algo de comida.

“Mire, esta agua es cristalina”, señalaba uno de ellos al pozo. “Viene de una tubería de la UCV. De aquí hasta bebemos. Si fuera mala ya estuviéramos muertos”, dijo, mientras daba largos tragos de esta agua.

Llenados en Las Mayas

Las tuberías de la casa de Francisco Ruiz, en Ciudad Tiuna, amanecieron este martes nuevamente secas. Al igual que los pasados 15 días, no sale una gota de agua. Debe caminar con una carretilla con ocho pipotes alrededor de dos kilómetros hasta un llenadero de agua en la carretera hacia el embalse La Mariposa, en Las Mayas, para poder surtirse.

“No hay agua desde el apagón. He tenido que venir hasta de noche y de madrugada, porque el agua me dura horas”, expresó Ruiz, mientras esperaba en la cola junto al montón de peroles azules y al menos 30 personas.

Suele ir y venir al menos cuatro veces al días para tener el agua necesaria. La espera para llenar pasa de una hora, bajo el incesante sol y junto al fuerte olor que emana desde el Planta de Transferencia de Desechos de Las Mayas.

Carlos Rodríguez se encontraba también en esta cola y venía desde Los Magallanes de Catia. Cargaba en su vehículo 17 pipotes de 25 litros cada uno para abastecer a tres familias. Sin embargo, debe venir al menos una vez a la semana a surtirse, mientras el agua en su casa no llegue.

Más adelante, en esta misma carretera, en el Sistema Panamericano Estación de Bombeo 1 de Hidrocapital, se encontraba otro llenadero. A través de las rejas de la instalación salían tres mangueras que eran prestadas para llenar los envases.

Se hacían pequeñas colas para llenar. Estacionaban los vehículos por la parte trasera, abrían las maletas y sacaban los tantos tobos, pipotes y envases. Luego se dedicaban a llenar con el chorro débil de la manguera.

“Me angustian mis niños. No tengo qué darles de beber ni cómo bañarlos. Venir a buscar agua aquí era mi última opción”, comentó Donald Cedeño, que venía desde Propatria.

En su hogar el flujo del líquido ha sido inconstante en el último mes y escasea por largo tiempo. Antes no pasaba, por lo tanto aseguró no estar preparado para afrontar la tan prolongada sequía.

“No tenemos suficientes potes. Tenemos que salir mañana de nuevo a buscar agua; esta solo nos alcanzará para bañar a los niños. Vendremos acá porque los demás llenaderos están colapsados”, dijo.

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Fotos: Maire Chourio.

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