El deseo de habitar en una ciudad más segura para las mujeres impulsó a tres jóvenes venezolanas a crear el proyecto Calles Moradas, que se propone consolidar una red de al menos 50 negocios en Caracas que brinden apoyo a quienes sufran de acoso callejero y violencias basadas en género en los espacios públicos.
Se trata de identificar establecimientos que representen un lugar seguro a dónde llegar, donde las víctimas puedan ser atendidas, escuchadas y donde se sientan protegidas.
Jessika Ramírez, Jhoana Chirinos y Valentina Norio gestaron el proyecto tras conocerse durante el programa de capacitación EmpoderaME Estudiantes, de la asociación civil EmpoderaME que comenzó en enero de 2021. Al cierre de la jornada de formación, las premiaron en el segundo lugar por su idea y la organización les brindó un capital inicial para que pudieran ejecutarla.
Mapear el acoso y los riesgos
En una primera fase, las estudiantes universitarias organizaron esta última semana de mayo cuatro recorridos por sectores del municipio Chacao y Sabana Grande, que pertenece al municipio Libertador, para mapear estos espacios.

Entre otras razones, eligieron estas rutas porque semanas atrás organizaciones feministas levantaron una alerta por denuncias de mujeres que relataron ser víctimas de acoso e incluso de intentos de secuestros en estas zonas.
Durante cada recorrido, las y los participantes tenían la tarea de observar a una mujer que camina sola por Caracas (representada por una de las integrantes del equipo) y marcar en un mapa dónde y cómo se manifestaba el acoso callejero (miradas lascivas, comentarios sexualizados, intimidación, etc.), así como en qué punto estaban presentes una serie de condiciones que contribuyen a la ocurrencia de este tipo de violencia (como calles poco iluminadas o la presencia de callejones sin salida, por ejemplo).
“Ha sido interesante escuchar cómo muchos participantes dicen: no me había dado cuenta de la cantidad de comentarios que una mujer recibe en un trayecto de solo 2 kilómetros”, compartió Jhoana Chirinos a Efecto Cocuyo durante la tercera jornada que realizaron este viernes 28 de mayo.

Al final de los recorridos, se genera un debate entre los involucrados para intercambiar qué observaron, qué llamó su atención, y que puedan ofrecer opiniones sobre el proyecto.
Un negocio morado
Un negocio morado ideal, escribió Jessika Ramírez, es aquel con una ubicación accesible desde las calles y aceras, que preferiblemente no tenga rejas, que tengan algún lugar para sentar a la persona y que pida asistencia.
Otro punto importante es que haya mujeres trabajadoras en el lugar: “Sabemos que esa conexión que pueden tener las mujeres porque sabemos que todas hemos sufrido acoso callejero”, agregó Jhoana Chirinos.
Las creadoras de Calles Moradas explicaron que ofrecerán una formación a estos negocios y locales en materia de las violencias basadas en género y el acoso en los espacios públicos y luego otorgarles una certificación.
De momento, comenzaron a avistar a algunos establecimientos, seguirlos en Instagram, y compartirles su información. “El fin último, que también nosotros vayamos buscándolo, pero que también la gente se vaya acercando, que esté comprometida con la causa”, dijo Jessika Ramírez.

“Quisiera que lográramos ese impacto para que la sociedad venezolana pudiera concientizar sobre esta gravedad de este tema”, añadió Valentina Norio.
Interseccionalidad
En un futuro, prevén crear un listado y que así las mujeres puedan saber cuál es su punto morado más cercano. Se imaginan que este proyecto sea replicable a toda Caracas y, por qué no, al resto de Venezuela.
Celebraron que durante los recorridos para analizar y debatir sobre la problemática del acoso callejero y las violencias basadas en género la participación fuese diversa, incluyendo personas Lgbtiq+ quienes también se enfrentan a una ciudad hostil.
El proyecto Calles Moradas llama a repensar la ciudad, así como a abrir ese debate sobre las agresiones en estos espacios y cómo cada vez más personas pueden involucrarse en estos temas.