Han transcurrido casi 100 días de educación a distancia desde que el 16 de marzo de 2020 inició la cuarentena nacional tras el decreto de estado de alarma. Mientras que la escasa conectividad ha determinado la comunicación de la mitad de los estudiantes en el país, sectores de la educación que atienden a alumnos sin acceso a herramientas tecnológicas han descartado la modalidad “online”.
Estos factores comprometen la calidad de educación de acuerdo con Edgar García, vicepresidente de la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec). El educador insiste en que “nadie estaba preparado” para asumir el reto de la enseñanza durante la pandemia.
Por este motivo, uno de los principales objetivos del plan de “regreso a clases” es diagnosticar las capacidades que adquirieron los alumnos en este tiempo “a distancia” y nivelar los conocimientos, sobre todo de aquellos que, por encontrarse en comunidades recónditas, quedaron fuera del alcance de las estrategias pedagógicas.
Desde que inició la cuarentena las instituciones de Avec trabajaron con estrategias en tres modalidades para alcanzar a toda la población: aquellos que contaban con recursos tecnológicos y de conectividad, aquellos que no tenían servicio de internet y aquellos que no tenían conectividad ni equipos tecnológicos.
La mayor dificultad, de acuerdo con García, fue el contacto con los alumnos en el último grupo. Por eso concluyó que “la calidad educativa está muy comprometida en este momento”.
Sin embargo, considera que la resiliencia ha caracterizado a los educadores durante la pandemia.
“Hemos sido una educación resiliente, porque a pesar de la adversidad las escuelas se han activado para encontrar soluciones”, dijo el vicepresidente de Avec, después de participar en el Congreso de Directivos Nacionales que se llevó a cabo de manera virtual por primera vez en los 75 años de la red.
En Amazonas no se sabe de esos alumnos
Para monitorear el proceso educativo en Amazonas la coordinación pedagógica debe trasladarse a un circuito militar para contactar a través de la radio a las comunidades más recónditas y preguntar por los maestros.
Hasta ahora la Avec desconoce completamente cómo se ha llevado el proceso educativo en Manapiare y el Alto Orinoco, ya que no han podido contactarse ni siquiera con los docentes que trabajan en esta región.
El mayor reto en este estado ha sido establecer una comunicación “efectiva y asertiva” a través de la tecnología para hacer seguimiento a las actividades planteadas en el programa del Ministerio de Educación Cada familia, una escuela cuando en un sector importante de este estado el servicio eléctrico es inconstante.
En los municipios Atabapo, Autana, Alto Orinoco, Río Negro y Manapiare “no cuentan con servicio de energía” ya que, al estar apartados de la ciudad no son receptores de la hidroeléctrica Guri, la central en el país, sino que se abastecen por medio de plantas energéticas que funcionan con gasoil.
Sin embargo, de acuerdo con Belkis Gutiérrez, quien es coordinadora pedagógica de esta seccional, las alcaldías en el estado no pueden proporcionar combustible de manera regular, por lo cual esas comunidades ni siquiera tienen acceso al programa ministerial que transmiten por televisión nacional abierta.
Además, “muchas familias carentes de recurso tampoco cuentan con una radio o con un televisor en casa”, agregó Gutiérrez.
Estas mismas familias tampoco cuentan con un teléfono celular para comunicarse por Whatsapp o SMS y mucho menos con una computadora para acceder a otro tipo de redes sociales.
“La plataforma telemática no es apta para llevar a cabo la educación a distancia” en el contexto venezolano, insiste Gutiérrez, que “a duras penas” ha mantenido contacto con los municipios Atapabo y Autana, situados en la capital Puerto Ayacucho.

Guías pedagógicas
Para este sector sin equipo tecnológico y con escasa conectividad la solución de Avec fue trabajar con las guías que elaboraron los docentes en consonancia con los objetivos pedagógicos del plan de gobierno.
“Los papás iban a los centros, buscaban las guías de actividades y de manera semanal o quincenal devolvían las guías a las escuelas”, explicó la profesora. La periodicidad dependía de si la familia contaba o no con gasolina para asistir a las instituciones.
En total, la Avec solo puede asegurar que atendió a 2.700 de 4.231 alumnos distribuidos en 18 centros educativos de Amazonas, incluyendo los centros de capacitación laboral, las casas hogares y la escuela radiofónica.
Sin embargo, cuando la coordinadora se pueda comunicar de forma radial conocerá si se ha alcanzado a estos 1522 estudiantes restantes que no han podido visitar, ya que la única manera de llegar a estas escuelas es por vía fluvial o aérea.

Al igual que en Amazonas en el estado Bolívar hay comunidades educativas que no se han podido atender en la cuarentena, sobre todo las indígenas. Estos tres centros están en Alto Caura, Alto Erebato y Jelaw Mansawi, tres sectores pemones en donde se concentra la mayor cantidad de casos positivos de coronavirus en el estado.
A estos sectores solo se les llega por vía aérea, ya que tardarían siete días de traslado en carro y tendrían que comprar la gasolina de contrabando en oro.
“Estos colegios indígenas nos están preocupando, no sabemos cómo abordarlos. Pedimos ayuda a la gobernación de Bolívar para llegar a estos lugares”, dijo César Planchar, coordinador de esta seccional.
“Antes de este brote estábamos preocupados, pero ahora aún más, pero muy de manos atadas”, dijo, y aclaró que antes del COVID-19 estas comunidades sufrieron un bote de paludismo.
Teléfonos y carteleras en Bolívar
Aun dejando de lado las tres comunidades de difícil acceso, las telecomunicaciones al sur del estado Bolívar son disfuncionales y no se ajustan a los requerimientos del plan Cada familia una escuela.
Las estrategias que más se implementaron en esta región fueron el uso de los teléfonos celulares para comunicarse por mensaje de texto, Whatsapp u otras redes sociales como Facebook e Instagram (un 70% de las veces) y carteleras o papelógrafos (un 30% de las veces).
Las computadoras no fueron una opción “ya que en el centro de la ciudad se va la luz o se va el internet”, por lo cual contaban con el plan de datos de sus alumnos. También utilizaron lo que llaman “portafolios humanos”, porteros de los colegios u otro miembro de la comunidad, que repartían guías pedagógicas con las actividades correspondientes.
“Los primeros meses (de cuarentena) estuvimos dando los traspiés y tuvimos que trabajar mucho con el ingenio. En esta oportunidad también tenemos que aprender a ser creativos”, dijo Plachar.
Rescató la labor de los directores y docentes de aula, ya que sus “ganas de trabajar jugaron un papel importante”.
Planchar, quien además dirige un centro educativo de Fe y Alegría comentó que entre los padres no hubo resistencia a los cambios que suponían la educación a distancia, pero “hay mucha incertidumbre, y sobretodo hay estrés”, comentó.
Bibliotecas móviles en Mérida
En Mérida, al otro extremo del país, las condiciones fueron similares. Los sectores Santa Cruz de Mora, Zea y Tovar estuvieron hasta nueve días sin servicio de internet de ningún tipo, y solo a través de un coordinador de pastoral Avec pudo “mantenerse al tanto” del proceso educativo en estas zonas.
En la escuela Fe y Alegría Timoteo Aguirre, en San Javier del Valle, el equipo pedagógico tuvo que implementar bibliotecas móviles para que todos los estudiantes pudieran acercarse, ya que en este sector no todas las familias cuentan con medios electrónicos.
Poco después de empezar la cuarentena los docentes de la institución se pusieron de acuerdo para hacer turnos para atender la biblioteca móvil, de manera que también pudieran atender las inquietudes de sus alumnos en un horario establecido.
“En un pueblito pequeñito todo se corre. Quienes tenían oportunidad de bajar al casco difundían la información. Los docentes venían dos veces a la semana a la biblioteca rotativa” contó Alix Gámez, coordinadora de Mérida.

En este estado también han hecho turnos en algunos colegios para atender a alumnos y representantes con citas previas para la tutoría en las escuelas, y se han utilizado los teléfonos y computadoras en los sectores económicos que cuentan con estas herramientas, por ejemplo, clases por medio de la plataforma Zoom.
Incluso en internados agropecuarios como el de San Javier los docentes se mudaron con sus familias estos tres meses para poder atender al ganado y evitar ser víctima de hurtos.
Mérida estima que llegó a un 90% de su comunidad estudiantil y espera que para el venidero año escolar se le permita a cada colegio nuevamente tomar decisiones de cómo atender a sus estudiantes.
“El signo de interrogación es del tamaño del océano”, cerró Gámez sobre el año escolar 2020-2021 en el contexto de COVID-19.