Apagones, escasez de agua, problemas en la alimentación, órdenes ministeriales de reducir la jornada laboral en el sector público, el deterioro del servicio de transporte. Las consecuencias de la crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela impactaron el período escolar 2018-2019, que se caracterizó por la irregularidad del proceso de aprendizaje de miles de estudiantes.
Raquel Figueroa, directora de la Unidad Democrática del Sector Educativo (Udse), divide el problema de la deserción escolar en dos indicadores centrales que se demostraron con el cierre del año estudiantil. Estos son: “la exclusión educativa y la migración”.
Sobre la exclusión aclara que “la realidad de la crisis social ha sacado al estudiante de las aulas”. Figueroa atribuye esto a “la entronización de la pobreza porque los familiares no tienen como enviar a sus hijos a las escuelas porque el salario está devaluado y no tienen dinero suficiente para alimentar a sus hijos”.
La Udse estima que un 30% de los estudiantes en todo el país han sido excluidos del sistema educativo, lo cual coincide con la proyección de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) sobre el abandono de las escuelas.
Pero en algunos estados del país la situación se agrava por el colapso de los servicios públicos. De acuerdo con el informe de cierre del año escolar de la Udse, en el caso del estado Zulia “se encuentran planteles que su matrícula bajó tanto que de 59 secciones bajaron a 25, es decir, la cobertura en estos casos alcanzó apenas 42%”. Esto provocó un 48% de deserción estudiantil.
Aunque en el caso de los centros educativos privados la deserción no ha sido tan grande, se calcula que 30% de los estudiantes en estos colegios se valieron de remesas que envían familiares del extranjero para costear la matrícula de este período, de acuerdo con el presidente de la Federacion Nacional de Sociedades de Padres y Representantes (Fenasopadres), Yohorman Pantoja.
Además del abandono definitivo de sus alumnos, los centros educativos consultados por la ONG Fundaredes reportaron que dos tercios de sus estudiantes faltaron regularmente a las aulas durante este período académico.
“Si no había luz, no había clases, o si no había agua los muchachos se iban antes, si no podían bañarse y no tener como lavar los uniformes porque no había agua a veces no iban a clases”, explicó Olga Ramos del Observatorio Educativo Venezolano.
“El tiempo efectivo de aprendizaje se redujo demasiado” e incluso más de lo que se puede calcular de forma aparente concluye Ramos. A pesar de que el informe de cierre de Udse indica que solo se aprovecharon entre el 50 y el 70% de los días hábiles del calendario escolar, dependiendo del estado, debido en parte al tiempo perdido durante el mega apagón de marzo, solo el 45% de los objetivos de educación planteados fueron alcanzados según Fanasopadres.
Por eso para Ramos, “el problema no es cuántos días se perdieron sino cuánto se desarrolló el hecho pedagógico” que estuvo impedido por el estrés de los muchachos ante la escasez de servicios básicos y la inseguridad así como “la tristeza de los estudiantes por la migración de sus padres”.
Educadores migran por un mejor salario
Sumado a la exclusión educativa, la ausencia del personal docente también fue determinante en el período 2018-2019. Mientras Fundaredes calcula un ausentismo del personal docente de 67%, en su mayoría como consecuencia del colapso del transporte público, la Udse calcula que el abandono de los docentes se ubicó sobre el 30% nacional, sumando “50% de profesionales de la docencia que han renunciado para irse de Venezuela” en los dos últimos procesos escolares.
Además la directora de Udse recalca que gran parte de los docentes que se han ido dictaban las materias calificadas como “críticas” las cuales son matemática, biología, castellano e historia.
Por eso, Escuelas como Fe y Alegría optaron como medida de emergencia solicitar la ayuda de representantes de los alumnos que pudieran suplantar a los docentes en sus cátedras, pero con la carencia de que estos no podían suplir el componente docente necesario que compete a los pedagogos.
Lo que se avecina
Ante la preocupación del resultado del período escolar 2018-2019, los expertos entrevistados por Efecto Cocuyo no proyectan de manera optimista el período siguiente.
El ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz, anunció el mes pasado una transformación curricular para el año escolar 2019-2020 que garantice “acceso tanto a la educación… hasta alcanzar la máxima escolaridad posible”.
“A mí me gustaría que en lugar de estar pensando como marear a la gente con los currículos, trate de que los alumnos aprendan”, sostuvo Olga Ramos. Para ella, la incompetencia del ministerio de Educación se ha debido a la desorganización en la recopilación de información sobre las deficiencias de cada uno de los planteles en el país, para poder solventarlo.
“Tienes que evaluar, plantear un programa de recuperación de los aprendizajes, estructurar un programa de recuperación y hacer una evaluación de las condiciones del sistema que te permita garantizar condiciones”, detalló la coordinadora del Observatorio Educativo de Venezuela.
Por su parte Yohorman Pandoja adelanta que el principal escollo de los padres para comienzos del primer semestre del siguiente período será el poder adquirir los útiles escolares. “Un solo libro de Historia Universal está costando 30 dólares” al cambio, declaró.
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