“Sentí que algo me quemaba por dentro”, cuenta joven acosada y drogada en Altamira
“Sentí que algo me quemaba por dentro”, cuenta joven acosada y drogada en Altamira

Una joven de 24 años de edad compartió su historia en Twitter, movida por el deseo de que nadie pase por lo que ella vivió el lunes 5 de abril, en la zona de Altamira, municipio Chacao, cuando tres hombres comenzaron a acosarla y luego uno de ellos la drogó al inyectarle una sustancia desconocida.

Ese día salió de su vivienda en Guarenas, estado Miranda, a las 4:30 a. m. y llegó a Caracas alrededor de las 6:00. Acudió al centro de diagnóstico integral (CDI) Salvador Allende, en Chuao, para agendar la cita de un examen médico para su mamá. Cerca del mediodía le dijeron que debía volver el jueves.

Pensó en trasladarse al centro de la ciudad para comprar mercancía. Ella es comerciante y su familia tiene un negocio. Sin embargo, el cansancio la hizo cambiar de opinión y decidió emprender el camino para regresar a su casa.

Tomó un autobús que la dejaría en Altamira y de ahí caminaría hasta Parque Miranda, donde está la parada de los autobuses que bajan a Guarenas. Desembarcó cerca de la estación del Metro de Caracas, en la esquina de la Embajada de Canadá y cruzó la calle.

“En ese momento, un hombre a dos metros de distancia de mí comenzó a seguirme diciéndome cosas lascivas y todo tipo de vulgaridades”, relató a Efecto Cocuyo. “Lo miré mal y seguí caminando, apuré el paso”.

El hombre —que vestía una camisa color azul marino manga larga, jeans, zapatos azules, era de tez blanca y ojos rasgados— comenzó a seguirla y ella se puso muy nerviosa. Ya había oído de mujeres a las que las habían perseguido en esas zona. Fue entonces cuando se percató de que otros dos sujetos se le unieron.

Pedido de auxilio

Dio unos cuantos pasos más cuando uno de los tres le pasó por un lado y entonces sintió un pinchazo en la cadera.

No sabe de dónde sacó la fuerza pero logró acercarse a un muchacho que caminaba frente a ella y le dijo: “Este hombre me pinchó, ayúdame”.

El joven la tomó por un brazo y atrajo hacia él. Ella no recuerda mucho sobre cómo lucía el que la ayudó, solo que era alto, y tenía una camisa y un tapabocas de color vinotinto y el cabello a la altura de la nuca.

Le repetía que si estaba bien, que para dónde iba y ella respondió que a Guarenas mientras sentía cómo la parte inferior de su cuerpo comenzó a entumecerse, “sentí que algo me quemaba por dentro”.

El muchacho la acompañó a Parque Miranda y ella logró abordar una camioneta. En sus últimos números discados tenía a su papá y lo llamó para decirle que ella iba en camino y que la esperara donde solía hacerlo.

Del trayecto recuerda que una muchacha le preguntó si estaba bien, pero ella no entró en detalles. También que pidió una parada en el lugar equivocado, se bajó y luego se volvió a subir. Se sentía mareada.

Al encontrarse con su papá prefirió no decirle nada. Acudió a su cuñada y esta llamó a una vecina enfermera quien le puso hielo y le recomendó tomar tres vasos de leche. Poco después vomitó. La piel se le puso roja. Fue luego de un rato que le contó lo sucedido a sus padres, quienes estaban consternados.

La denuncia

Aunque siempre ha vivido en Guarenas, la joven estudió y hacía su vida social en Caracas. Dice que nunca pensó que algo como esto podía sucederle. Cree en la necesidad de denunciar estos casos por el bien de otras personas: “que no las invada el miedo”.

“A otras mujeres les diría que griten, que no importa lo que vaya a decir la gente en la calle, un grito siempre puede alertar. Les diría que no hay que fiarse mucho de quien está al lado, que tomen clases de defensa personal, no las tengo y me hubiera gustado tenerlas”.

Insiste en que no quiere que nadie pase por esta experiencia, “tengo mujeres en mi familia, tengo una hija, no quiero que nadie pase lo que yo pasé”. Por eso, tiene esperanza de que la denuncia que interpuso ante la Policía de Chacao pueda prosperar.

“Me consterna y me indigna que cuando yo hablé con el alcalde (Gustavo Duque) me dijo que nada más le habían notificado de dos casos, el mío y el del Sambil. Pero yo en redes sociales he leído muchísimos casos, sé que muchas no denuncian por miedo, pero esto no se debería minimizar”.