En una nueva edición de la Operación Liberación y Protección del Pueblo (OLP), el barrio Unión de Artigas se quedó sin Día de las Madres, el 12 de mayo. Hombres encapuchados y armados violentaron la comunidad, agredieron a las familias en sus casas, robaron las viviendas y mataron al menos a siete personas. Eran funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana.

“Yo soy una persona discapacitada y los tipos me apuntaron. Mi mamá tenía la tensión en 220 y temblaba. Eso fue plomo, plomo y plomo, hasta decir basta. Saquearon, se llevaron ropa, alimentos de niños. Hicieron lo que quisieron”, dijo una de las habitantes y víctima de los abusos policiales, quien forma parte del grupo de la tercera edad y tiene sus piernas parcialmente paralizadas.

Lo que fue un supuesto operativo de seguridad ciudadan ensombreció la celebración comunitaria, que este sábado, 10 de junio, los habitantes se dispusieron a recuperar con apoyo del programa social Caracas Mi Convive.

Éste fue el tercer evento de Acción por la Vida, un conglomerado de organizaciones de activistas, académicos, músicos y artistas, que trabaja para la reducción de los homicidios en Venezuela, como parte de una campaña latinoamericana llamada Instinto de Vida.

A las 10:00 am la comunidad del barrio Unión tenían toldo, tarima, sonido y sillas listas para recibir a sus vecinos y a los invitados de otros sectores populares de Caracas y los miembros de Acción por la Vida: Red de Activismo e Investigación por la Convivencia (Reacin), Caracas Mi Convive, Redes Ayuda y Efecto Cocuyo.

La salsa a todo volumen sedujo a los asistentes y Jorge Santiago, un conocido líder social de la zona, dio inicio a la actividad y brindó el espacio para que el padre Alfredo Infante celebrara una eucaristía.

“Por todas las personas que están muriendo violentamente en el país y en esta comunidad. Hagamos un minuto de silencio, que vaya acompañado por el anhelo de paz”, indicó el sacerdote.

Un miembro de una de las organizaciones asistentes leyó el nombre de los 23 venezolanos fallecidos. “Los rostros de este evento”, los llamó después el religioso: Germán Báez, Wilber Junares, José Gregorio César Luna, Darwilson Sequera, Carlos Alberto Mora, Julio César Bravo, Anzoni García, Yon Querales Fuentes, Marlon César, Anderson Mejía, Antoni Mejía, Wederlan Duarte, Nelson García, Luis Eduardo Trittón, Yanderson Andrés Granados Padrón, Jorni Alberto Arias López, Josber Alberto Arias López, César Marlo Hernández Soto, Franklin José Marcano Betancourt, Billi Daniel Mascibeto Molina, Freider José Yánez Padrino, Kelenger Gallegos, Neiker Sequera, Jesús Alberto Ollarves y Oscar Aponte.               

Al culminar la misa, en la escuela de percusión Pedro Santiago García “Guapachá”, el fundador de la escuela que lleva su nombre reflexionó sobre la importancia de la participación de los padres en la crianza de los niños: “Aquí están dos de mis nietas, que al igual que algunos de mis hijos se encaminan en la música. Si yo fuese un vendedor de drogas o actuara con violencia, ellos hubiesen escogido un camino oscuro y no la música como forma de vida”.

Los tambores sonaron y las personas bailaron al son del ritmo afrovenezolano, hasta que la música culminó y la voz de uno de los organizadores guió a los asistentes hacia un toldo donde algunas víctimas de la violencia se preparaban para compartir sus testimonios.

Cada una de las personas que compartió su historia se las puede catalogar como víctimas secundarias de la violencia, aunque principalmente son hermanos, padres y madres que perdieron a sus hijos debido a la acción criminal de cuerpos de seguridad y cuyos casos permanecen abiertos sin culpables detenidos.

Algunos de los padres que tomaron el micrófono forman parte de la Organización de Familiares de Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos (Orfavideh), fundada por Aracelis Sánchez, quien fue una de las que brindó su testimonio de cómo tras un asedio de meses a su hijo Darwilson Sequera lo mató el Cicpc.

Mientras narraban los hechos las lágrimas se mostraron en su rostro: “pueden haber quedado nietos, pero eso no cubre el vacío”, expresó una de las víctimas.

Después de los conmovedores relatos, se realizó una performance, la cual se ha realizado en los otros dos eventos de Acción por la Vida. Las personas, guiadas por una artista visual, pintaron sobre un fondo negro, la silueta utilizada para señalar la posición de un cuerpo en una escena de crimen repetidas veces, hasta que la silueta humana fue desapareciendo.

Una de las habitantes de la comunidad leyó el manifiesto redactado por Acción por la vida, en el que exigen al Estado la disminución de la importación armas y municiones a su mínima expresión, se indemnice a las víctimas de  la violencia y se prohíba la compra de armas a particulares.

Después de que el manifiesto se leyó, continuó la celebración: “La comunidad está para hacernos mejores cristianos”, afirmó el sacerdote, algo que los asistentes se tomaron en serio, porque pese al duelo, encontraron un espacio para celebrar la vida, junto a “En Clave Artigas”, salseros locales y Aquiles Báez. Terminaron su Día de la Madre, tardío, con un sancocho.

</div>