“¡Jesús se cayó!” fue el grito que puso a correr a los Ramírez la noche del 24 de julio. Poco importó la inseguridad. Junto a su esposo y a su hijo de cuatro años, Francis se subió a la moto y comenzó a las 6:00 pm un peregrinaje de 38 kilómetros y 24 horas para que atendieran al niño en un hospital del Área Metropolitana de Caracas.

Primeros 4,8 kilómetros y 20 minutos. Francis y Jesús salieron de casa, en la parroquia del 23 de Enero, y se trasladaron hasta la emergencia del Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en San Martín. Allí les dijeron que el niño tenía una fractura de fémur, pero que no lo podían atender porque no tenía familiares afiliados al centro de salud y tampoco dinero para costear los exámenes médicos.

10,6 kilómetros y tres horas. Francis y Jesús se fueron al Hospital General Dr. Jesús Yerena, en Lídice. Se mantuvieron a la expectativa en la sala de espera de la emergencia hasta la mañana del día siguiente. La respuesta de los médicos fue que en el centro de salud no contaban con camas disponibles para ingresar al pequeño.

19,1 kilómetros y 14 horas. La familia tocó las puertas de la emergencia del Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño, en La Yaguara, el centro de salud que recibe la mayoría de los heridos por armas de fuego y politraumatizados en el oeste de la ciudad. Allí se mantuvo a la espera hasta que los médicos le respondieron “no tenemos cómo operar al niño en este momento, solo podemos dejarlo hospitalizado”.

38 kilómetros y 24 horas. El niño finalmente recibió atención médica en la emergencia del Hospital Domingo Luciani, ubicado en El Llanito, en el este de la ciudad a las 6:00 pm del día siguiente. El viacrucis había terminado, pero el calvario de la familia estaba por empezar.

Solo el Área Metropolitana de Caracas concentra más de 30 centros públicos de salud de distintas complejidades para brindar atención médica a unas 5 millones de personas aproximadamente. Sin embargo, la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país y que se ha agudizado en los últimos dos años compromete aún más la calidad del sistema sanitario venezolano.

Entre el 1 y el 12 de agosto, Efecto Cocuyo revisó la operatividad de las emergencias de 17 hospitales de variada complejidad ubicados en la capital. El déficit de insumos, la fuga de personal, el deterioro de los servicios públicos, la ausencia de higiene, la inseguridad y la falta de mantenimiento a los equipos médicos y a la infraestructura restringen el funcionamiento de las salas de urgencias.

El artículo 84 de la Constitución venezolana establece que el Estado es el encargado de gestionar un sistema público nacional de salud regido por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad; así como también de priorizar la promoción de la salud y de garantizar el acceso a tratamiento en tiempo oportuno.

Sin embargo, la realidad de Francis y Jesús dista mucho de lo que establecen la Carta Magna y los protocolos sanitarios.

Con una fractura, Jesús permaneció una semana en la emergencia, acostado en una cama dispuesta en uno de los pasillos. Después fue trasladado al piso cuatro del área de hospitalización. Su madre lo acompañó durante los siete días, sentada en una de las sillas de la sala de espera. Francis le tapaba los ojos al niño cada vez que un tiroteado o un muerto les pasaba al lado.

“Una persona no puede permanecer más de 48 horas en una emergencia sin diagnóstico. Para ese momento, ya deja de ser una emergencia, porque la vida ya no está en peligro, y debe desalojar el área. Durante ese tiempo, al paciente le tienen que decir si va a ser operado, referido a otro centro de salud, hospitalizado o si debe acudir a una consulta externa”, explica Jaime Lorenzo, médico cirujano del Periférico de Catia.

De acuerdo con Lorenzo, las estadías se hacen largas en las salas de urgencia de Caracas y terminan por colapsar un área que debería tener un alto ritmo de rotación.

Pisos arriba, en los servicios de hospitalización, se reducen los cupos de ingreso debido al cierre de habitaciones, el déficit de personal y las fallas de infraestructura. Adicionalmente, la imposibilidad de hacer un diagnóstico por la ausencia de equipos de imagenología también confina a los pacientes a las cuatro paredes de una emergencia.

“En el caso de los pacientes traumatológicos que llegan estables, sucede que no hay forma de hacerles el diagnóstico porque no cuentan con los equipos médicos en el hospital o necesitan el material de osteosíntesis para operarse”, continuó.

De un total de 17 hospitales evaluados para este trabajo, Efecto Cocuyo halló que siete emergencias se encuentran operativas y abiertas a todo público; mientras que en otras cuatro la operatividad reportada por los trabajadores de la salud que laboran en esos centros fue parcial.

Esto quiere decir que los casos de urgencia quirúrgica que llegan a estos establecimientos son referidos a otros hospitales (como el Pérez Carreño o el Domingo Luciani) porque no hay instrumentos quirúrgicos esterilizados adecuadamente, faltan anestesiólogos o no hay suministro de agua para el momento de la intervención.

La falta de mantenimiento y de respuesta oportuna por parte de las autoridades sanitarias también ha pasado factura a la red pública de hospitales y colapsa aún más a los contados establecimientos asistenciales en funcionamiento.

Tal es el caso del Hospital Dr. Leopoldo Manrique Terrero, popularmente conocido como el Periférico de Coche y especializado en la atención de emergencias médico-quirúrgicas y toxicológicas. El centro de salud ubicado en el oeste de la capital cumplió ocho meses inoperativo, incluyendo la emergencia, tras un cortocircuito que afectó a todo el edificio.

Desde entonces, las urgencias que llegan a este centro de salud tienen que ser referidas al Hospital Universitario de Caracas, al Periférico de Catia, el hospital de Lídice o a los Magallanes.

En el año 1993 el Ministerio de Salud y Asistencia Social decretó la creación del Servicio de Emergencia Medicina Crítica en Venezuela como un área separada a la consulta externa en hospitales tipo III y IV. Posteriormente, mediante la Gaceta Oficial 36.090 publicada en 1996, el Ministerio de Salud y Desarrollo Social creó una normativa nacional que precisa los requisitos con los que debe cumplir todo servicio de emergencia en materia de espacio, equipamiento y personal

Sin embargo, se hace difícil comparar el caso venezolano con la red pública hospitalaria de otros países de la región.

La ausencia de normas estandarizadas, coordinación y bases de datos unificadas, advertencias hechas por especialistas durante un coloquio auspiciado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2009, son los retos que enfrentan Venezuela y el resto del continente de cara al fortalecimiento de los Servicios de Emergencias Médicas en la región.

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