Un esquema tras otro sin brindar soluciones concretas. Al menos diez distintos sistemas cambiarios se han decretado durante los Gobiernos chavistas desde 2003. Pero lo que inició como una herramienta para evitar la fuga de capitales en un contexto de paros petroleros y conflictos políticos, se extendió por más de 16 años hasta desintegrarse por escasez de divisas y constantes devaluaciones.

Apoyado por los altos precios del petróleo, la administración del presidente fallecido Hugo Chávez implementó a partir de 2003 el esquema Cadivi, con el cual comenzó la regulación y el control sobre la compraventa de divisas por mecanismos oficiales.

Si bien los controles de cambio en Venezuela empezaron en 1983, con el llamado “Viernes Negro”, la economista Sary Levy señala que la opacidad en la adjudicación de los montos se acentuó bajo la dirección de Chávez y el gobernante Nicolás Maduro.

“Hemos pasado por diversos casos y la característica típica siempre ha sido: primero, que el tipo de cambio oficial se ajusta al del mercado paralelo; segundo, luego hay un rezago (diferencial entre las tasas) que genera un arbitraje en el mercado y una corrupción generalizada para los que pueden acceder a ese mercado (el de las divisas oficiales)”, dijo la profesora de la Universidad Central de Venezuela en conversación telefónica con Efecto Cocuyo.

En numerosas ocasiones el Banco Central de Venezuela (BCV) ha usado distintos tipos de cambio para otorgar divisas. Por ejemplo, entre 2016 y 2018 trabajaron simultáneamente las tasas Dipro y Dicom. Mientras en un sistema podía comprarse uno dólares a un valor protegido de 10 bolívares fuertes para la importación de medicinas y alimentos, el otro mercado oficial llegó a costar hasta un monto 700 veces superior.

Esa diferencia, según datos de la Asamblea Nacional, hizo que el país perdiera al menos $80.000 millones a través de contratos que nunca se completaron. Y a ello se suman las denuncias de los exministros Héctor Navarro y Jorge Giordani, quienes solicitaron hacer una investigación para rastrear el destino de $300.000 millones durante la última década.

“La realidad es que el control de cambio se convirtió en un actor de distorsión económica y de corrupción, donde se premiaban a algunos sectores sobre otros”, explica Levy.

La devaluación que pulverizó al bolívar

Durante los 16 años de sistemas cambiarios en el país, el bolívar ha perdido completamente su valor. Mediante devaluaciones e inflación el poder adquisitivo de los venezolanos se desplomó.

De no haber ocurrido los dos procesos de reconversión monetaria, hoy un dólar costaría 160 millardos de bolívares. Con ese monto, tomando en cuenta la tasa Cadivi de 2003, podrían adquirirse 100 millones de dólares.

Ahora sin ingresos de divisas

El nuevo esquema de “mesas de cambio” aprobado por el BCV llega con importantes adversidades. La principal, recalca la profesora Levy, es la escasez de divisas que hay en el mercado venezolano. Como consecuencia de la caída en la producción petrolera, el sector público es incapaz de ofertar montos en moneda extranjera.

Es decir, el Gobierno flexibilizó los sistemas cambiarios cuando no existe oferta pública de divisas. “Ese no es realmente el esquema que da solución a Venezuela (las mesas de cambio). El problema es que no hay oferta de divisas”, precisa la economista.

Los mermados ingresos del Estado venezolano ya no alcanzan para cubrir todas las demandas de la población. En estos momentos el Gobierno destina recursos para las importaciones, pero son insuficientes para satisfacer la demanda nacional.

El nuevo esquema cambiario también tiene las limitantes de las sanciones financieras de los Estados Unidos y la poca confianza de los usuarios. Ambos factores restringen aún más las operaciones.

“Tú quieres más divisas, necesitas exportar. Quieres exportar, debes establecer los lazos para activar la producción”, concluye Levy.

Foto principal: Mairet Chourio

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