Un salario mínimo por debajo del límite de pobreza extrema. Los 40.000 bolívares que millones de venezolanos reciben mensualmente como salario apenas representan 2,42 dólares, según el tipo de cambio oficial informado por el Banco Central de Venezuela (BCV), que se ubica en Bs. 16.516.
Para el Banco Mundial, fuente de financiamiento internacional compuesto por 189 países, define la pobreza extrema en ingresos diarios inferior a $1,90. Pero el salario mínimo de Venezuela no solo está muy por debajo de esa cifra, ubicándose en $0,08 diarios, sino que elimina cualquier protección frente a la hiperinflación y crisis económica que afronta el país desde hace cinco años.
Desde agosto de 2018 se han decretado cuatro incrementos en el sueldo mínimo: el primero hace exactamente un año, cuando se ubicó en 1.800 bolívares soberanos; luego, a partir del mes de diciembre, se ajustó a Bs. 4.500; al mes siguiente, en enero, subió a 18.000 bolívares; finalmente, en abril, y sin ningún tipo de anuncio público más allá de la publicación del decreto en Gaceta Oficial, alcanzó los Bs. 40.000.
En ese período, el salario mínimo pasó de equivaler 30 dólares a únicamente $1,97, de acuerdo con la tasa del dólar en el mercado paralelo, que cerró la jornada de este martes, 27 de agosto, en Bs. 20.244.

Asdrúbal Oliveros, economista y director de la consultora Ecoanalítica, precisa que el bajo salario mínimo es el reflejo del ciclo hiperinflacionario y la profunda contracción económica del país. “La hiperinflación destruye el poder adquisitivo y la recesión no permite que aumente la producción“, dijo en conversación telefónica con Efecto Cocuyo.
La economía venezolana se contrajo 53% entre el tercer trimestre de 2013 y 2018, según el BCV. Incluso, hubo sectores que se paralizaron casi por completo, como el de manufactura (-76,3%); construcción (-94,7%); e instituciones financieras y seguros (-78,7%).
En paralelo, la inflación no cede espacio al bolsillo de los venezolanos. Los datos oficiales revelan que alcanzó una cifra de 130.060% en el año 2018; 862,6% en 2017; durante 2016 en 274,4%; y de 180,9% en 2015. Sin embargo, es mucho más grave según las estimaciones de la Asamblea Nacional (AN) u organismos internacionales, que ubicaron el incremento de precios por encima del millón por ciento el año pasado.
¿Cuáles son los sectores más afectados por la crisis en Venezuela, según el BCV?
Salarios precarios
Aunque el sueldo mínimo es el de mayor referencia, no significa que el nivel de los salarios del país sean altos. Por el contrario, Oliveros considera que son “extremadamente precarios”.
“El salario promedio está ligeramente por encima en el sector privado. Dependiendo del grupo y estrato, hablamos de que puede estar por encima (del salario mínimo) entre 5 y 10 veces”, comentó el economista.
Si bien el deterioro en el poder de compra de los salarios es mayor en la Administración Pública, Oliveros advierte que ambos “están muy lejos” de un “salario óptimo”.
De acuerdo con las estimaciones de Ecoanalítica, una “canasta óptima” es la que permite a una familia de cuatro miembros poder cubrir sus gastos mensuales. Ello incluye las necesidades básicas, como alimentación y salud, y hasta la recreación. “Ese ingreso debería estar entre los 700 dólares”, precisó.
Pero es un monto en extremo alto en comparación con el valor de los salarios. En promedio, el ingreso por concepto de sueldo en el sector privado ronda los 100 dólares mensuales, y entre $20 y $25 en el sector público.
“Con ese sueldo nadie en Venezuela tiene capacidad de enfrentar de forma óptima la cotidianidad: se crea un círculo vicioso de pobreza que se profundiza mucho más”, explicó el director de Ecoanalítica.
Fuga de trabajadores
La administración pública cuenta con un máximo de siete millones de personas, entre pensionados y empleados. Pero ese número se ha visto impactado por los bajos salarios, pues esa situación ha causado un proceso de salida de trabajadores.
Oliveros precisa que, entre las personas que deciden abandonar su empleo, se encuentran diversas razones: o trabajan ahora por cuenta propia, migraron hacia el sector privado, o se fueron del país. “Ni siquiera renuncian, sino que abandonan el trabajo sin notificarlo”, comentó.
En este escenario las remesas juegan un rol importante, pero su contención del bajo poder adquisitivo.
A pesar de que el envío de remesas aumenta año tras año, sigue sin ser suficiente para satisfacer las necesidades de la población. Solo este año el envío de divisas desde el extranjero alcanzará, según estimaciones, los $3.000 millones, con un envío promedio por persona equivalente a $120.
“Si tú estás mandando 120 dólares, pero necesitas 700 para estar bien, o entre 200 y 250 dólares para alimentarse, tampoco se resuelve el problema”, comentó Oliveros. Es por ello que una persona que reciba remesas “no necesariamente” queda a salvo de la crisis económica.
Foto principal: Iván Reyes