Los controles anticipados contra las aglomeraciones y el tráfico, así como las desinfecciones, son algunas de las medidas que parecen evitar un mayor repunte de la curva de contagios de coronavirus en Quito, aunque su alcalde, Jorge Yunda, insiste en extremar la precaución y prorrogar la cuarentena.
Los expertos lo atribuyen a los tiempos en los contagios, con casi dos semanas de distancia, sumado a las medidas aplicadas que fueron determinantes en la progresión de las curvas.
“Las restricciones de movilidad fueron más tempranas, además, en la capital fuimos mucho más estrictos con esas medidas”, explicó Rodrigo Henríquez, investigador de Salud Pública de Epidemiología de la Universidad de Las Américas (Udla).
No saturar el sistema de salud
La población capitalina representa casi el 18% de los habitantes de Ecuador, pero en las estadísticas de contagio su porcentaje promedio es de alrededor del 7,5 por ciento de los 24.258 infectados a escala nacional, después de haber terminado un período completo de cuarentena y aislamiento.
Los fallecidos en la provincia de Pichincha, a la que pertenece la capital Quito, ascienden a 64 (7,3%), según el último parte oficial.
Con la intención del Gobierno de pasar el 4 de mayo del “aislamiento” al “distanciamiento” para reactivar su economía, el alcalde pide tener en cuenta las recomendaciones de la OMS sobre los riesgos de “un levantamiento prematuro del confinamiento”.
De los más estrictos
El alcalde quiteño ha sido desde el principio de los más estrictos en el cumplimiento de las normativas de emergencia, y unas horas después de declarar el presidente Lenín Moreno el “estado de excepción”, el pasado 16 de marzo, aplicó la suspensión generalizada del uso del espacio público en toda la ciudad.
También impuso numerosos controles policiales dentro y fuera de la urbe para hacer respetar las restricciones de circulación impuestas por el COE (al 29 de abril hay más de 7.300 citaciones y 1.200 coches retenidos), el cierre de comercios no autorizados y la prohibición de ventas ambulantes (un millar de sanciones), así como el uso obligatorio de guantes y mascarilla (731 multas).
El primer caso de coronavirus en la capital ecuatoriana fue un paciente holandés de 57 años llegado de la Amazonía e ingresado en el hospital Eugenio Espejo el 9 de marzo, que recibió el alta a los 30 días.
Desde ese primer contagio, la curva se ha mantenido ascendente pero controlada, y los ciclos de duplicación de casos se han ido abriendo.
La lucha por los mercados
Al igual que el alcalde, el investigador Rodrigo Henríquez considera que el confinamiento debe mantenerse hasta dotar a la población de “medios de protección, específicamente mascarillas”, y dar tiempo a que cada vez más gente se someta a las pruebas”.
La firmeza de las medidas del Municipio se dejó ver especialmente en la erradicación de las concentraciones en los mercados -los escenarios más populares de Quito-, donde al principio era habitual la entrada sin mascarilla ni otras medidas de higiene.
“En esa zona la gente iba sin mascarilla y sin guantes, pero ahora ya no se entra”, aseguró Marlene Ortiz, compradora del mercado de San Roque, cerrado tras ser detectados dos casos de COVID-19.
En general, el aumento contenido de casos ha jugado a favor de la capital ecuatoriana en su respuesta a la crisis, con medidas adicionales como la instalación de un centro hospitalario de emergencia para unos 200 pacientes en el Centro del Bicentenario -que se suma a otros seis que ya reciben personas contagiadas- y una morgue con capacidad hasta para 250 cadáveres.
El dilema social
Pero el debate en torno a la nueva fase de reactivación limitada, aunque también sea bajo extrema precaución, pasa por la condición social de quienes han quedado sin ingresos, una circunstancia que en realidad afecta a todo el país.
El Municipio de Quito y los organismos estatales, con ayuda del sector privado, han repartido hasta ahora más de 100.000 kits de comida, y el alcalde ha prometido que comprará “medio millón” más para aguantar una prórroga del estado de excepción hasta el 31 de mayo.
Por el momento, y tras las advertencias del alcalde Jorge Yunda, las de otros regidores y hasta de la Federación de Médicos de Ecuador, el presidente Lenín Moreno ha asegurado que “serán las autoridades locales quienes tendrán la última palabra” y las que indiquen cuándo y cómo cambiar la luz del semáforo epidemiológico. Por ahora, Quito prefiere quedarse en el aislamiento.
Con información y fotos de EFE