Ningún país estaba preparado para responder ante la pandemia del coronavirus. Mucho menos Venezuela, donde el deteriorado sistema sanitario ya estaba golpeado por la falta de insumos y medicinas. Distintas organizaciones venezolanas de derechos humanos han denunciado que el país atraviesa una emergencia humanitaria compleja que menoscaba los medios de vida y acentúa la pobreza en el país. Así, además, lo han hecho constar en distintos informes presentados a organismos internacional.
Pero aún con un sistema de salud golpeado en medio de una pandemia sin precedentes, este contexto cobra más peso con el retraso en la formación de la generación de relevo por la paralización de las actividades académicas desde que se decretó la pandemia el viernes 13 de marzo de 2020.
Ese mismo día, en la mañana, Franco Chramosta se vestía de toga y birrete para recibir su título como médico egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ni imaginaba él que ese día estaba siendo parte de la primera y última promoción de pregrado, al menos, hasta 2022.
En medio de la emergencia sanitaria, su viaje a Maniapure, estado Bolívar, era impostergable. Allí cumpliría su año obligatorio de rural y atendería a 14 comunidades indígenas.
Aunque él estaba cumpliendo con el paso siguiente de todo egresado para poder ejercer en el país, Chramosta lo estaba haciendo con un retraso de al menos cuatro meses por la situación interna de la UCV. Los efectos colaterales de una pandemia, que paralizó las clases en las aulas, los conocería estando al sur del país.
“Eso fue un problema enorme. Nosotros estuvimos un año solos, sin pasantes, porque a quienes le corresponde apoyarnos en rural son los estudiantes que están en quinto año y ellos quedaron paralizados cuando le faltaban 12 semanas para terminar su quinto año. Por eso, no pudieron pasar al sexto año y no pudieron hacer su año de internado. Y a la fecha no se han podido graduar”, explica el médico cirujano de 29 años de edad.
“Ahorita, en todos los rurales de Venezuela hay un vacío de médicos por ese problema que acarreó la pandemia. No hay médicos graduados ahorita, sino hasta abril del año 2022. Porque ellos comenzaron su sexto año ahora en febrero. Por tal razón, culminarían en febrero 2021, se graduarían en marzo y en abril es que podrían hacer su rural”, detalla.
Por el déficit de médicos en la zona, Chramosta decidió extender al menos dos meses más su práctica para brindar apoyo a las comunidades. En total, junto a su pareja, también doctora, contabilizaron 12.463 consultas en 14 meses de ejercicio profesional.
Para este médico, la pandemia demoró aún más la formación académica universitaria que venía aletargada desde años atrás.
“Los que están ahorita en internado se van a graduar en 2022. Ellos van a hacer ocho años de carrera. Ellos tienen el retraso de 2014, de 2017 y el retraso Covid con la paralización de las clases desde marzo 2020 hasta febrero 2021”, precisa.
Un país en mora
Tanto la UCV como la Universidad del Zulia (LUZ) suman más de un año sin egresar médicos, lo que enciende las alarmas en el gremio ante la preocupación de un vacío en la generación de relevo.
“Tenemos una mora de egresados. La última promoción fue la de diciembre de 2019. Son 542 nuevos egresados que nosotros hemos debido incorporarlos a la actividad rural desde marzo del año pasado y lamentablemente no ha podido ser así”, advierte la doctora Dianela Parra, presidenta del Colegio de Médicos del estado Zulia.
“Algunos hospitales tipo 1 están sin personal porque no tienen relevo. No ha llegado el relevo generacional que debieran ser los egresados de la Universidad del Zulia. Tenemos un vacío generacional importante por los (médicos) que se han muerto, pero también por los que no han podido graduarse y en consecuencia no pueden sustituir a quienes han salido de residentes de postgrado, o los que se han ido o los que se han muerto lamentablemente”, denuncia la doctora Parra.
Por ese vacío generacional, alerta, el gobierno nacional intenta justificar la ubicación de médicos extranjeros en los ambulatorios que, según comenta, no cumplen con todas las competencias para atender a los pacientes.
“Todos sabemos que los médicos integrales comunitarios tienen muchas debilidades en el ejercicio en campo y requieren siempre del apoyo de un médico que esté bien preparado para orientarlo y adiestrarlo en la técnica que se tenga que realizar a nivel de medio rural donde el médico queda solo”, detalla Parra.
En ese sentido, Chrasmosta también denuncia que debido al mismo déficit de personal, la práctica rural que se ejerce un año, la han validado con la mitad del proceso.
“Acá en Caracas firmaron los rurales antes y hubo varios colegas que se graduaron conmigo y en noviembre ya habían entrado a postgrados. Creo que el proceso también se aceleró por la misma necesidad que no había residentes de primer año. Hay gente de mi promoción que ya en noviembre va a terminar un año de residente y yo apenas terminé mi rural en marzo que era el deber ser”, cuestiona.
Él ahora deberá esperar hasta finales de año, cuando abren concurso, para hacer su postgrado en obstetricia.
“Postgrados dormidos”
Cuando para principios del siglo XXI, Venezuela contabilizaba cerca de 400 postgrados académicos activos; hoy, en medio de la pandemia del Covid-19, la cifra apenas alcanza la tercera parte en la principal casa de estudios del país, la UCV.
“Nosotros tenemos 105 postgrados. Pero tenemos unos 20 postgrados que están cerrados, entre ellos anatomía patológica, cirugía de tórax, cirugía pediátrica. Digamos que son postgrados que están dormidos porque no quiere decir que no los vayamos a abrir en algún momento”, señala el doctor José Ramón García, director de Postgrado de la Facultad de Medicina de la UCV.
García asegura que en el caso de postgrados la pandemia no afectó directamente el ejercicio profesional debido a que los postgrados funcionan en los hospitales de Caracas. Son en total 30 instituciones adscritas, entre ellas destacan el Hospital Perez Carreño, el Hospital Domingo Lucianni y el Hospital José María Vargas.
Aunque confiesa que la falta de gasolina, déficit de transporte y las condiciones precarias, sin equipos de bioseguridad e insumos sí incidieron en el retiro de algunos estudiantes.
“Muchos ingresaban y se retiraban. Porque además hay unas condiciones bien difíciles en los hospitales: servicios cerrados por completo, como el caso del Hospital Universitario de Caracas que tiene cerrado el área de neurología y de cardiología; de los cuatro servicios de cirugía está funcionando uno solo. En el Hospital de Magallanes de Catia, el pabellón lo cerraron y las cirugías la están haciendo en un pabellón no apto”, lamenta García.
El experto asegura que desde el punto de vista teórico los objetivos se cumplieron a distancia, de manera virtual. Sin embargo, el carácter presencial, intrínseco en la carrera, conllevó a un retraso en la formación universitaria.
“Tú no puedes decir: ‘Vamos a discutir el dolor de abdomen’. El médico tiene que tocar el abdomen para ver dónde está el dolor. Esto motivó a que muchos de los estudiantes de postgrado a finales de año no adquirieran su competencia”, explica.
García apunta que los residentes de obstetricia y ginecología que “debían terminar su postgrado el 31 de diciembre de 2020, al no adquirir las competencias en ese tiempo, y en vista de que les faltaban algunas cirugías y cesáreas, reprogramaron para cuatro meses. Es decir, en vez de graduarse en diciembre se mantuvieron hasta abril”.
Se espera que el próximo 9 de julio se gradúe una nueva promoción de especialistas con al menos 240 médicos. La cifra, según advierte García, es menor que años anteriores, pues el concurso disminuyó el número de aspirantes.
La formación académica universitaria de un médico especialista es de 15 años, en promedio. El bachiller estudia 6 años de carrera, después realiza obligatoriamente un año de medicina rural o un internado rotatorio en un hospital que dura 2 años antes de iniciar un programa de postgrado. En el caso de un médico internista, la especialidad está contemplada en 3 años, por lo que su carrera sumaría al menos 10 años. Mientras que un neurocirujano podría tardar hasta 14 o 15 años, pues previo a su especialización debe hacer un postgrado en cirugía general que actualmente fue extendido a cuatro años.
El déficit
Ante el contexto actual de la pandemia, García señala que desde la UCV se mantuvieron en debate sobre convocar o no a concurso para programas de postgrados y maestrías y así formar a los nuevos especialistas.
“Si no llamábamos a concurso no iban a entrar más médicos a los hospitales y no se iba a hacer la atención de los pacientes. Porque cada nivel tiene una calidad de atención: por ejemplo, los de tercer año se dedican a la parte más compleja, con la experiencia que tienen. Pero los de primer año son más abocados a las historias clínicas”.
Finalmente apostaron por hacer el concurso pero la convocatoria, la inscripción y la presentación de requerimientos que antes se hacía de forma presencial lo hicieron virtual. Incluso la prueba final.
De 730 aspirantes, casi 300 fueron de cirugía general, pero hay otros postgrados que quedaron desiertos como el caso de terapia intensiva.
“Por ejemplo, pediatría está con un déficit de más o menos de 80% de su capacidad. Tenemos 90 cargos de pediatría en todos los hospitales y solo aspiraron 14 a postgrados de pediatría. El postgrado del Hospital de Niños, en pediatría, tiene 25 cupos en primer año. Y este año entraron solo 6 aspirantes. Medicina interna redujo 50% de sus aspirantes. Cardiología disminuyó 40%. En neumonología del Hospital Universitario de Caracas no se llamó a concurso. No aspiró ningún médico”, precisa García.
“El tema es un tema medular, crónico y estructurado. Por un lado, la pandemia; y por otro, el tejido sanitario de Venezuela. Hay hospitales que no tienen especialistas en neumonología, por ejemplo. El Hospital General del Sur se está quedando sin Neurología en el Hospital Central”, denuncia desde el estado Zulia la doctora Parra.
Un retroceso centenario
El país que hace más de un siglo apostaba por la renovación de la medicina nacional de la mano de hombres como José María Vargas, Luis Razetti y su generación de discípulos, ahora atraviesa uno de sus momentos más complejos, tanto en la parte clínica como en la parte académica.
“Es la primera vez que se suspende por un período tan largo de más de año y medio en la formación de pre y postgrado. Eso yo creo ni siquiera ocurrió en la pandemia de influenza en 1918/1919. Más bien esos hospitales estaban activos. Y las suspensiones que hubo en la universidad fueron por razones políticas”, lamenta el exministro de Salud, médico internista, y miembro de la Sociedad Venezolana de Infectología y de la Red Venezolana Defendamos la Epidemiología, José Félix Oletta.
La educación médica en Venezuela, sostiene Oletta, tuvo el privilegio de un desarrollo de más de 200 años de experiencia, de formación de recursos, de historia. “Usted no puede suspender eso indefinidamente porque sino se deteriora”, dice.
Es un proceso complejo que no puede evolucionar de la noche a la mañana. “Usted tiene que reunir experiencia, personas altamente calificadas para lograr eso. Obviamente hay un retroceso. Yo no lo puedo medir solamente en la variable tiempo. Pero en postgrado estamos hablando de un retroceso de 80 años. Y en pregrado mucho más. Estamos hablando de 130 años de historia”, subraya.